Mantiene cierto atractivo propio al género, aunque acabe siendo un título bastante insulso
Hubo demasiados titulares negativos que marcaron la inestable y caótica década de 1980, por mucho que la nostalgia saque hoy brillo y purpurina a base de cera marca “Falsete Máxima”. La relación de hechos históricos es larga y desesperanzadora. Solo la caída del Muro de Berlín en 1989 fue un distante punto brillante en el firmamento que nos insufló la posibilidad de creer en un mundo y un futuro mejores. Y a esa época artificiosa y de neón, por ser aquella en la que eran niños ajenos a los problemas de verdad, a esa roca a la que se agarran algunos de mis coetáneos, a semejanza de percebes de baja cotización en la lonja. Y nos dirigimos a esos años en los que se vivió la irrupción a lo bestia de la droga en nuestras calles y que en EEUU acabó vinculándose con la lucha contrarrevolucionaria y anticomunista en Centroamérica. (sigue leyendo)
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