lunes, septiembre 03, 2012

Soltando amarras

Cuando ya creía que no iba a ver nada más impactante que una curiosa restauración en la iglesia de Borja (a mí me parece que la señora está encubriendo a alguien) y la mísera condena de prisión a Breivik (el cual ha visto cumplido su plan a la perfección, demostrando que puedes ser el mayor asesino de la Historia de tu país y que, gracias a una Democracia de Salón y a unas leyes idiotas, te acaben dando hasta un premio); llega la pérdida de un hombre como Neil Armstrong. Ahora mirar a la luna será algo diferente, quizás como se viera en 1969. Aunque, por si fuera poco, nos topamos con la noticia del hallazgo de los restos calcinados de los niños de Córdoba (algo que ya se esperaba).

Así han terminado mis vacaciones.

Os escribo estas líneas con unos días de retraso. Más bien, el ENMP suelta amarras en Septiembre por no hacerlo durante los últimos días de un Agosto consumido.

Un periodo vacacional durante el cual no he ido a ningún sitio. Solo he gastado suela. Nada de gasóleo. Aunque, al menos, no he tenido que estar todos los días realizando tareas de bricolaje, visitas médicas o a disfrutando como un enano de la inmensa alegría que destilan los funcionarios tras meterse el último chutazo de “Activiaall” a lo Aída, perdón, Carmen Machi.

Qué suerte la mía.

Dos semanas en las que, para mi regocijo, me he hecho con las riendas de la bestia asilvestrada. Sí, la segunda parte de la saga, el hermano pequeño de “Los últimos años de mi primera guerra”. Me la encontré con 64.000 palabras en un cuerpo. Me puse a revisar las primeras páginas y bajó a 60.000, siendo que, a fecha de terminación del periodo de libertad, ronda las 70.000 palabras. Por desgracia esto no acredita, ni por asomo, que haya escrito la friolera de 10.000 palabras en 15 días. ¡Qué más quisiera yo! No ha sido Agosto de 2011, mes en el que escribí una pequeña novela de 63.000 palabras en poco más de 30 días (tengo en mente subirla en ebook a Amazon por el precio más bajo). Más bien ha sido al contrario, ya que mi producción ha sido tan escasa que la cifro en una media de 300 por jornada (que tampoco es tan mala marca). Sin tapujos ni vergüenzas confieso que he alcanzado esa cifra superior, rompiendo el dique, tras amoldar las notas y páginas perdidas en varios archivos .doc dentro de la carpeta, almacenados desde hace meses. Me he encontrado con pasajes escritos que no pasarán a engrosar la novela pero que tratan de momentos anteriores y posteriores que me sirven muy bien para la trama, ya que va a haber un par de saltos en el tiempo.

De lo que se ha “salvado”, se ha ido “copiando y pegando” (mágico comando) aunque me he llegado a encontrar con fragmentos idénticos escritos dos veces en momentos tan diferenciados en el tiempo que ni sabía que les había dedicado una mínima atención. Lógico cuando el cuerpo general de la novela no ha sido tocado desde Marzo de 2011.

Problemas de alcoholismo, PTSD, nuevas pérdidas y un nuevo rumbo harán de Lars un hombre diferente, alejándose un poco del mar y adentrándose en la espesura, en un intento de homenaje de “El corazón de las tinieblas” y su adaptación al cine, “Apocalypse Now”. Esto ya es mucho decir, pero las decisiones generales ya están tomadas y, desde San Marino de Alta California a Hiroshima, hasta el puerto de Saigón y el río Negro (o el Rojo, ¿cuál elegiré?), el teclado vuela cuando no navega. Lástima que la velocidad aún no sea la adecuada, sobre todo con las cuestiones psíquicas de Lars y su encaje. Es complicado.

Al tener de nuevo la oportunidad de escribir todos los días a mano en mi cuaderno, que es como mejor parece que plasmo mis historias, tomé una decisión en consecuencia.

Uno de los inconveniente de usar el bolígrafo y no el teclado, y hablo en mi caso, es que me canso con facilidad y me termina doliendo bastante la muñeca (esto no quiere decir que escribir directamente a la pantalla del Word sea un lecho de rosas (que se lo digan a mi pulgar izquierdo)).

¿Que cómo me las arreglaba cuando tomaba apuntes en mi época de estudiante? Ni idea, supongo que lo que sufro es la normal pérdida de facultades con el paso de los años. Sigo empleando los mismos trucos y con 700 palabras el malestar ya es poco menos que insoportable. Durante un tiempo anduve ojeando un pequeño manual de taquigrafía y contentar así al viejo fantasma de Dickens. Algunos signos ni tan mal, pero el resto se me antojan un poco espesos para mi ya viejuna mente, así que tomé la razonada (y demencial) decisión de hacer uso efectivo en mi escritura a mano de un lenguaje corto que ya conozco aunque lo empleo en unas dos ocasiones a lo largo del año: el lenguaje SMS. Nunca he sido muy partidario del mismo, salvo más allá de ahorrar tiempo y pasta al teclado de un maldito móvil, pero consideré, hace unas semanas, que era una taquigrafía conocida y que no me obligaría a estudiar nada nuevo. La complicación ha resultado bastante curiosa y se materializó mientras escribía. Las palabras brotaban de mi mente, pero tenían que retornar para ser retraducidas a SMS. El resultado fue de la misma magnitud que la botadura de un buque con planchas colocadas por los hermanos Marx. Solo fui capaz de escribir un par de párrafos bastante miserables como máximo.

Y todo esto resulta ser bastante frustrante ya que, esto que estáis leyendo, lo estoy pasando de mis propias notas y para estas alturas, mientras rasgaba el papel, tenía la muñeca ya hecha puré bien fino.

Quizá tan solo necesite algo más de practica con el dichoso SMS y, después, teclear y teclea, mientras se corrige un poco lo escrito, esperando que llegue el momento de cerrar el programa del Word y darle al Play. Sí, al Play, que no todo es cuestión de desconectar visionando siempre las aventuras y desventuras de los agentes Mulder y Scully, directos desde la memoria externa Toshiba, nuevo apéndice del pc de casa. Cosas de descubrir algo tan básico como es hacer buen uso de la sección de documentales de la Biblioteca Nodal y tampoco aquí iba a ser todo de la II Guerra Mundial y, enlazando con el tema de Armstrong, me he topado felizmente con una serie de docu-dramas de la BBC, en conjunto con otras cadenas americanas, rusas y alemanas, sobre la carrera espacial entre USA y URSS desde 1945 hasta 1969. “Space Race” se llama, por si os interesa. Le doy un 9.

Como podéis apreciar, mi vida durante las vacaciones no es muy emocionante. Es lo que hay...

¡AH! ¡SE ME OLVIDABA! El pasado 14 de Agosto el Faro de Vigo publicó en “Pontevedra 4 Costados” la entrevista que me realizaron. El motivo ya lo sabéis de sobra y no voy a repetirme mil veces. Mañana os subiré el archivo en formato .jpg para todos los que queráis leerlo.

Para terminar de una bendita vez… ¡Bienvenidos de nuevo a bordo de El Navegante del Mar de Papel! Me alegra seguir contando con vuestra agradable compañía.

¡Hemos dejado ya atrás la bocana del puerto!

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