FARO DE VIGO
"Una travesía como la del Desafío te marca la vida"
La experiencia de un bombero en Tall Ships Atlantic Challenge
"Una travesía como la del Desafío te marca la vida"
La experiencia de un bombero en Tall Ships Atlantic Challenge
¿Qué hace un bombero a bordo de uno de los veleros del Desafío Atlántico? "Trabajar, trabajar y trabajar". Con estas palabras, Vicente Alonso, cabo del Servicio de Extinción de Incendios de Vigo, define sus siete días a bordo del barco holandés "Tecla", en el que viajó hasta Tenerife con otros nueve aventureros. Una travesía con penurias, indisposiciones, pocas horas de sueño y un temporal imprevisto que desembocó en una merecida victoria. La tripulación arribó a las islas Canarias cinco días antes de lo previsto y ganó la primera etapa de la regata. Una experiencia que marcó huella en la vida de Vicente. Ya en casa, sólo piensa en repetir.
MARÍA LÓPEZ Siete días y siete noches viviendo en unos pocos metros cuadrados sin pisar tierra firme. Sólo el viento y el esfuerzo les hicieron llegar a su destino: Tenerife. Los diez tripulantes del Tecla, uno de los barcos más pequeños que participa en el Desafío Atlántico 2009 –antigua Cutty Sark–, se hicieron con la victoria de la primera etapa de la regata. Nadie se lo esperaba, ni siquiera el puerto tinerfeño, que no tenía espacio de amarre cuando el velero holandés arribó a la isla. Lo hizo el pasado 9 de mayo, cinco días antes de la llegada oficial. "Le sacamos un día y medio de ventaja al siguiente; fuimos a una velocidad media de 11 nudos", recuerda Vicente Alonso Covelo, uno de los veinticinco vigueses becados por el Concello para embarcarse en esta aventura náutica.
Un bombero que cambió, por primera vez en su vida, el fuego por el agua. "Nunca había estado enrolado en una embarcación; ha sido una experiencia inolvidable; la verdad es que no sé por donde empezar", confiesa este cabo del Servicio de Extinción de Incendios, con más de veinte años de profesión. Ya en casa, reconoce que está agotado. ¿Volvería a repetir? Ni siquiera lo duda. "Por supuesto. El 1 de agosto viajaré a Belfast para participar en la última etapa de la regata, hasta Santander; acabo de comprar el billete de avión. Una vivencia como ésta te marca para siempre", expresa tras haber pasado todo el fin de semana descansando.
Y es que siete días a bordo del velero holandés dieron mucho de sí. Nada de vacaciones. Vicente se lo tomó muy en serio. "Cuanto más pequeño es el barco y menos tripulación hay, más intensa es la carga de trabajo", explica el bombero, quien revela las penurias a las que tuvo que enfrentarse durante la travesía. "Hacíamos guardias cada cuatro horas, y la emoción por ganar era tal que algunos días nos alimentábamos con una sola lata de albóndigas. Teníamos comida, pero no se podía perder tiempo". Al final, las adversidades que vivieron valieron la pena. "Ganamos porque íbamos gallegos en el velero, somos muy competitivos. Además, el capitán, holandés, era un auténtico lobo de mar. Aprendí muchísimo sobre náutica", cuenta Vicente, ya incorporado a su puesto de trabajo en Vigo.
"A todos los bomberos nos gusta un poco la aventura; unos son buzos, otros escaladores y otros, ya ves, surcamos los mares", bromea el ya ex tripulante del Tecla. Pese al buen sabor que le dejó la vivencia náutica, Vicente echa la vista atrás para recordar los "malos tragos" que tuvieron que solucionar él y sus compañeros de abordo. "Una joven irlandesa se puso muy mala dos días antes de llegar a Tenerife, se deshidrató; durante la travesía mucha gente se mareaba y teníamos que cubrir sus guardias, claro, porque no se encontraban bien. Además, cogimos temporal y tuvimos que desviarnos a 300 millas fuera de la costa para evitarlo. Pero bueno, pudimos ver delfines, una ballena e incluso pequeños tiburones".
Vigo, por todo lo alto
Y, tal y como ansiaron la decena de tripulantes del velero holandés, llegaron a tierra. Y los primeros. "Dejamos a Vigo por todo lo alto. En el desfile que hicimos el pasado jueves por Tenerife ondeamos la bandera de nuestra ciudad", presume este veterano bombero, con 43 años de edad. Tras pulverizar todos los registros y llevarse amigos holandeses, irlandeses, alemanes, estadounidenses y naturales de Bermudas, Vicente ha regresado a su vida cotidiana en el municipio vigués. Acaba de llegar, pero sólo piensa en volver a disfrutar de una experiencia como ésta. "Creo que nunca he trabajado tanto en mi vida, pero ha sido maravilloso", finaliza.
Un bombero que cambió, por primera vez en su vida, el fuego por el agua. "Nunca había estado enrolado en una embarcación; ha sido una experiencia inolvidable; la verdad es que no sé por donde empezar", confiesa este cabo del Servicio de Extinción de Incendios, con más de veinte años de profesión. Ya en casa, reconoce que está agotado. ¿Volvería a repetir? Ni siquiera lo duda. "Por supuesto. El 1 de agosto viajaré a Belfast para participar en la última etapa de la regata, hasta Santander; acabo de comprar el billete de avión. Una vivencia como ésta te marca para siempre", expresa tras haber pasado todo el fin de semana descansando.
Y es que siete días a bordo del velero holandés dieron mucho de sí. Nada de vacaciones. Vicente se lo tomó muy en serio. "Cuanto más pequeño es el barco y menos tripulación hay, más intensa es la carga de trabajo", explica el bombero, quien revela las penurias a las que tuvo que enfrentarse durante la travesía. "Hacíamos guardias cada cuatro horas, y la emoción por ganar era tal que algunos días nos alimentábamos con una sola lata de albóndigas. Teníamos comida, pero no se podía perder tiempo". Al final, las adversidades que vivieron valieron la pena. "Ganamos porque íbamos gallegos en el velero, somos muy competitivos. Además, el capitán, holandés, era un auténtico lobo de mar. Aprendí muchísimo sobre náutica", cuenta Vicente, ya incorporado a su puesto de trabajo en Vigo.
"A todos los bomberos nos gusta un poco la aventura; unos son buzos, otros escaladores y otros, ya ves, surcamos los mares", bromea el ya ex tripulante del Tecla. Pese al buen sabor que le dejó la vivencia náutica, Vicente echa la vista atrás para recordar los "malos tragos" que tuvieron que solucionar él y sus compañeros de abordo. "Una joven irlandesa se puso muy mala dos días antes de llegar a Tenerife, se deshidrató; durante la travesía mucha gente se mareaba y teníamos que cubrir sus guardias, claro, porque no se encontraban bien. Además, cogimos temporal y tuvimos que desviarnos a 300 millas fuera de la costa para evitarlo. Pero bueno, pudimos ver delfines, una ballena e incluso pequeños tiburones".
Vigo, por todo lo alto
Y, tal y como ansiaron la decena de tripulantes del velero holandés, llegaron a tierra. Y los primeros. "Dejamos a Vigo por todo lo alto. En el desfile que hicimos el pasado jueves por Tenerife ondeamos la bandera de nuestra ciudad", presume este veterano bombero, con 43 años de edad. Tras pulverizar todos los registros y llevarse amigos holandeses, irlandeses, alemanes, estadounidenses y naturales de Bermudas, Vicente ha regresado a su vida cotidiana en el municipio vigués. Acaba de llegar, pero sólo piensa en volver a disfrutar de una experiencia como ésta. "Creo que nunca he trabajado tanto en mi vida, pero ha sido maravilloso", finaliza.
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