La historia y todo lo que se muestra a su alrededor es divertido (con ese fondo sonoro funky), sometida con limitaciones impuestas por la Serie B
Ante la descabellada idea de darle un repaso intensivo al catálogo de la mítica productora Hammer (algo de lo cual aun no estoy muy convencido), fui saltando de hito en hito en una página web especializada donde uno puede encontrar los datos de cada película de monstruos, cazadores y bellas damiselas de ebúrneos cuellos. Y de tanto salto solo conservo un leve mareo y un anzuelo del que quedé prendido sin remedio. De una película que lo tiene todo para que, al menos, yo tomara cierto contacto: «Dracula A. D. 1972». Y ese todo tiene por eje una época que me fascina: la década de 1970, con su ruido, su basura tirada por las calles, el poliéster rezumando en pantalones de campana, la música experimental, las chicas con minifaldas imposibles y melenas aún más imposibles, drogas por doquier, liberación sexual…
T-O-D-O (sigue leyendo)
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