FARO DE VIGO
El pesquero vigués "José Almuiña" naufragó por una sobrecarga y sus características de diseño
La situación del barco en el momento del accidente no coincidía con la que registraba el libro de estabilidad
MANUEL BARRAL - A CORUÑA El naufragio del palangrero gallego “José Almuiña” el 6 de noviembre de 2008 a unas 1.000 millas al este de Bermudas –en el que desaparecieron cuatro marineros y otros siete fueron rescatados, entre ellos tres gallegos– se produjo como consecuencia de una sobrecarga en popa que hacía que el barco se sumergiese más de lo debido. Esta situación favoreció la entrada de agua a bordo, por el oleaje, y la inundación del lado de estribor del buque, donde se ubicaban el parque de pesca, el local de ropas de agua y el comedor, que estaban interconectados. Todas las puertas estaban abiertas excepto la del comedor, que cedió ante la presión del agua, según el informe de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim).
El pesquero con base en Vigo y propiedad de la armadora Pesquera do Tecla SL sufrió una entrada de agua por el hueco de pesca –por el que se recoge el aparejo– porque la distancia entre la parte superior de la borda y el nivel del mar era inferior al especificado en el libro de estabilidad del barco. Esta situación se debió a que el buque estaba sobrecargado y tenía un calado en proa superior al detallado en el registro. El peso muerto del buque –todo lo que lleva a bordo excluyendo la estructura– asciende, según el libro, a 97 toneladas, mientras que en el momento del accidente superaba las 103,6 toneladas. Además, el calado en proa era de 3,4 metros y la documentación del barco lo establece en 2,57 metros. En popa, por su parte, el calado en el momento del suceso era de 3,5 metros mientras que en el registro aparece fijado en casi cuatro metros.
Avance del agua
La sobrecarga del palangrero provocó la entrada de agua por el hueco de pesca, que pasó al parque de pesca porque la puerta estanca que unía los dos espacios estaba abierta y, según la investigación, “ningún tripulante intentó cerrarla”. A la inundación del barco ayudó también que el local de ropas de aguas, que unía el parque de pesca y la habilitación de popa, estaba en la misma banda que el hueco de pesca y tenía la puerta abierta. La constante entrada de agua por el movimiento de balance del buque favoreció que aumentase la escora a estribor, donde la puerta del desagüe del hueco de pesca no podía desalojar agua porque se encontraba al nivel del mar. Al mismo tiempo, la escora del “José Almuiña” facilitaba, cada vez más, la entrada de más agua que los desagües del parque de pesca tampoco lograban evacuar.
La inundación continuó y la presión del agua sobre la puerta que unía el local de ropas de agua y el comedor –que no era estanca y estaba cerrada– aumentó hasta que se produjo la rotura de su marco. En ese momento el agua entró libremente en el comedor, del que pasó a la sala de máquinas y al pañol de popa, pues la tripulación tampoco cerró las puertas que comunicaban estas estancias con el comedor.
Según los miembros de la Comisión de Investigación, si el barco tuviese el local de ropas de agua en babor –no en estribor, como las primeras estancias inundadas– o sus puertas fuesen estancas, se podría evitar el naufragio: “Si en este barco, que tenía todos sus certificados en regla, el local de ropas de agua hubiese estado en la banda contraria al hueco de pesca o sus puertas hubiesen sido estancas, la inundación no hubiese avanzado desde el parque de pesca hasta el comedor y se hubiese limitado al parque de pesca y al hueco de pesca. En ese caso el agua embarcada se habría distribuido más uniformemente en el buque, con lo que probablemente se hubiera salvado”.
La entrada de agua en el comedor y su paso a las estancias de popa provocó la inundación en la parte trasera del barco que pasó a tomar protagonismo en el naufragio. La zozobra era ya más importante en popa, lo que provocó que el pesquero pasase a estar quilla al sol antes de sumergirse totalmente, cinco horas después de que se iniciase el incidente. El tiempo que tardó el buque en hundirse descarta la teoría del armador del “José Almuiña” de que el siniestro pudo producirse por un golpe de mar.
El informe de la Ciaim también revela que las balsas salvavidas del buque tenían varias irregularidades. A la de babor, de la que fueron rescatados seis de los siete supervivientes, le falló el cabo de unión al buque y no funcionaba la batería que alimentaba la luz de tope y la exterior porque “no tenía fecha de caducidad y no se cambiaba en las revisiones”. Además, el mantenimiento no había sido adecuado. Mientras, la de estribor ni siquiera emergió al hundirse con el pesquero y llegar a los cuatro metros de profundidad pese a que no había ningún elemento en el agua que impidiese su subida a flote.
Los expertos que participaron en la investigación del naufragio también apuntan que la tripulación no estaba correctamente instruida para actuar en caso de emergencia y que no se emitió la señal de socorro por el Sistema Mundial de Socorro pese a que el patrón pulsó el botón de activación. “Este hecho se pudo deber a un fallo del sistema o a que el patrón no hubiese mantenido pulsado el botón durante el tiempo necesario”, indica el informe del siniestro.
ARMADA ESPAÑOLA
jueves, 11 de noviembre de 2010
El patrullero ‘Infanta Elena’ realiza bautismos de mar a escolares en Barcelona
Estos bautismos de mar, que finalizarán mañana viernes, tienen como objetivo reforzar la cultura marítima de los jóvenes catalanes
Desde el pasado lunes 8 de octubre, el patrullero ‘Infanta Elena’ está efectuando bautismos de mar a cientos de alumnos de diferentes centros escolares catalanes dentro de las actividades programadas con motivo del Salón Náutico Internacional de Barcelona.
Durante los bautismos, los escolares viven una jornada a bordo de un buque de la Armada ‘patrullando’ la costa barcelonesa. Desde el muelle Barcelona Nord comienza una singladura en la que los jóvenes participan en las actividades del buque asumiendo funciones de señaleros, serviolas (vigilantes), operador de sensores o contramaestres.
Uno de los momentos que los alumnos viven con más intensidad es el ejercicio de Contra Incendios que la dotación del patrullero ‘Infanta Elena’ realiza diariamente abordo. Estos bautismos de mar, que finalizarán mañana viernes, tienen como objetivo reforzar la cultura Marítima de los jóvenes catalanes
Como cada año, la Armada participa activamente de las actividades del Salón Náutico Internacional de Barcelona no solo con una exposición temática, este año dedicada a la Seguridad Marítima, sino con la presencia de uno de sus buques.
El patrullero ‘Infanta Elena’, que permanecerá atracado en el muelle Barcelona Nord hasta el próximo domingo 15, puede ser visitado por el público en general desde las 16.00 horas hasta las 18.00.
El pesquero vigués "José Almuiña" naufragó por una sobrecarga y sus características de diseño
La situación del barco en el momento del accidente no coincidía con la que registraba el libro de estabilidad
MANUEL BARRAL - A CORUÑA El naufragio del palangrero gallego “José Almuiña” el 6 de noviembre de 2008 a unas 1.000 millas al este de Bermudas –en el que desaparecieron cuatro marineros y otros siete fueron rescatados, entre ellos tres gallegos– se produjo como consecuencia de una sobrecarga en popa que hacía que el barco se sumergiese más de lo debido. Esta situación favoreció la entrada de agua a bordo, por el oleaje, y la inundación del lado de estribor del buque, donde se ubicaban el parque de pesca, el local de ropas de agua y el comedor, que estaban interconectados. Todas las puertas estaban abiertas excepto la del comedor, que cedió ante la presión del agua, según el informe de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim).
El pesquero con base en Vigo y propiedad de la armadora Pesquera do Tecla SL sufrió una entrada de agua por el hueco de pesca –por el que se recoge el aparejo– porque la distancia entre la parte superior de la borda y el nivel del mar era inferior al especificado en el libro de estabilidad del barco. Esta situación se debió a que el buque estaba sobrecargado y tenía un calado en proa superior al detallado en el registro. El peso muerto del buque –todo lo que lleva a bordo excluyendo la estructura– asciende, según el libro, a 97 toneladas, mientras que en el momento del accidente superaba las 103,6 toneladas. Además, el calado en proa era de 3,4 metros y la documentación del barco lo establece en 2,57 metros. En popa, por su parte, el calado en el momento del suceso era de 3,5 metros mientras que en el registro aparece fijado en casi cuatro metros.
Avance del agua
La sobrecarga del palangrero provocó la entrada de agua por el hueco de pesca, que pasó al parque de pesca porque la puerta estanca que unía los dos espacios estaba abierta y, según la investigación, “ningún tripulante intentó cerrarla”. A la inundación del barco ayudó también que el local de ropas de aguas, que unía el parque de pesca y la habilitación de popa, estaba en la misma banda que el hueco de pesca y tenía la puerta abierta. La constante entrada de agua por el movimiento de balance del buque favoreció que aumentase la escora a estribor, donde la puerta del desagüe del hueco de pesca no podía desalojar agua porque se encontraba al nivel del mar. Al mismo tiempo, la escora del “José Almuiña” facilitaba, cada vez más, la entrada de más agua que los desagües del parque de pesca tampoco lograban evacuar.
La inundación continuó y la presión del agua sobre la puerta que unía el local de ropas de agua y el comedor –que no era estanca y estaba cerrada– aumentó hasta que se produjo la rotura de su marco. En ese momento el agua entró libremente en el comedor, del que pasó a la sala de máquinas y al pañol de popa, pues la tripulación tampoco cerró las puertas que comunicaban estas estancias con el comedor.
Según los miembros de la Comisión de Investigación, si el barco tuviese el local de ropas de agua en babor –no en estribor, como las primeras estancias inundadas– o sus puertas fuesen estancas, se podría evitar el naufragio: “Si en este barco, que tenía todos sus certificados en regla, el local de ropas de agua hubiese estado en la banda contraria al hueco de pesca o sus puertas hubiesen sido estancas, la inundación no hubiese avanzado desde el parque de pesca hasta el comedor y se hubiese limitado al parque de pesca y al hueco de pesca. En ese caso el agua embarcada se habría distribuido más uniformemente en el buque, con lo que probablemente se hubiera salvado”.
La entrada de agua en el comedor y su paso a las estancias de popa provocó la inundación en la parte trasera del barco que pasó a tomar protagonismo en el naufragio. La zozobra era ya más importante en popa, lo que provocó que el pesquero pasase a estar quilla al sol antes de sumergirse totalmente, cinco horas después de que se iniciase el incidente. El tiempo que tardó el buque en hundirse descarta la teoría del armador del “José Almuiña” de que el siniestro pudo producirse por un golpe de mar.
El informe de la Ciaim también revela que las balsas salvavidas del buque tenían varias irregularidades. A la de babor, de la que fueron rescatados seis de los siete supervivientes, le falló el cabo de unión al buque y no funcionaba la batería que alimentaba la luz de tope y la exterior porque “no tenía fecha de caducidad y no se cambiaba en las revisiones”. Además, el mantenimiento no había sido adecuado. Mientras, la de estribor ni siquiera emergió al hundirse con el pesquero y llegar a los cuatro metros de profundidad pese a que no había ningún elemento en el agua que impidiese su subida a flote.
Los expertos que participaron en la investigación del naufragio también apuntan que la tripulación no estaba correctamente instruida para actuar en caso de emergencia y que no se emitió la señal de socorro por el Sistema Mundial de Socorro pese a que el patrón pulsó el botón de activación. “Este hecho se pudo deber a un fallo del sistema o a que el patrón no hubiese mantenido pulsado el botón durante el tiempo necesario”, indica el informe del siniestro.
ARMADA ESPAÑOLA
jueves, 11 de noviembre de 2010
El patrullero ‘Infanta Elena’ realiza bautismos de mar a escolares en Barcelona
Estos bautismos de mar, que finalizarán mañana viernes, tienen como objetivo reforzar la cultura marítima de los jóvenes catalanes
Desde el pasado lunes 8 de octubre, el patrullero ‘Infanta Elena’ está efectuando bautismos de mar a cientos de alumnos de diferentes centros escolares catalanes dentro de las actividades programadas con motivo del Salón Náutico Internacional de Barcelona.
Durante los bautismos, los escolares viven una jornada a bordo de un buque de la Armada ‘patrullando’ la costa barcelonesa. Desde el muelle Barcelona Nord comienza una singladura en la que los jóvenes participan en las actividades del buque asumiendo funciones de señaleros, serviolas (vigilantes), operador de sensores o contramaestres.
Uno de los momentos que los alumnos viven con más intensidad es el ejercicio de Contra Incendios que la dotación del patrullero ‘Infanta Elena’ realiza diariamente abordo. Estos bautismos de mar, que finalizarán mañana viernes, tienen como objetivo reforzar la cultura Marítima de los jóvenes catalanes
Como cada año, la Armada participa activamente de las actividades del Salón Náutico Internacional de Barcelona no solo con una exposición temática, este año dedicada a la Seguridad Marítima, sino con la presencia de uno de sus buques.
El patrullero ‘Infanta Elena’, que permanecerá atracado en el muelle Barcelona Nord hasta el próximo domingo 15, puede ser visitado por el público en general desde las 16.00 horas hasta las 18.00.
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