Ayer estuve por escribir este post, justo cuando me quedaban 37 páginas para corregir y llegar, de una vez por todas, al final de la novela. Me siento feliz, pero triste a la vez. Ha sido un esfuerzo titánico. Nunca me he enfrentado a semejante desafío literario y temo no encontrar terreno fértil después de caminar tantos meses por tierras desconocidas.
El próximo lunes 27 hará un año desde que comenzara a escribir una novela que fui descubriendo casi en plan Stephen King: desenterrando el fósil, pero ayudándome de los hechos reales de la guerra del Pacífico.
En un principio iba a ser una novela sobre un piloto o un artillero a bordo de un Helldiver, pero fue en mi cabeza mareándose la idea hasta decidirme por un artillero inscrito al rol de una unidad de superficie. Se me hacía demasiado grande lo de ponerme a estudiar pilotaje y tal. Aunque al final he acabado estudiando artillería.
Sin embargo, ¿dónde encuadrarlo todo? Visionando películas y libros, me fui creando un universo (que no copiando) y decidí el pasado del personaje principal y de todos los demás. Un inicio solo. Cierto es que muchos pasajes son situaciones que he visto con mis propios ojos en la vida real. Quizá alguno me achaque tal hecho como de escritor cutre, pero ¿cómo voy a hablar de la gente sin ver lo que le pasa a las personas que me rodean? Si he de escribir, lo he de hacer sobre lo que sé, y mi propia experiencia, la de mis conocidos y hasta de desconocidos, enseñan lo que es la vida.
Solo necesitaba un momento para comenzar a escribir y llegó aquel día 27 de Diciembre de 2009.
En realidad comencé a escribir sin tener ni idea. No sabía nada. Fue cuando me puse a buscar como un loco todo. Cuadernos de bitácora, planos de buques, manuales de artillería, etc. Relacionar todo sería demasiado largo y hasta costoso (el contar todos los euros que he invertido podría ser un golpe o un susto). Es que hasta me he comprado un mapa original de 1943 del avance de la guerra en Europa y el Pacífico editado por un periódico de Chicago o el manual que se entregaba a cada recluta cuando era admitido en la US Navy.
Gracias al hilo histórico real, he podido ir engarzando la vida de mi personaje, el segundo de artillero de segunda clase James Edgar Larrabeitia “Lars”, con pinceladas de su familia, sus amigos del buque como Carlson, Frank, Hart, Monroy…, de sus enemigos e, incluso, de sus amores.
Escribía a diario, aunque fuese un par de líneas, siguiendo el consejo de Luís Mollà (aún no soy capaz de emular al ya mentado S. King, que dice que para ser una buen escritor, aparte de todas las “herramientas”, hay que escribir hasta 2.000 palabras todos los días, hasta el de Navidad y el de tu cumpleaños). Así llegué hasta un límite que me parecía aceptable para escribir la novela de un tirón: hasta las 150.000 palabras. Hecho que aconteció el Agosto de este año. Momento en el que decidí, sin parar de darle a las teclas, pulir y ajustar, estudiar y encajar todo. No sé si lo he conseguido, pero ya está. Tiene un comienzo y un fin que no supe hasta que llegó. Es más fue difícil tragar la noticia del destino de algunos personajes.
Ayer conté las palabras y han llegado (después de borrar varios cientos y cientos de palabras en las cuatro partes en las que dividí la novela para su corrección) a las 167.478 palabras.
En estos largos meses de ajuste y pulido hasta la corrección, digamos, definitiva (no creo), mi cerebro ha sido bombardeado por decenas de ideas para la continuación de esta novela. Me parece precipitado continuar por esa senda sin saber si lo que he escrito pueda interesar a alguien. También “abandonar” la época de la IIGM que tanto me gusta para internarme en los últimos años de la década de los años ´40 y con todo lo que acarrea…
Tengo ideas para otros proyectos, pero no terminan de cuajar por mucho que me esmere el primer día escribiendo hasta 3.000 palabras de una tacada. Es como si solo me sintiera cómodo y con ideas agradables al teclado con las desventuras de Lars.
Vosotros, ¿qué me aconsejáis?
Ahora estoy con el tema gráfico de la novela. Con planos, fichas, mapas… que quiero incorporar para que el que lo lea “esté allí”. Que cuando hable de un CVE del tipo Casablanca, se sepa por el lector lego cómo es.
Creo que es hora de cerrar el grifo de mi mente sobre el teclado en este post.
A continuación os dejo, para aquellos curiosos, la estadística de mis días de esclavitud con la novela, por periodo, total escrito hasta entonces, palabras por periodo y media de palabras por día.
Parece mentira que creciera tan rápido.
Fe de Erratas: es 16.025 en el tramo de Enero 2010 y no 6.025.
2 comentarios:
Pues como todo trabajo tiene su recompensa... aquí tienes a alguien a quien si le puede interesar (y mucho) tu obra.
Esfuerzo titánico. ENHORABUENA JAVIER!!
Y feliz Navidad!
Gracias José, espero que me concretes la naturaleza de tu interes: leerla, publicarla, usarla para lanzar aviones de papel... ;P
Gracias de verdad y también por tus deseos!
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