Tanto cañonearon con esta serie… Que si era la más esperada del año… Que si era la siguiente obra maestra de los creadores de “Lost”… Que, claro, a uno se le abre un apetito voraz de que atravesara sus retinas cuanto antes. A pesar de todo, no creáis que recurrí al “disco con agujero”, merecedor de un sentido homenaje.
Con un comienzo con voz en “off” prometedor sobre una inexplicable desaparición en masa de presos y personal de la prisión de Alcatraz en 1963, encubierta bajo un supuesto cierre de las instalaciones por problemas económicos de mantenimiento, arranca esta serie que se va deshinchando con el paso de los minutos. El asunto se queda en esta interesante introducción y no va más allá que a otra serie con poli traumatizada por la muerte de su compañero, aún acompañada de alguien como nuestro añorado “Hugo” en un personaje de su estilo, experto en la Historia de la prisión y en cómics, que casi lo acaban convertiendo en el dependiente de la tienda “La Mazmorra del Androide” de Springfield.
Vamos, que termina siendo otra serie de “cazacriminales” de escaso fondo en la que, encima, conocemos el “modus operandi” de todos los presos de antemano, los cuales, por arte de magia, se materializan siempre en San Francisco, donde no tardan mucho en reanudar sus actividades delictivas o en realizar una escalada, como si no pasara nada y como si, de repente, no les importara tener el culo pegado siempre en el mismo área, la cual coincide con la de la unidad especial que se encarga de apresarlos de nuevo.
La calidad de los capítulos, en los que la simple presencia de San Neill debería darles la nota de sobresaliente, varía según el criminal sobre el que se centra la investigación, aunque ya cuenta con un patrón conocido que, a pesar de permanecer oculta la resolución del misterio de la desaparición del ’63 (que seguro que tiene mucho que ver con esas extracciones de sangre sin motivo en la enfermería), hacen perder el interés creado “a priori.”
Por suerte, los episodios son autoconclusivos y eso impide que perdamos la pista gracias a la curiosa forma de emisión de series que se sufre en este país. Ya sabéis a qué me refiero.
No está mal para pasar el rato, pero necesita algo que la revolucione de inmediato (al menos, a fecha de hoy, que escribo estas notas en mi cuaderno, 19 de Febrero de 2012).
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