Por eso de cosas del aburrimiento, por buscarle una explicación lógica, la semana pasada me leí entera la Ley orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual: la cacareada Ley del “solo sí es sí”.
Y encontré tanto en ella de reseña, sobre todo porque es otra ley inútil y hecha el peso, que estuve trabajando durante varios días para escribir una columna que se ha publicado hoy en Pontevedra Viva. Casi 3.500 palabras que suponen un análisis casi completo a la norma estrella y estrellada de la ministro Montero, que he titulado «¿Sólo sí es sí?: análisis, pasando de puntillas, de la Ley de garantía integral de la libertad sexual»
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