Mediado ya el nuevo libro de mi amigo Juan Granados, ya va siendo hora de ir escribiendo algo sobre las impresiones que su lectura está generando en mi interior, impresiones que, sea dicho de paso, no están completas ya que no he finiquitado aún la labor y no he llegado a la última página.
Gracioso ha sido su comienzo, siempre con algún malentendido, o no tanto, que causa cierta confusión y diversión en esta aventura en la que hay mucho en juego con el tratado de 1750 entre España y Portugal y las ansias de éstos últimos por hacerse con los territorios de los Siete Pueblos guaraníes, las famosas reducciones jesuíticas donde se trató de lograr una especie de utopía teocrática. Algo que es conocido, aunque sea de oídas, por casi todos.
Como historia paralela que al principio no sabes a qué viene, pero que poco a poco se va acercando al Paraguay, corre ese proyecto de la reconstrucción del Templo de Salomón conforme a la interpretación del padre Villalpando de las Profecías de Ezequiel, interpretaciones quizás, demasiado desorbitadas, escandalosas y pretensiosas. Pasadas las hojas, te vas dando cuenta que dicho proyecto pueda ser una realidad bien lejos de Jerusalén.
La lectura de la narración de Juan es interesante y agradable, con un Sartine que quiere liberarse de sus viejos demonios y de una sombra jesuítica que se alarga demasiado. Interesante porque ha creado en mí la misma sensación que la primera parte de las aventuras de este particular intendente de la Marina española, la cual me arrancaba minutos por doquier para continuar devorando páginas (cierto que en esta ocasión estoy menos sobrado de tiempo).
Es un libro lleno de curiosidades que se van enlazando, también de acción y relajación, por supuesto, pero que supone que en cada página pase algo nuevo. Me llama la atención en sobremanera debido a mi educación superior en un centro jesuita.
3 comentarios:
Hola a todos:
Se da la particularidad de que Juan escribe de tal manera, que ademas de hacer una gran novela, la llena de informacion historica, que en un manual seria densa, pero que tiene un encaje perfecto en la novela y que muestra la maestria y el conocimiento del autor.
Un saludo.
Muy buenas,
Me sorprende que no comentes la relación del intendente Sartine con las "sirenas", porque aparte del desasosiego que es lógico que le produzca estar enamorado de la esposa de su peor enemigo, su relación con la tabernera holandesa tiene su qué. Y cómo no mencionar a la estupenda galería de secundarios. Una gozada de novela histórica, muy al margen de la novela histórica al uso.
Tienes toda la razón Wallenstein77, una maestría de encaje histórico.
Hombre, Anónimo, entre los viejos demonios que he indicado, está Catalina, por supuesto. Todavía hay tiempo para una nueva reseña para cuando la termina.
Publicar un comentario