martes, mayo 27, 2014

27 de Mayo de 2014

ABC


BITACORAS.COM / MADRID
Día 27/05/2014 - 09.29h

En 1888, la falta de visión estratégica provocó que el prodigioso submarino diseñado por Isaac Peral jamás viera la luz

La historia de España está plagada de cientos de episodios en los que la envidia y los rencores políticos y personales han frustrado el avance del país y arruinado inmejorables ocasiones para convertirlo en una potencia mundial. Un claro ejemplo de ello es la experiencia de Isaac Peral quien, a pesar que hoy es reconocido como uno de los inventores del submarino moderno, tuvo que ver cómo su creación era desmantelada por culpa de la cortedad de miras de los políticos y militares de su época.

Para entender esta historia tenemos que remontarnos a 1885, una época en la que la Armada Española era una triste caricatura de la flota que durante varios siglos había dominado los mares. Los problemas derivados de la mala gestión y la escasez de fondos hacían casi imposible modernizar una flota obsoleta, que tenía muy poco que hacer frente a los modernos cruceros británicos, americanos o franceses.

En ese desolador contexto, tal y como cuenta el blog «Memento Mori», el teniente de navío Isaac Peral presentó a sus superiores un proyecto de submarino eléctrico que podría defender los puertos y las costas españolas ante cualquier amenaza extranjera. La idea fue muy bien recibida por el ministro de Marina, Manuel de la Pezuela, quien ordenó iniciar la construcción del navío con un presupuesto inicial de 5.000 pesetas.

Durante los siguientes años, los sucesivos ministros continuaron apoyando el proyecto, aunque su entusiasmo era menor que el de De la Pezuela. Se creó una junta de especialistas para supervisar el trabajo de Peral y, a partir de ese momento, la construcción del submarino, que ya había sido bautizado con el nombre de su creador, tuvo que enfrentarse a todo tipo de trabas.

Desde la propia Marina, un grupo de oficiales veía con malos ojos que el gobierno invirtiera dinero en un aparato que consideraban condenado al fracaso y reclamaban que se gastara en una armada clásica. Esta postura les llevó no solo a oponerse frontalmente al proyecto de Peral, sino a tratar de torpedearlo.

Mientras Peral, llevaba a cabo la construcción de la nave en unos astilleros de San Fernando, sus opositores se dedicaban a denigrar el proyecto y conseguir apoyos en contra del mismo, propagando toda clase de calumnias o compartiendo los detalles del mismo con agentes de potencias extranjeras. Esta actitud encolerizó a Peral, convencido de que países como Francia e Inglaterra trabajaban en proyectos similares.

Pese a todo, el 8 de septiembre de 1888, el Peral, un submarino de acero con forma de huso, de 22 metros de largo y capaz de sumergirse a unos 30 metros de profundidad, estaba listo para ser botado y comenzar sus pruebas.

La junta evaluadora, formada por opositores al proyecto, pusieron todas las trabas posibles al mismo. Así, limitaron la velocidad que podía alcanzar o lo obligaron a navegar con la torreta del periscopio fuera del agua. Debido a ello, las pruebas diurnas no fueron satisfactorias y acusaron a la nave de ser lenta e inestable, además de peligrosa. Estas conclusiones eran radicalmente opuestas a los resultados obtenidos por Peral, pero sirvieron para dar carpetazo al proyecto. En 1890, Cánovas del Castillo ordenó que el submarino fuera desmantelado.

Un año más tarde, Isaac Peral abandonó la Marina y falleció en 1895 en Berlín. Por ello, no pudo comprobar cómo las prestaciones de su invento se revelaron superiores a las de los submarinos alemanes de la Primera Guerra Mundial e, incluso, a las de algunos de la Segunda. Lejos de ser el «trasto» que afirmaba la junta evaluadora, el Peral era un auténtico prodigio para su época. Sin embargo, la envidia y la falta de visión propició que España perdiera una vez más la oportunidad de convertirse en un referente en la construcción de un tipo de naves que pocos años después jugarían un papel decisivo en las dos contiendas mundiales.

2 comentarios:

Jose dijo...

Años después de la guerra hispano-estadounidense, un oficial de la Navy, ya almirante, reconoció que de haber tenido la Armada Española un puñado de estos ingenios de Peral, jamás habrían podido desembarcar ni en Cuba ni en Filipinas. La historia habría sido tan distinta...

Javier dijo...

Sí, eso lo leí. Una lástima que le perdiera la pista, porque lo nombré de pasado cuando presenté en el Gremio de Mareantes mi libro "Crucero Reina Mercedes".