miércoles, noviembre 12, 2008

12 de Noviembre de 2008

AGENCIAS > PONTEVEDRA / CARBALLO

Los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, presidieron ayer en la sede de la Brilat en Figueirido el funeral por los dos militares fallecidos en el atentado suicida del pasado domingo en Afganistán, una ceremonia marcada por un escrupuloso silencio que sólo fue interrumpido por el llanto de los familiares en el momento en que los compañeros de armas del cabo Rubén Alonso Ríos y el brigada Juan Andrés Suárez García se llevaron a hombros sus féretros, cubiertos con la bandera de España, al son de la marcha fúnebre. Al término de la ceremonia castrense, el Príncipe impuso sobre las boinas negras colocadas en los dos féretros sendas Cruces al Mérito Militar con distintivo rojo.

Día de tristeza en la Base General Morillo de la Brilat donde ayer se celebró un sobrio y emotivo funeral por el cabo Rubén Alonso Ríos y el brigada Juan Andrés Suárez García, fallecidos en el ataque suicida del pasado domingo en Herat (Afganistán). Tras la homilía, el Príncipe Felipe, con el uniforme de comandante del Ejército de Tierra, impuso sobre los féretros de los dos militares la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo, la que se impone a los caídos por ataques en misiones militares.

Los féretros con los restos mortales de los dos militares llegaron a las 00.30 de ayer al aeródromo militar de Santiago, donde fueron recibidos por la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño. Cerca de un centenar de militares acompañaron a los familiares y amigos del cabo Alonso Ríos y el brigada Suárez García, además de la ministra de Defensa, Carme Chacón, que, visiblemente emocionada, trataba de consolar a todos los presentes.

Cargados a hombros de una treintena de militares y cubiertos con la bandera de España, los dos féretros descendieron del Airbus de las Fuerzas Armadas con el que llegaron desde Herat en una breve procesión que los soldados realizaron al son de la marcha castrense. Con la lluvia siempre presente y entre los llantos de los familiares, los féretros fueron depositados ante la cúpula militar y las autoridades presentes, donde un grupo de religioso ofició una ceremonia en la que pidió el descanso eterno para “aquellos que dieron su vida por el deber patrio”.

A las 12.00 horas dio comienzo el funeral por los dos militares en un escrupuloso silencio sólo interrumpido por el llanto de los familiares cuando sus compañeros se llevaron a hombros los féretros, después del homenaje rendido por los guiones y los banderines a los que dieron la vida por España, con la colocación de una corona de flores roja ante los ataúdes y el Himno Nacional. Otro de los instantes de más emoción se produjo con la llegada de los Príncipes de Asturias, cuando se acercaron a dar el pésame a los familiares y éstos rompieron en llantos.

Impotencia > En la homilía, el arzobispo castrense Juan del Río Martín se dirigió a los familiares y a los compañeros de las víctimas del atentado para transmitirles “sentimiento, cercanía y afecto”. “Todos estamos invadidos por la impotencia ante el terror y la violencia”, lamentó. “Cuando se siembre ayuda humanitaria, valores democráticos, libertad y paz, si es bueno para la humanidad, ¿cómo recibir esta recompensa?”, se preguntó, antes de añadir “ánimo, no tengáis miedo, sed valientes”. El funeral destacó por su sobriedad y duró tan sólo media hora, con la bandera de España a media asta.

En Carballo, donde residía Juan Andrés Suárez, se guardaron ayer cinco emotivos minutos de silencio por el militar, que congregó a unas 500 personas.

El cuerpo del brigada llegó sobre la una de la tarde desde Figueirido y está previsto que hoy, a las 10.00 horas, se realice un funeral en su memoria en la iglesia carballesa.

Posteriormente, sus restos mortales serán incinerados y trasladados a su tierra natal, Asturias, para ser enterrado en Mieres en el panteón familiar, donde descansa también su padre, que falleció recientemente.

FARO DE VIGO

Un velero "a la deriva" en Urzáiz

Un barco de más de 12 metros de eslora quedó atrapado en el centro

REDACCIÓN / VIGO
Lo vehículos que a primera hora de la tarde de ayer “navegaban” por la calle Urzáiz se llevaron una impresionante sorpresa. Un velero de doce metros de eslora quedó“a la deriva”en pleno centro de Vigo. Su timón era un vehículo de transportes especiales que se adentró en el casco urbano y que acabó perdiendo el rumbo. Las maniobras para devolverlo a su ruta obligaron a parar el tráfico durante varios minutos. El espectáculo congregó a decenas de curiosos.

El vehículo que transportaba el velero descendió por la calle Urzáiz.Tras estar varias horas parado junto a la farola de Príncipe, a las tres de la tarde la Policía le autorizó a maniobrar para dar la vuelta.En un primer momento intentó bajar por la calle República Argentina.El intento fue en vano: el velero no cabía. Finalmente, dio la vuelta completa y subió hasta la Plaza de España.

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