Un despropósito o indecencia cinematográfica en la que se mezclan aviones de la segunda guerra mundial y dragones resucitados en los desiertos del Norte de África
Serie B, Z, “petazetas”… No existe letra en el abecedario para calificar esta película de pobrísima factura que pretendía ser de acción y terminó, sin pretenderlo, en comedia absurda. Por ello, ando de un lado para el otro con la corona, indeciso: ¿sobre qué testa colocarla? A ver, si el argumento es malo, a la altura y disputándose el mérito negativo están la dirección, los actores (sin excepción), y los efectos especiales.
La cinta nos quiere trasladar a la segunda guerra mundial. Los nazis, en su eterna búsqueda de objetos y artefactos del Pasado, dan con una nueva wunderwaffen muy alejada del fruto normal de la ingeniería: una criatura criptozoológica controlable gracias a las mentes telepáticas de un reducido aquelarre de brujas arias. Es un parto ver dragones con cruces de hierro y gamadas en las alas, más aún que se los pretenda emplear para aplastar a los Aliados en el Norte de África (sigue leyendo)
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