Título original: “Kaze no na
wa amunejia” Japón 1993. 80 Min. Género: Ciencia Ficción. Color-animación. Director: Kazuo Yamazaki. Mayores de
13 años.
Gran parte de
los mangakas y productores y directores de Anine que han marcado el Género, son
hijos de la postguerra. Una obsesión enfermiza campea a sus anchas por los
recónditos escondrijos de sus mentes y no parecen tener otra opción que la de
transmitirla a sus obras: el Apocalipsis nuclear. No solo la experiencia real y
por duplicado en su nación los marca, sino el verse creciendo en medio de un
conflicto de fuerzas descomunales en una carrera hacia nuestro fin como especie
los ha marcado.
De un simple
vistazo al póster de esta película que os traigo hoy, podríamos decir, de
antemano y por acto reflejo, que nos encontramos antes otro trabajo absorbido
por ese miedo a lo que pasa después de que estalle la Bomba, a las carreteras
salvajes... pero no es así.
¿Podríamos
hablar de Apocalipsis en este filme? No estoy muy seguro. Una civilización
extraterrestre, que se autonombra nuestra protectora, ante la destrucción a las
que nos dirigimos con paso acelerado, interviene de forma drástica (olé, sus
huev...). Un día, un viento extraño se extiende por todo el planeta. Hombres y
mujeres de las cavernas vuelven a refugiarse bajo las bóvedas, pero no son
grutas naturales, sino edificios que se desmoronan. Se reúnen ante un fuego
recién descubierto. No son trogloditas. Sus raídas ropas del s. XX lo
demuestran. Han olvidado todo, miles de años de evolución y aprendizaje. Han
regresado al Pasado, pero es 1992 y estamos en la ciudad de Los Ángeles. Allí
conoceremos a Wataru enfrentándose a un bípedo robot de control de la Policía
con capacidad de autorrepararse y con una mala leche contra el prota que no es
normal en un amasijo de microchips. En el interior de la máquina, una macabra
escena se deja ver a través del flexiglass: el esqueleto de su operador. Una
muerte horrible, sin saber cómo salir de aquel engendro del que, por un simple
soplo de viento, condenó a ese hombre morir encerrado y de hambre.
Wataru, no hay
que correr mucho, es diferente a todos los humanos con los que nos hemos
cruzado desde que hemos puesto el DVD en el reproductor. No es solo que tenga
un nombre y hable, sino que sabe conducir un jeep y maneja a la perfección un
arma de fuego. La razón de estas extraordinarias cualidades la iremos
conociendo cuando nos hable de Johnny, un chico en silla de ruedas, pero con
unos increíbles poderes psíquicos, que no se vio afectado por el viento.
Recluido en un centro de investigación del Gobierno, encuentra a Wataru y le
enseña a recuperar todo lo perdido (en parte) gracias a una máquina que
potencia la capacidad cerebral. Johnny, muy consciente de que no le queda mucho
tiempo de vida y que ha de dejar como legado a la nueva Humanidad a alguien que
les guía, se esfuerza en que éste sea un adolescente al que dará la misión de
viajar por el mundo enseñando lo que sabe a los hombres. Por esta razón, le
dará el nombre de viajero en japonés a nuestro protagonista.
Como decía,
estamos en Los Ángeles y allí Wataru se topará con una extraña mujer, Sophia,
que también habla y que le ayudará a recorrer un país en ruinas, con un alto en
la enigmática Ciudad Eterna, hasta Nueva York, siempre perseguidos por esa
cansina máquina policial.
Al final del
filme se nos dará a conocer el por qué de la decisión extraterrestre que os
adelanté muy al principio (sabremos que han sido ellos, también), momento éste
en el que os comentaré mis impresiones. Aunque la historia es interesante,
adolece de ciertos defectos que van desde el propio guión al apartado gráfico
en cuanto a detalle y realismo. En ciertos momentos parece que no va más allá
de la lucha y persecución con el robot policial de por medio, supongo que es
una alegoría sobre el poder de las máquinas sobre el hombre modernos que
debemos combatir para que no se nos avasalle. Hay algo de reflexión sobre
nuestra forma de vida y civilización, pero mediada la película, pierde
bastante.
En el aspecto
gráfico hay una serie de incoherencias que, aunque parezcan increíbles, ya se
han visto en varias producciones de temática y ambientación similares. Me
explico. No han pasado más de 5 años desde que el Viento arreciara por todo el
planeta y nos encontramos con rascacielos que se derrumban y colapsan por falta
de mantenimiento (¡!), mientras que las carreteras están en perfectas
condiciones, pero sin un solo vehículo que entorpezca el paso al jeep de
Wataru, ni aún cuando atraviesa en puente de Brooklyn (¿?). La lista de
detalles de este tipo, que son los que van restando ambiente, podría ser
demasiado larga y, por supuesto, no he perdido el tiempo en confeccionarla.
Dando por terminada
esta reseña, no es una gran obra que vaya a pasar a la Historia del género,
pero se deja ver y hasta se permite unas notas finales de esperanza.
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