Ayer mismo recibí el ejemplar de la primera novela de Miguel Aceytuno, “Submarino B-7. Buena gente en una mala guerra”. No pude redactar entonces el correspondiente post por que al estar el cartero habitual de vacaciones, el cual nos entrega la correspondencia a las 1030, tenemos sustituto que llega con la friolera diferencia de dos horas más tarde casi con puntualidad germana (pero atrasada, claro).
Todavía no le he echado un mero vistazo más allá de la dedicatoria y de su estructura en capítulos repartidos en varios pasajes, lo cual siempre me ha gustado por que me empuja a leer un poco más, hasta el siguiente punto, como si fuera una especie de juego.
Amigo Miguel, cuando termine el libro que tengo entre manos (dentro de nada, y es que no me gusta mezclar la lectura de diferentes obras por placer), me pondré con el tuyo, que veo que le va muy bien ya que va por la segunda edición, algo no muy fácil de conseguir en estos días y en este país.
Os pongo la contraportada para abrir boca:
“Durante la Guerra Civil Española, un joven oficial de la armada recién salido de la academia, Víctor de Loreto, se ve obligado a mandar un submarino a punto del desguace en zona republicana. Gracias a la ayuda de un suboficial maquinista, Ramiro Ortega, que ve en él la imagen de su hijo fallecido, conseguirá ponerlo en buen uso y eludir las sospechas de faccioso y un consejo de guerra. De repente el contralmirante Luís Amboto, de la zona nacional, se pone en contacto con el joven oficial y le ordena hundir su buque, si es necesario perdiendo la vida en el empeño. Víctor duda entre sus simpatías por la causa nacional y la lealtad a la que ahora es su tripulación. Muchos años después, en 1981, el ahora almirante de Loreto recibe la oferta de ponerse al frente de un golpe de estado. Recordará entonces lo que aprendió sobre el honor de los hombres de su submarino.”
Aprovecho la ocasión, cambiando de tema, para comentaros cierto aspecto sobre la andanza de mi libro. Como habéis podido apreciar, esta semana no he subido el acostumbrado diario de operaciones con la relación de editoriales con las que contacté, realizando un somero apunte sobre si aceptaban o no, fechas, valoración, etc. No, y es por que no ha habido absolutamente nada nuevo que reseñar, por desgracia. Me siento como si estuviera a bordo de una nave con el velamen en facha. Ni para delante ni para atrás. Aunque de mejor aplicación sería el símil de estar sobre la cubierta de un barco cuya lona no recibiera ni una mísera brizna de viento. Quieto, sin más. Esperemos que esta situación no se haga duradera en el tiempo para las dos editoriales que han mostrado más interés en mi obra, entre la que está la propia del libro de Miguel, DE LIBRUM TREMENS. Mientras, pasaré los días tratando de obligarme a volver a acostumbrar mi mente a escribir.
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