Coy es un desterrado de la mar por un accidente. Dos años a la espera de algún buen barco que le lleve lejos de la pérfida tierra firme infestada de mundanos problemas. De esa tierra firme en donde no es mas que un patán torpe. Así se le pasan los días en Barcelona, entre bares, tomando ginebra azul y acostándose con camareras cubanas, sin embargo, una enigmática mujer se cruza con él. Es Tánger Soto, miembro del equipo del Museo naval de Madrid y por la cual, desde el primer instante, se deja arrastrar hacia una peligrosa aventura por algo de lo que somos víctimas muchas veces los hombres: un instinto animal y sexual. Coy solo quiere contar todas las pecas del cuerpo de Tánger.
Hundiéndose en cartas náuticas y en historias de un misterioso bergantín jesuita hundido por un corsario, se acabará encontrando con un cazador de tesoros gibraltareño no muy recomendable llamado Nino Palermo y con su “ranita melancólica”, es decir, su guardaespaldas, un exmilitar argentino que añora sus viejos tiempos en las Malvinas y en
Y como Coy, con sus “leyes”, nos dejaremos arrastrar también con Tánger por las calles de Barcelona, Madrid, Cádiz y Cartagena, además de sumergirnos en las aguas del Mediterráneo en busca de un tesoro oculto por el tiempo y que pone sus vidas en peligro.
Bien podría ser esta la sinopsis de “La carta esférica” de Arturo Pérez – Reverte, afamado autor de “Las aventuras del capitán Alatriste” entre otras novelas de gran éxito tanto dentro como fuera de España.
En términos generales me ha gustado la novela, aunque, al igual que otras muchas personas con las que he comentado sobre la misma, el final deja bastante de qué desear. Pérez – Reverte se lo pudo haber trabajado mas.
Resulta curioso ver los detalles que va dejando a lo largo de las páginas sobre otros autores de temática naval como el gran Joseph Conrad, como si fueran hojas secas en otoño. Decir primero que el accidente de Jim y Coy pueden relacionarse, ya que ambos meten la pata, pero se quedan para enfrentarse a las consecuencias. Por otro lado, los buques en los que Coy ha formado parte del rol tienen los mismos nombres que los barcos en los que Conrad estuvo embarcado (Palestine, Otago…).
Lo que mas me ha gustado de todo el libro han sido las anécdotas de la “tripulación Sanders” con el Torpedero Tucumán y el Gallego Neira. Sus peleas y sus correrías nocturnas por todo el globo. Por otro lado y en contra punto, la obsesión de Coy llega, en ocasiones, a cansar, aunque, la verdad, todos nos hemos sentido alguna vez atraídos por una mujer de la misma forma que él.
El gran error de la novela, en mi humilde opinión, y aparte del final, es la inclusión de un personaje extraño en los últimos compases de la novela que no sé a qué viene. Es un profesor de universidad (si no me falla la memoria, de cartografía en Murcia) que aparece en un capítulo, en primera persona, como si fuera un capitán Marlow contándonos la historia de Coy, Tánger, El Piloto, Nino y Horacio que no encaja para nada y que me parece un error. El capitán de Conrad aparece como narrador en varias historias, pero no tarda hasta el final en aparecer. La inclusión de dicho profesor narrador no aporta nada, sobre todo por que muchas veces los pensamientos de Coy inundan las páginas y se convierte en una especie de narrador junto al escritor.
3 comentarios:
Casualmente compré hace unos días el libro de Alatriste, para leerlo este verano (con todos los que tengo pendientes, ja, ja), porque no he leído ningún libro de Pérez Reverte. Gracias por la información, porque así tengo más idea de este autor. Saludos
De nada, Ligia
.-JAVIER: Gracias por tus comentarios sobre la obra "La Carta Esférica" de Arturo Pérez-Reverte.
.-Yo me he leído hace poco Un Día de Cólera" y me ha pasado algo parecido. En el enlace te dejo mis impresiones sobre la obra y sobre este autor del que sólo he leído esta obra.
.-Saludos desde Cosas y Casos de Andybel.
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