martes, noviembre 27, 2018

Guardia de literatura: reseña a «Fulgor», de Manel Loureiro

Editorial PLANETA SA
Barcelona, 2015
Primera edición: Septiembre de 2015
ISBN: 978-84-08-13833-4
483 páginas
Una novela que ha sido vendida con todo el bombo y platillo y que no es más que una imitación de poco vuelo de varias obras del maestro Stephen King, plagada de escenas un tanto reiterativas y con una narración, cuanto menos, mejorable

Éste es un libro que acabó en mi regazo por la simple conjunción de varios elementos, entre ellos el aburrimiento, que me llevaron, de forma inequívoca, a dudar acerca de qué nuevo título escoger. El nombre de Manel Loureiro, a quien conozco de vista, pues hollamos las mismas aceras y estamos adscritos al mismo colegio profesional, aparte de encontrármelo en la terraza del Nox pasando la sobremesa con una envidiable imperturbabilidad, me insinuó una posible solución a mi desaborido dilema: ¿por qué no leer una de sus obras? Fruncí los labios, clavé los ojos en el techo y me encogí de hombros. ¿Por qué no? Y me dio por optar por «Fulgor», su última novela publicada (paso de zombies), aunque cuando salió al mercado y leí la sinopsis de la contraportada, barrunté para mis adentros un hondo quejido, de esos de premio gordo en concurso de cante flamenco, al estilo “¡vaya copiada de «La zona muerta» de Stephen King!» Pero, para mi sediento ánimo y transcurridos no pocos meses, aquel encontronazo y semejante y rápida conclusión no supusieron freno suficiente.

Bien, una vez rematada la empresa, que lo mío me ha costado, amplío mi sentencia. No es que sea una copia de «La zona muerta», es que el despropósito se amplia hasta «El resplandor» y «Doctor Sueño»; incluso, si nos estiramos, toda la narración queda endulzada en exceso por el espíritu creativo noventero de la serie de televisión «Embrujadas», con matices de telefilm de tarde lluviosa.

Me encanta Manel Loureiro cuando colabora en Cuarto Milenio. Como sucede con Javier Sierra, me gusta escucharle, pero esta novela…  que semejante x@#! de argumento haya atraído a tantas mentes preclaras del mundo editorial a este lado y al otro del Atlántico… No sé; se me debe de estar escapando algo. Sobre lo que sí no albergo dudas es que es una lectura que exige una paciencia infinita, con unas reiteraciones aborrecibles y aberrantes, con unas descripciones pedantes y absurdas. He llegado incluso a saltarme una cara entera pues, de nuevo, estaba leyendo lo mismo. He perdido la cuenta de los párrafos “tachados” y obviados…

Reconozco que no me esperaba mucho más. Aquel encontronazo con la contraportada había dejado su huella, con esa protagonista, Casandra Arlaz, que obtiene unos poderes extraordinarios tras un accidente de tráfico y blablabla. King; hay muchos recursos de King por todos lados, pero uno siempre lleva la mosca pegada a la oreja: es una imitación, y no precisamente en plan Bachman; sus escenas son risibles, como la de la capacidad de manipular a la suerte o de una estupidez policial que se merecería una rápida degradación en el escalafón… Dios, es que no sé ni qué decir.

Siento ser así de duro, pero es la consecuencia lógica de que éste título se haya colado entre otros cuya lectura ha sido una verdadera gozada.

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