¿Qué es
esto? ¿Que ayer viendo el cuarto capítulo de “Juego de Tronos” no me quedé
dormido? Pues sí, amigos. Resulta extraño, aunque, a decir verdad, no es que me
acuerde de mucho, aunque como salen algunos personajes que me gustan, sobre
todo por sus diálogos, la cosa mejora, sobre todo viendo como la rubita ya no
es la mojigata vendida por su hermano, un niño mimado e idiota (me ha parecido memorable la relación de reyes godos... perdón, de dragones, mientras "rejoneaba" a su esclava en la bañera), al mejor postor para
recuperar el trono.
¿Me estaré
volviendo un friki del asunto? No, creo que no. No nos está enamorando a pesar
del despliegue de escenarios y buena ambientación medieval. Hasta la persona en
casa que nos “obliga” a ver la serie ya se va a dormir antes de que termine el
capítulo…
Bueno, mi dictamen
es que si el de la semana pasada estuvo mejor, este no se queda atrás. Al menos
no bostecé.
Por cierto,
no quiero que este blog pase de ser marinero a ser únicamente de crítica de “Juego
de Tronos.” Quizá sea esta la última vez que la mente, a no ser que salga algo
más que destacado. Tratar dos veces en la misma semana sobre este tema, puede
resultar agotador.
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