Hablar de Angoulême es hablar de cómic, y hablar de cómic
con con brisa marina es hablar de Corto Maltés. “Una balada del mar salado”
(título original) ganó el premio del Festival de esta localidad francesa al
mejor comic-book extranjero en 1976 y Hugo Pratt se hizo bastante habitual, lo
que prueba que le otorgaran el Grand Prix de la ville d’Angoulême en 1988 con
motivo del decimoquinto aniversario del certamen.
Pero en el museo del cómic hay algo más, una estatua
de bronce dedicada a este inmortal personaje nacido de la mente del “Maestro de Malamocco.”
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