19 de agosto de 1914
El Conde de Romanones carga las tintas contra la neutralidad española y firma el siguiente artículo publicado en “El Diario Universal”:
“España, pues, aunque se proclame otra cosa desde la “Gaceta”, está, por fatalidades económicas y geográficas dentro de la órbita de atracción de la Triple inteligencia; el asegurar lo contrario es cerrar los ojos a la evidencia; España, además, no puede ser neutral, porque, llegado el momento decisivo, la obligarán a dejar de serlo.
La neutralidad que no se apoya en la propia fuerza, está a merced del primero que siendo fuerte necesite violarla; no es la hora oportuna para hablar de la indefensión en que se halla España. Baleares, Canarias, las rías bajas y las altas rías de Galicia, si pudieran hablar, si les fuera dable quejarse, ¡qué cosas dirían!, ¡qué tremendas imprecaciones habríamos de escuchar! Cualquiera de los beligerantes que necesite de estos puntos, ¿quién le impedirá ocuparlos? Y entonces sucederá que los llamamientos y protestas del débil neutral por nadie serán escuchados, y quedaremos a mercede de los acontecimientos, sin tener a quién volver la vista ni pedir amparo en la hora de la suprema angustia.
Si triunfa el interés germánico, ¿se mostrará agradecido a nuestra neutralidad) Seguramente, no. La gratitud es una palabra que no tiene sentido cuando se trata del interés de las naciones. Germania triunfante aspirará a dominar el Mediterráneo; no pedirá a cambio de su victoria a Francia, como en el año 70, la anexión de una sola pulgada de territorio continental; la lección de Alsacia y de Lorena no es para olvidarla; pedirá como compensación el litoral africano desde Trípoli hasta Fernando Poó y entonces no solamente perderemos nosotros nuestro sueño de expansión en Marruecos; perderemos la esencia de nuestra independencia, que radica en la neutralidad del Mediterráneo; rota ésta, quedaremos a merced del Imperio germánico; no podremos sostener como nuestras, no podremos substraer a su codicia las Baleares; y en el orden económico y financiero, la ruina de aquellas naciones con cuyos intereses estuvimos compenetrados, no podrán ser compensados ni substituidos por la expansión germánica.
Por el contrario, si fuese vencida Alemania, los vencedores nada tendrán que agradecernos; en la hora suprema no tuvimos para ellos ni una palabra de consuelo; nos limitamos tan sólo a proclamar nuestra neutralidad; y entonces ellos, triunfantes, procederán a la variación del mapa de Europa como crean más adecuado a sus intereses.
La hora es decisiva, hay que tener el valor de las responsabilidad ante los pueblos y ante la Historia; la neutralidad es una convencionalismo que sólo puede convencer a aquellos que se contentan con palabras y no con realidades; es necesarios que tengamos el valor de hacer saber a Inglaterra y a Francia que con ellas estamos, que consideramos su triunfo como el nuestro y su vencimiento como propio; entonces España, si el resultado de la contienda es favorable para la Triple inteligencia, podrá afianzar su posición en Europa, podrá obtener ventajas positivas. Si no hace esto, cualquiera que sea el resultado de la guerra europea, fatalmente habrá de sufrir muy graves daños.
La suerte está echada: no hay más remedio que jugarla; la neutralidad no es un remedio; por el contrario, hay neutralidades que matan.”
Esta exhortación a tomar partido en la guerra europea no encontró apoyo alguno en los políticos que, por una vez en su vida, parecían ir en una misma dirección en España. Tanto demócratas como republicanos y socialistas que alzaban contra cualquier aventura bélica.
El artículo del Conde de Romanones (que durante un tiempo se dudó sobre la real autoría del mismo) se escribió, por lo visto, con la sana intención de agradar el paladar de SM El Rey, el cual, según rumores no muy fundamentados, estaba a favor de que España se uniera a Reino Unido, Francia y Rusia.
La situación bélica supuso ver algo que no parece tan lejano, como es la exigencia de la Mancomunidad Catalana al Banco de España de nada despreciables cantidades dinerarias para hacer frente a la crisis económica que sufría al estar de frontera con Francia.
Canadá
El Parlamento autoriza la formación de una Fuerza Expedicionaria para combatir en Europa.