Como ya viene siendo costumbre desde hace años, El Navegante del Mar de Papel echa amarras en estas fechas de espumillón de saldo, luces capaces de provocar un ataque epiléptico, excesos de grasa y azúcar compartidos con la familia —propia y política—, y una avalancha de parabienes y buenos deseos al prójimo que no siempre nacen de la sinceridad, porque —no nos engañemos— la hipocresía es el segundo apellido de diciembre.
En mi caso, para que no os carcoma la duda, el deseo es genuino: siempre os desearé lo mejor. Que para algo me aguantáis desde hace casi veinte años.
Llegan unos supuestos días de descanso que, en realidad, rara vez lo son. Aun así, iluso de mí, sigo albergando la esperanza de que la bajada de ritmo laboral me permita ponerme al día, empresa harto complicada cuando se acumulan tantos almanaques a la espalda. De momento, me conformo con aspirar a alinearme —aunque sea de forma imperfecta— con los postulados del Tao Te Ching… y sobrevivir.
Poco más puedo deciros que no se haya dicho ya. ¡Feliz Navidad, y que volvamos a encontrarnos en 2026!
PD: Os lleváis de regalo una viñeta especial de Aspirante Peláez. Este chaval... xD
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