REPORTAJE DE MARÍA FERNÁNDEZ GARCÍA
Cinco buques del Mando de Acción Marítima de Ferrol iniciaron ayer un ejercicio intensivo de tres días, destinado a mejorar su preparación para las tareas de vigilancia y asistencia en el mar asignadas a esta fuerza naval.
La tranquilidad con que amanecía ayer la ría de Ferrol contrastaba con la constante actividad que se vivía a bordo de los buques de la Fuerza de Acción Marítima. Para las dotaciones de los patrulleros “Atalaya”, “Bergantín”, “Marola” y “Mouro”, participantes junto con el remolcador “Mahón” en el ejercicio, comenzaba la primera de las tres jornadas que pasarán en el mar, poniendo a punto su capacidad para intervenir en situaciones reales. El entrenamiento arrancó al poco de salir a la ría. Las alarmas llamaban al personal a prepararse para el zafarrancho de combate. “En tres minutos, como mucho, la tripulación debe estar en su puesto. Todo está preparado y cada persona tiene una acción asignada”, explicaba el segundo comandante del “Atalaya”, Javier Santa Pau. Ataque > Cuando los patrulleros todavía enfilaban la salida de la ría, llegaba la primera amenaza en forma de lanchas rápidas, que surgían de las inmediaciones del puerto exterior. El primer buque en divisarlas daba el aviso al resto y la operación, consistente en proteger al “Mahón”, se ponía en marcha, coordinada desde el “Atalaya”. “La navegación en aguas restringidas como éstas, en una zona donde no hay margen para aumentar la velocidad o cambiar la dirección, hace a las embarcaciones más vulnerables”, señalaba Santa Pau. Para protegerse, los patrulleros disponen de sus propias lanchas, con un patrón y un tirador, que tratan de anteponerse a las enemigas. Los rifles Cetme y las ametralladoras Browning se encargaban de la cobertura desde los patrulleros. Proyectores de luces simulaban el fuego para el ejercicio, que concluía con la dispersión de las zodiacs enemigas. Maniobras > Tras este comienzo, las maniobras continuarían durante la mañana, ya en mar abierto. Una de ellas consistió en un traslado de pesos muy ligeros, una acción de aprovisionamiento entre dos buques a través de una cuerda, con la que puede pasarse hasta unos 50 kilos de material. Al realizarse entre dos buques en movimiento, requiere gran coordinación, en particular con condiciones de tiempo desfavorables. Varios veces hubo que lanzar las guías -cintas con un peso en el extremo- hasta la embarcación vecinas. El viento incluso obligó a dispararlas con fusiles Máuser, pero finalmente fueron recogidas y el saco llegó a su destino. Para la tarde estaban previstos otros ejercicios, entre ellos el abordaje y registro a un buque. El adiestramiento continuará para los patrulleros hasta mañana, con un programa calculado para aprovechar al máximo la estancia en el mar. Todo ello para mejorar su preparación ante las situaciones que afrontan en la vida real, como la vigilancia de la actividad pesquera en las 12 millas próximas a la costa, el control de la inmigración ilegal o la asistencia a mercantes en el mar.
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