lunes, octubre 03, 2011

La joven del agua

Título original: “Lady in the water”. USA 2006. 110 Min. Género: Thriller fantástico, drama. Color. Director: M. Night Shyamalan. Interpretación: Paul Giamatti (Cleveland Heep), Bryce Dallas Howard (Story), Jeffrey Wright (Sr. Dury), Bob Balaban (Harry Farber), Sarita Choudhury (Anna Ran), Cindy Cheung (Young-Soon Choi)...

Si no recuerdo mal, esta es la quinta película que nos ofreció este director de nombre tan exótico, propio de su país. Nos habíamos acostumbrado a que nos trajera films que nos dejaran clavados en las butacas, aunque, eso sí, en cada entrega la calidad de su Loctite era inferior, con algunos buenos atisbos de cine de terror e intriga, eso sí.

Muchos creímos, cuando contemplamos tan enigmático poster, que Shyamalan volvía a traernos otra obra de suspense, de terror paranormal, de escenas en las que un escalofrío nos recorrería el espinazo; sin embargo nos topamos con algo totalmente diferente con un inicio que, por medio de pictogramas que tratan de recrear momentos del lejano pasado prehistórico, nos habla de una relación con seres del mar y del olvido del Hombre hacia ese mundo. Justo rompiendo ese relato, nos trasladamos a la urbanización The Cove, en la que Cleveland Heep (Paul Giamatti) ejerce de aguerrido, frustrado y servicial conserje y, con un comienzo tan extraño y difícil de digerir a la primera, vamos paseándonos ante diferentes personajes y vecinos, a cada cual más extravagante, entre los que acabas dándote cuenta de que la más normal es Young-Soon, una sexy chica de origen asiático. Los vemos mientras Cleveland introduce al nuevo miembro de la urbanización, un estirado crítico de cine que se acaba hasta creyendo que la vida real es tan ordinaria y burda como todo el tinglado mental que se ha creado para desvelar los argumentos de falta de originalidad que pueda escupir Hollywood o cualquier productora.

Por último nos queda por conocer al ser más extraño de la urbanización y de cuya existencia sabe Cleveland una noche. Es Story, una chica pálida y de mirada de otro mundo, una ninfa acuática cuya civilización y leyenda son relatadas por viejos cuentos que Young-Soon conoce a través de su bisabuela y que su madre desvela a regañadientes.

Casi sin saberse cómo, tanto Cleveland como el resto de la urbanización se involucran con el ánimo de ayudar a Story a volver a su mundo, al “Mundo Azul”, y a escapar del feroz depredador que la acecha.

Hasta el propio Shyamalan se reserva un papel para él mismo, con el que podemos apreciar el poder de percepción de Story.

Para muchos cinéfilos es una de las peores películas de Shyamalan y a mí, cuando vi el principio no es que me fuera haciendo mucha gracia hasta que me di cuenta de lo que era: un desesperado grito al hombre de hoy, que olvida sus creencias ancestrales, que se cree único en su soledad de mente cuadriculada de hormigón dentro de una urbanización. Es un cuento en toda su medida. Un viejo cuento que bien podría haber sido escrito por Andersen, pero ambientado en nuestra época moderna. También es un grito para que no perdamos para siempre aquello que nos hizo ser niños una vez y que desaparece cuando llegamos a la edad adulta. Así tenemos frases como “quiero creer que es un cuento de verdad” o “quiero volver a ser un niño” que se pueden escuchar en boca de varios personajes hacia el último tramo de la película.

También es un canto a la esperanza del ser humano, a su posibilidad de luchar contra el mal con todas sus fuerzas y a que viajemos con la imaginación más allá de los iconoclastas que quieren doblegar nuestra mente, y que acabemos con ellos también.

Al menos estas son las lecciones que he aprendido con esta obra de Shyamalan que no merece, al fin y al cabo, se acribillada como ya fue en su momento.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy Mali. Pues a mí me gustó una barbaridad. Creo que se te ha olvidado mencionar que para salvar a Story, los habitantes de ese micromundco que es la urbanizacion, deben de unirse. Es una alegoría de que el ser humano es capaz de lograr objetivos y metas si trabaja junto a sus congeneres, olvidando egoísmos y rivalidades. Unión y esfuerzo que en hoy en día se ha olvidado y es tan necesario en estos tiempos de crisis.