lunes, julio 14, 2014

14 de Julio de 2014

LA VOZ DE GALICIA


El Juan Sebastián Elcano puso fin a su crucero de instrucción ayer en Marín

CARMEN GARCÍA DE BURGOS
Marín / La Voz  14 de julio de 2014  05:00

Mi marido es marino, y mi padre también, o sea que ya van tres generaciones. Parece ser que se lleva en la sangre». Belén Regueira sonríe ahora que ya vuelve a tener entre sus brazos a su hijo. Está acostumbrada a «prestarle» los hombres de su vida al buque escuela más famosos de la Armada española, el Juan Sebastián Elcano. Por eso no se le hizo tan dura la espera: «Sabíamos que estaba contento, así que solo quedaba esperar a que volviera». Y, ¿cómo ha vuelto? «Igual de guapo».

Llegada multitudinaria

También el caso de Cristóbal González Aller está plagado de genética y de herencia. Entre las docenas de personas que se congregaron ayer en el puerto de la Escuela Naval de Marín para recibir a los guardiamarinas que terminaban así su crucero de instrucción, se encontraban sus dos hermanos. Era difícil distinguirlos del resto porque también van uniformados. Los dos, el pequeño y el mayor. «Se pasa duro a veces, pero es un crucero de instrucción y es lo que uno se espera», aseguraban el madrileño, quien coincidía con la mayoría de sus compañeros en que los mejores momentos fueron los que pasaron en los puertos. Y de todos, el mejor, Nueva York, «por la impresión que da andar por la calle con los edificios altísimos es impresionante, increíble». «¿El peor momento? Ahora mismo no se me vienen a la cabeza malos momentos, solo buenos recuerdos. Su hermano Javier no ve el momento de que llegue su turno. Le quedan dos años para poder vivir en sus propias carnes todo lo que le acaba de contar su hermano. Y busca mientras una explicación a lo de las generaciones de guardiamarinas: «Si no te lo introducen a lo mejor no te atrae tanto. Es una cosa sufrida, pero si ves la felicidad que trae, y lo ves en tus padres, ves verdaderamente lo que hay, y te gusta. Por eso los hijos de los marinos suelen ser marinos también».

Mujeres a bordo

Coral Gálvez, granadina, es una de las pocas mujeres guardiamarinas a bordo de Elcano. «Es un viaje irrepetible, de esas experiencias que debes tener una vez en la vida. Hemos estado en tantos sitios y hemos vistos tantas cosas, y hemos pasado tanto tiempo conviviendo con tus compañeros que es muy difícil destacar un momento». Ni bueno, ni malo: «La gente puede imaginar que es un crucero de placer en el que disfrutamos mucho, y lo hacemos, pero cuando tienes mucho trabajo acumulado, mucho estrés, te llegas a agobiar bastante, aunque al final todo lo demás compensa».

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