martes, septiembre 11, 2018

Guardia de cómic: reseña a «Mi experiencia lesbiana con la soledad», de Kabi Nagata

Título original:
«Sabishigute Lesbian Fuzoku Ni
Ikimashita Report»
Traducción: Luis Alis para
Nagareboshi SL
FANDOGAMIA ED. CB.
2018, Quart de Poblet
1ª edición
ISBN: 978-84-17058-09-8
143 páginas
Nagata se sirve de sus propios traumas psicológicos y de cómo les puso coto para crear un manga de aspecto caricaturesco, en el que la simplicidad juega a favor de la descripción de lo abstracto

Existen títulos sobre los que destella una luz especial cuando “renuevan la tierra” de las librerías; sobre cuya superficie el espectro se reflecta de forma diferente. Y el título de este manga, como poco, impacta, llegando unos milímetros más profundo. Ante el mismo solo cabe una defensa posible: pensar un «¿Qué narices es esto?». Aún con todos los escudos alzados, lo más probable es acabar derrotado, abriendo sus tapas y dándote de canto con la simpleza del trazo de Nagata, que tan bien le sirve para describir sus ansiedades.

Nagata alcanzó fama con esta historia que publicaba en un web para mangakas noveles o amateurs, logrando, después, el apoyo editorial para publicarla en formato papel. Es una autobiografía en la que la autora se describe como una chica que siente un profundo vacío tras abandonar los estudios universitarios; más que vacío, siente la falta de un lugar en el mundo. La acción comienza varios años después de adoptar tal decisión. La vida de Nagata no tiene una meta y su ser se dejaba gobernar por un Yo que solo quería agradar a sus padres, aunque distara mucho de conseguirlo. Sus trabajos eran siempre penosos y temporales, que la aislaban del contacto social (aunque fueran de atención al público), que aceleraban un estado de ánimo más depresivo, saturado con alteraciones alimenticias y una necesidad de autolesionarse como forma de exteriorizar su dolor psíquico.

La concatenación de sentimientos grisáceos y pesares varios, de lucha contra aquello que la impedía reubicarse, dar con una meta, la llevaron a la necesidad de concertar una cita con una escort lesbiana al entender (antes y después) que había tocado fondo: no es que se hubiera abandonado como ente individual, es que prácticamente era incapaz de comunicarse y el contacto físico y sexual, que podría ser un estadio primero de interrelación, le acabó resultando al final lo más complicado.

Nagata se sirve de sus propios traumas psicológicos y de cómo les puso coto (pues la experiencia sexual la ayudó, en sus momentos previos, a cambiar ciertos aspectos diarios), para crear un manga de aspecto caricaturesco, de amplias viñetas maquetadas a cuatro tiras por cara, en el que la simplicidad juega a favor de la descripción de lo abstracto, llegando así a decenas de miles de lectores ya desde su etapa embrionaria en la web. Nagata ha sido capaz de recoger muy bien los miedos de muchos jóvenes, diría que de todos (sobre todo nipones), paralizados ante el terror a aquello que se esconde tras años y años de estudio y que es la etapa adulta (y una sexualidad aceptada), algo para lo que no todo el mundo está preparado. Y no hace falta ser japonés, pues yo tardé también lo mío en encontrar una parcela en el mundo desde la que no me veía obligado a agradar a nadie o a humillarme.

La lectura, que en la edición de Fandogamia respeta el sentido “invertido” original, es amena y divertida, aunque casi le falta a la autora espacio para tanta cartela explicativa. Es pura narración en primera persona y, aunque en ciertos pasajes resulta reiterativo en cuanto a ideas y conceptos, es digna e instructiva.

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