A
los fenómenos literarios me gusta encontrarlos cuando todavía no lo son o,
cuando han alcanzado el estrellato con apoyo de crítica y público, ya han transcurrido
tantos años que se los puede denominar como clásicos (con o sin comillas, no
quiero ofender a nadie). Tampoco me va el tema de ponerme a leer obras que han
pasado desapercibidas a mis ojos porque hayan realizado alguna fantástica y
premiada adaptación, tanto a la gran pantalla como a su hermana pequeña. Las razones
son obvias para mí. No quiero dejarme arrastrar por una marea caprichosa, llena
de algas desprendidas del fondo que se entrelazan en tus miembros amenazando
con ahogarte. Esto me sucedió, de algún modo, con “El Señor de los Anillos” que,
al final, acabé medio renegando de la historia y hasta asqueado, sobre todo por
algunos fans con los que me topé y con los que hice migas para luego arrojarlas
sin miramientos por un precipicio.
Pues
ayer, a bombo y platillo, los muchachos de A3 nos estrenaron en abierto y sin
disco con agujero, esa adaptación de la megalítica saga de George R. R. Martin
que todo el mundo la llama “Juego de Tronos” de forma generalizada, cuando en realidad es “Canción de
hielo y fuego”. Por lo que habréis deducido, ni he paseado mis ojos más allá de
sus cubiertas y, si alguna vez cruzo esa frontera, será dentro de mucho.
Bueno,
mi intención primitiva, aunque no parezca reflejarse mucho en el texto, es
hacer una reseña del capítulo (casi entero) que me ví. Tras un comienzo
interesantísimo en esos bosques helados que casi te hacía pensar en una
película de género de terror enmarcada en la Edad Media, se pasó a una tediosa
cadena de escenas mil vistas en cualquier serie de “familias” que únicamente se
“amenizaba” con algún exabrupto y algunas buenas domingas al aire. Me pareció
lenta, pesada. Vamos, una cura para el insomnio, porque no paré de bostezar. A
pesar de todo lo que prometía el comienzo, me di cuenta de que sentía lo mismo
que con los trailers: No me transmite absolutamente nada.
Quizás
es que sea yo el raro. No lo niego. Quizás lea los libros y me encanta. Vete tú
a saber. Pero ni me quedé, por supuesto, a ver el segundo capítulo (para variar
en España, damos sesión doble y destrozamos aún más las series… Luego que se
piratea, etcétera, etcétera) por que ya aguantar hasta donde aguanté, las 2330
horas, me pareció toda una hazaña.
Lo
dicho, que no es mucho, lo reconozco.
¡Sean
Bean siempre será Boromir!
6 comentarios:
Yo me quedé frito viendo el primer capitulo. Creo que llegué poco después de que al enano le hincharan la botellita.
Pues si no me equivoco, yo todavía aguanté más. Hasta que la rubia (una elfa?) es sacrificada por su hermano para que éste consiga un ejército de bestias para reconquistar el reino, entregándola en matrimonio a un tiparraco que tras dos carantoñas debió abrirle los "canales" por delante y por detrás.
Al menos no soy el único en esta opinión, ejem.
Para gustos, los colores... Personalmente, esta serie me parece muy buena aunque, como suele pasar, los primeros capítulos de casi todas las series se dedican a detallar a los personajes, haciendo que la historia no termine de fluir adecuadamente. Máxime en este caso, con una cantidad muy alta de personajes principales. Por otro lado, creo que esta circunstancia consigue algo muy bueno, y es que se llega a conocer muy profundamente a cada uno de los protagonistas.
Pues sí, para gustos, los colores, amigo David, pero la cosa está ahí. HBO tiene sus luces y sus sombras, y esto parece que está filmado para los muy muy fans y los que conocen la historia o se han molestado en indagar algo.
Comprendo que esa lentitud se deba a la introducción de los diferentes personajes (debe ser como en Guerra y Paz, tropecientos y la mar). Le daré el siguiente martes, pero sigo manteniendo que no me ofrece nada nuevo.
Un saludo!
En mi caso particular, ni conocía la saga ni suelo ver series de fantasía. Quizá lo que me enganchó fue ese estilo pseudo-histórico que usa (estilo Los Tudor o Roma), aunque el inicio del primer capítulo me parece muy desafortunado: parece que va a ser una serie repleta de magia, vampiros y demás criaturas fantásticas, cuando en realidad hay muy, muy pocas cosas mágicas (creo que, como máximo, podríamos hablar de tres o cuatro acontecimientos así en toda la primera temporada). Estaré atento a tu opinión cuando veas los siguientes capítulos.
Saludos.
Así que me vas a tener vigilado, eh? Jejejee.
Pues sí, parece que la magia se queda en el nombre. A mí el comienzo, como dije, me pareció muy bueno, pero hasta ahí. Y lo que dices de Roma y Los Tudor, pues lo que mencioné de serie de "familias". Creo que estoy sobresaturado de esa temática. Aparte el argumento, he ido viendo, en algunos apartados se excede en cuanto a bizarría.
La que más me ha llamado la atención, ya desde el anuncio, es esa ambientada en el ferrocarril del Oeste americano, que si no me equivoco, se estrena la semana que viene. Lo que pasa es que viendo el animo por casa, solo la veré en disco con agujero si se tercia.
Un saludo!
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