La tercera película de Quentin Tarantino es un ave raris en su línea fílmica, pero no por ello deja de ser una magnífica obra (incomprendida por el amplio público)
La historia que Tarantino plantea para su película de 1997 es la adaptación (hay quien dice poco original), de la novela de 1992 «Rum Punch», escrita por el prolífico escritor Elmore Leonard. Y es un giro bastante curioso en el planteamiento de Tarantino, que luego retomaría hasta límites absurdos en «Kill Bill». Es como si de pronto alguien le dijera, “Quentin, amigo, córtate un poco con el tomate, ¿eh?”, y es que la violencia, aunque existe, se reduce a la “palabrótica” y la física a la mínima expresión pues, habiendo tres asesinatos, no se ve nada de ellos: o están fuera de cámara o el tiroteado da la espalda. En sangre falsa ahorraron cantidad esta vez (sigue leyendo)
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