jueves, enero 24, 2008

El puerto de las brumas

Cuando lo encontraron solo, con el cráneo trepanado y con miles de francos en los bolsillos, todos en el Quai des Orfrevres, el cuartel general de la Policía judicial de París le llamaban “El Hombre” ya que no respondía a lo que se le preguntaba en varios idiomas. Al final se descubrió que aquel hombre mayor era un exoficial de la Marina mercante y capitán del puerto del pueblo norteño de Ouistreham, no muy lejano de Caen, apellidado Joris.

El caso es encargado al comisario Maigret (protagonista de la serie de novelas detectivescas creada por Georges Simenon) y desde el primer momento se encuentra con medias verdades, silencios y evasivas. Empezando por Julie, la criada del capitán Joris, siguiendo por las extrañas conversaciones tabernarias con los escluseros y, terminando, con un demagogo alcalde burgués. En medio de todo aparecerá el hermano de Julie, un expresidiario llamado Grand-Louis, la goleta Saint Michel y un extraño individuo con dinero pero que prefiere pasar la noche en una litera a bordo de una draga semihundida. Medias verdades, vergüenzas y el sonido del mar se entrelazan en una misteriosa aventura que encierra un drama familiar.

Este podría ser una buena sinopsis para esta novela escrita en 1932 (la serie de novelas va desde 1931 a 1972) bajo el título de "El puerto de las brumas" que encontré una tarde de sábado en la estantería de mi capitán, todavía sin quitarle el plástico que la envolvía, nuevecita (tanto que cuando pasé por delante del “Kiddy´s class”, que estaba con la reja puesta, sonó a mi paso la alarma antirrobo). Me pareció un título interesante y me la llevé a casa y así desechar la idea de seguir leyendo “Persuasión” de Jane Austen. Llevaba ya días leyendo dicha obra y me daba la impresión de estar leyendo una y otra vez lo mismo, siempre con el rollo de la posición social y el qué dirán, que me acabó aburriendo de forma notoria. No hay muchos libros que hayan producido dicho efecto en mí, obligándome a abandonarlos.

Cogí la novela de George Simenon, volviendo a dejarme arrastrar en el torbellino del género de detectives, el cual no tocaba desde que estaba en el instituto y leía a Ágatha Christie. Lo cogí como un alivio tras lo de Jane Austen y me enganché desde el principio, paseando con Maigret entre las dunas, por el puerto, en el salón de la casita del capitán Joris o en la del mismísimo alcalde.

Aunque tiene un buen ritmo, una vez pasado el ecuador uno empieza a notar cierto cansancio y que la trama se paraliza casi del todo. Las ansias de seguir se explican simplemente en el deseo de que ésta vuelva a coger ritmo. Los silencios de los personajes no dejan de exasperar hasta que al fin alguien habla y termina de aclarar todo el asunto, momento en el cual, terminamos despidiéndonos con tristeza de los paisajes de Ouistreham.

Aunque le tomas simpatía a Maigret y, sobre todo, al brigada Lucas, el resto de personajes no se muestran casi al lector salvo por descripciones físicas o determinados momentos en los que expresan sus sentimientos. De estos últimos personajes destaca la joven Julie, aunque debido a lo que le sucede al capitán Joris se echa de menos no saber mas sobre él.

Es una buena novela para entretenerse sin mas.

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