“Watchmen” está considerada como una de las mejores cien novelas escritas a lo largo del pasado siglo. Sí, digo bien, novela, por mucho que para una gran mayoría “solo” sea un cómic. Podríamos decir que es el germen de esa categoría tan discutida como es la novela gráfica.
A mediados de la década de 1980, un tipo de origen inglés, con más pelo por centímetro cuadrado en la cabeza que una nutria en todo su cuerpo, con unos delirios anárquicos que arrastran sus ideas como guionista y que responde al nombre de Alan Moore, creó una historia de superhéroes que no lo eran, de enmascarados cuyo brillo se había agotado y que vivían en un mundo decadente. Más bien es una historia sobre la humanidad en sí y sobre la decisión que hay que tomar por el bien común, tanto a escala planetaria como a nivel de calle.
Tomando prestados personajes de una editorial comprada por la DC (la Charlton), y moldeándolos en un mundo criptográfico al borde del cataclismo nuclear, nos va desvelando los secretos de sus protagonistas y de una sociedad gobernada por una Autoridad que apesta (un lógico efluvio anarquista más).
Detenerse en detallar al Comediante, a Rorschad, al Doc Manhattan y a los demás, supondría retomar un sendero ya abierto por otros y que ya se ha convertido en una autopista. Así que me gustaría comparar un poco la novela gráfica con su adaptación al cine o viceversa. Para la gente que no sabía nada de “Watchmen” les pareció una película de superhéroes con demasiado contenido. Para los, digamos, más puristas de Alan Moore (tanto o más que él mismo), fue motivo suficiente para clamar al cielo con las manos crispadas y los ojos inyectados en sangre. Por suerte no tuvieron que exigir que sus nombres fueran borrados de los títulos de crédito por que, por supuesto, no estaban.
Cierto es que hay adaptaciones de las obras de Moore tan nefastas como de “From Hell” o “The League of the Extraordinary Gentlemen”, que, por falta de ganas, no dedicaré segundos ni de mi tiempo ni del vuestro, pero no es menos cierto que este hombre que, una vez comprados los derechos por las productoras, no se preocupa lo más mínimo de guión, casting ni de nada. Quizá por eso no tenga mucha razón a la hora de quejarse de la película de Snyder ni de la que se dedicó a “V de Vendetta” del modo en el que lo hace. Se me antoja cierta actitud pueril por parte del Sr. Moore, como una rebelión contra las superpotencias productoras, abanderado con la A de Anarquía, pero más bien por cierto espíritu ególatra. Bien podría ser nuestro Ozymandias de carne y hueso.
No vamos a discutir que en el cómic el asunto Eduard Blake – Ms. Júpiter se desarrolla a otro nivel y mejor; que en la peli se olvidan de muchos elementos constantes y recurrentes en la trama organizativa de la novela, y hasta de la brutal muerte del primer Búho Nocturno, como de otras muchas cosas. Pero el filme, en muchas ocasiones, va de la mano del guión que escribió Moore décadas atrás, bebiendo mucho de las viñetas de Gibbons, por no decir que el gran acierto de los que adaptaron el cómic fue el darle un final más creíble y duradero que el que le concedió el propio autor. El plan maestro se mantiene, pero en la pantalla se da un significado más generalizado y sin “intervención” extraña. No voy a continuar por este desvío para no dar spoilers.
A mediados de la década de 1980, un tipo de origen inglés, con más pelo por centímetro cuadrado en la cabeza que una nutria en todo su cuerpo, con unos delirios anárquicos que arrastran sus ideas como guionista y que responde al nombre de Alan Moore, creó una historia de superhéroes que no lo eran, de enmascarados cuyo brillo se había agotado y que vivían en un mundo decadente. Más bien es una historia sobre la humanidad en sí y sobre la decisión que hay que tomar por el bien común, tanto a escala planetaria como a nivel de calle.
Tomando prestados personajes de una editorial comprada por la DC (la Charlton), y moldeándolos en un mundo criptográfico al borde del cataclismo nuclear, nos va desvelando los secretos de sus protagonistas y de una sociedad gobernada por una Autoridad que apesta (un lógico efluvio anarquista más).
Detenerse en detallar al Comediante, a Rorschad, al Doc Manhattan y a los demás, supondría retomar un sendero ya abierto por otros y que ya se ha convertido en una autopista. Así que me gustaría comparar un poco la novela gráfica con su adaptación al cine o viceversa. Para la gente que no sabía nada de “Watchmen” les pareció una película de superhéroes con demasiado contenido. Para los, digamos, más puristas de Alan Moore (tanto o más que él mismo), fue motivo suficiente para clamar al cielo con las manos crispadas y los ojos inyectados en sangre. Por suerte no tuvieron que exigir que sus nombres fueran borrados de los títulos de crédito por que, por supuesto, no estaban.
Cierto es que hay adaptaciones de las obras de Moore tan nefastas como de “From Hell” o “The League of the Extraordinary Gentlemen”, que, por falta de ganas, no dedicaré segundos ni de mi tiempo ni del vuestro, pero no es menos cierto que este hombre que, una vez comprados los derechos por las productoras, no se preocupa lo más mínimo de guión, casting ni de nada. Quizá por eso no tenga mucha razón a la hora de quejarse de la película de Snyder ni de la que se dedicó a “V de Vendetta” del modo en el que lo hace. Se me antoja cierta actitud pueril por parte del Sr. Moore, como una rebelión contra las superpotencias productoras, abanderado con la A de Anarquía, pero más bien por cierto espíritu ególatra. Bien podría ser nuestro Ozymandias de carne y hueso.
No vamos a discutir que en el cómic el asunto Eduard Blake – Ms. Júpiter se desarrolla a otro nivel y mejor; que en la peli se olvidan de muchos elementos constantes y recurrentes en la trama organizativa de la novela, y hasta de la brutal muerte del primer Búho Nocturno, como de otras muchas cosas. Pero el filme, en muchas ocasiones, va de la mano del guión que escribió Moore décadas atrás, bebiendo mucho de las viñetas de Gibbons, por no decir que el gran acierto de los que adaptaron el cómic fue el darle un final más creíble y duradero que el que le concedió el propio autor. El plan maestro se mantiene, pero en la pantalla se da un significado más generalizado y sin “intervención” extraña. No voy a continuar por este desvío para no dar spoilers.
No se puede quejar el Sr. Moore de que el Rorschad cinematográfico es mucha más interesante e impresionante, ni de que no hayan dejado atrás casi ninguna de las referencias musicales con las que iba diseminando a lo largo de las páginas que, lamentablemente para alguien que tiene el cómic con el precio en pesetas y con una traducción que obvia esos detalles, tardó en comprender su banda sonora.
Crear un “Watchmen” que le gustase a Moore es imposible y creo, en mi discutida y discutible opinión (como la de otro cualquiera) que lo que se vio en la gran pantalla en 2009 es un homenaje fiel en lo posible, carente de mutilaciones innecesarias y de mamarrachadas de una obra muy compleja a todos los niveles.
Este imaginativo y conflictivo individuo para el cual se tuvo que crear hasta editoriales paralelas y hasta fantasma para calmar su genio, ha sido denunciado como un guionista que echa capas y capas sobre historias y personajes huecos. Una falta total de originalidad. No estoy yo muy de acuerdo, pero algo tendré que decir y que me viene a la mente como un continuo flash. Como escritor que soy, con el paso de los años me he dado cuenta de lo fácil que es escribir tomando un mundo ya creado de antemano. Ya os comenté hace ya un tiempo que la primera vez que escribí con algo de fluidez fue haciendo (intentando) un fanfic del universo “Seaquest”. Moore, en casi todas las obras que ha destacado, nos trae personajes ya creados por otros, cuyas bases ya estaban allí. Lo mismo se da con los protagonistas de “Watchmen”, con esos superhéroes de otra editorial, que con Alan Quatermain o su particular Guy Fawkes, siendo que lo último que se le conoce, “Lost Girls”, se sirve de personajes femeninos de historias como “Peter Pan” o “Alicia en el País de las Maravillas”. Coge algo ya inventado y lo deforma a su conciencia. Que para unos mejore y para otros empeore el resultado es cuestión de gustos y disgustos, pero no es un crimen.
Crear un “Watchmen” que le gustase a Moore es imposible y creo, en mi discutida y discutible opinión (como la de otro cualquiera) que lo que se vio en la gran pantalla en 2009 es un homenaje fiel en lo posible, carente de mutilaciones innecesarias y de mamarrachadas de una obra muy compleja a todos los niveles.
Este imaginativo y conflictivo individuo para el cual se tuvo que crear hasta editoriales paralelas y hasta fantasma para calmar su genio, ha sido denunciado como un guionista que echa capas y capas sobre historias y personajes huecos. Una falta total de originalidad. No estoy yo muy de acuerdo, pero algo tendré que decir y que me viene a la mente como un continuo flash. Como escritor que soy, con el paso de los años me he dado cuenta de lo fácil que es escribir tomando un mundo ya creado de antemano. Ya os comenté hace ya un tiempo que la primera vez que escribí con algo de fluidez fue haciendo (intentando) un fanfic del universo “Seaquest”. Moore, en casi todas las obras que ha destacado, nos trae personajes ya creados por otros, cuyas bases ya estaban allí. Lo mismo se da con los protagonistas de “Watchmen”, con esos superhéroes de otra editorial, que con Alan Quatermain o su particular Guy Fawkes, siendo que lo último que se le conoce, “Lost Girls”, se sirve de personajes femeninos de historias como “Peter Pan” o “Alicia en el País de las Maravillas”. Coge algo ya inventado y lo deforma a su conciencia. Que para unos mejore y para otros empeore el resultado es cuestión de gustos y disgustos, pero no es un crimen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario