martes, marzo 28, 2017

Guardia de cómic: reseña al manga «Regreso al mar», de Satoshi Kon

Planeta de Agostini, Barcelona, 2013
208 páginas
ISBN: 978-84-15480-77-8
Una fábula moderna que describe nuestra vinculación ancestral con la Naturaleza (algo intrínsecamente japonés) y las consecuencias rupturistas con dichos lazos que devienen del desarrollo urbanístico irracional en la costa

«Regreso al mar» es un tomo editado en España por NORMA y que recopila la historia, del mismo título, publicada semanalmente en la revista de manga Young Magazine. En su momento, fue la primera obra larga para un sufrido y tristemente desaparecido mangaka y director de anime que respondía al nombre de Satoshi Kon; quien, tras su conclusión, acabó con sus huesos en un hospital al haber generado una hepatitis A como consecuencia de su alcoholismo galopante. Como bien afirma en las notas que dedica al tomo, la peor parte del tsunami, que asola la costa de la ficticia Amite al final de la narración, se la lleva el propio autor.

Escrita y dibujada a uña de caballo en 1990, «Regreso al mar» es una fábula moderna que describe nuestra vinculación ancestral con la Naturaleza (algo intrínsecamente japonés) y las consecuencias rupturistas con dichos lazos que devienen del desarrollo urbanístico irracional en la costa (en este último inciso, Satoshi no nos tiene porqué dar lecciones, pues en nuestra tierra estamos más que escarmentados (algunos) tras largos años en los que las playas y arenales han ido dando paso al simple hormigón).

Esta obra se desarrolla en la ficticia localidad costera de Amite y en la llamada Kamijima, la isla de los dioses, cuya principal y humilde fuente de riqueza es la pesca de bajura. Sobre ellas, un consorcio empresarial ha clavado sus golosos ojos con el propósito de convertirlas en un foco de atracción para el turismo y dinamizador de la economía de la comarca. Y todo eso sucede mientras la población es completamente ajena a que en un templo shinto, ubicado en la cima de una empinada escalinata, se guarda un secreto que ha sido custodiado durante siglos: cada sesenta años se recoge y devuelve al mar un huevo de sirena, una extraña esfera que permanece entre los muros del recinto sagrado, oculta a las miradas de los curiosos que habitan o visitan un pueblo, cuya tradición lo vincula a un pacto con el mar y una sirena. 

El huevo que se conserva siempre sumergido en agua salada, el contemporáneo con la historia que cuenta Satoshi, lo recogió el abuelo de Yosuke, el protagonista principal. Sin embargo, los mimos y cuidados para con la extraña reliquia se saltan una generación y Yozo, hijo y padre respectivamente del abuelo y Yosuke, como responsable del templo Amitsu y hombre con peso en la comunidad, tiene planes muy diferentes a los puramente religiosos: quiere que Amite se modernice y cuente con infraestructuras y servicios, algo muy loable (sabremos del porqué de su obsesión cuando se nos relate el fallecimiento de su esposa); pero se ciega ante la irracionalidad desaforada de los promotores urbanísticos que han tomado el control, atentando contra la identidad y el respeto a las tradiciones de las gentes del lugar. Comprobaremos que el texto defiende el desarrollo humano, pero con equilibrio. 

También Satoshi, en menor medida, mete el dedo en otros aspectos muy comunes en los pueblecitos: para ello se sirve de Natsumi, una joven que ha regresado de la ciudad y de la que Yosuke lleva largo tiempo perdidamente enamorado. Ella, en comunión con el monstruoso plan de urbanización, representa, a pesar de todo y de ser una heroína en la narración, a aquellas personas a las que les encanta el pueblo cuando hace sol y durante las cortas semanas de veraneo, pero nada más; los problemas del villorrio no van con ellas. 

Satoshi construye una narración en la que terminan confluyendo elementos de fantasía, cada vez más palpables a medida que avanzamos en la lectura. Sea lo que fuese, lo que hay en el interior de la esfera está vivo y Yosuke comprenderá qué le une al mar que contempla cada mañana y al que respeta y teme; el mismo del que, años atrás, él salió con vida y su madre no.

Debemos apuntar que la narración cuenta con un desarrollo extraño. Puede que esto se deba a los apuros temporales y al estrés que provocó el proyecto. El autor comentó en su día que trató de solventar los errores que observó en frío, para el tomo recopilatorio, modificando líneas de diálogos e, incluso, añadiendo páginas que vistieran mejor al argumento. Quizá la peor parte la encontremos hacia el tramo final, que es una abrupta carrera a trompicones. No logro acertar para qué quiere tanto lío, aún cuando vemos que el autor es muy capaz con las escenas cinéticas. 

No es un relato que depare muchas sorpresas a un lector de mente calenturienta y que sepa al dedillo de qué pie cojean la mayoría de los mangakas; pero, por ello, no desmerece en absoluto esta fábula actual en defensa de un equilibrio entre desarrollo, modernidad, Naturaleza y tradición.  

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