jueves, diciembre 30, 2021

Relación de publicaciones de diciembre de 2021

Hola a todos:

Publico esta relación, última del año 2021, con los cuarenta y un años recién estrenados (nada del otro mundo, ¿verdad?). Si al menos no tuviera la vida condicionada por el COVID y problemillas de artrosis precoz, pues no tendría motivo de queja.

Relación corta para lo que suele ser habitual, pero es lo que hay. Tan solo espero que sea de vuestro interés.

¡Feliz año!


Artículos

—El pecio del «Cherry Venture» https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2021/12/el-coleccionista-de-pecios-el-cherry.html


Otras reflexiones

—La relatividad del Tiempo en mi cuerpo https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2021/12/la-relatividad-del-tiempo-en-mi-cuerpo.html


Reflexiones a la luz de la bitácora

—«Extraños hallazgos» https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2021/12/extranos-hallazgos.html


Reseñas 

—Reseña al ensayo «Mi OVNI de la Perestroika. Un viaje al corazón de Rusia tras la noticia más extraterrestre de la Historia», de Daniel Utrilla (2021) https://guardiadeimaginaria.blogspot.com/2021/12/guardia-de-ensayo-resena-mi-ovni-de-la.html

—Reseña al anime «Jin-roh. La brigada del lobo» (1998) https://guardiadeimaginaria.blogspot.com/2021/12/guardia-de-cine-resena-jin-roh-la.html

—Reseña a la ópera prima de Quentin Tarantino: «Reservoir Dogs» (1992) https://guardiadeimaginaria.blogspot.com/2021/12/guardia-de-cine-resena-reservoir-dogs.html

—Reseña a la película «Soy leyenda» (2007) https://guardiadeimaginaria.blogspot.com/2021/12/guardia-de-cine-resena-soy-leyenda-2007.html

—Reseña al anime «Palabras que burbujean como un refresco» (2021) https://guardiadeimaginaria.blogspot.com/2021/12/guardia-de-cine-resena-palabras-que.html

—Reseña al recopilatorio de relatos «Cuentos del reino secreto», de José María Merino (1986) https://guardiadeimaginaria.blogspot.com/2021/12/guardia-de-literatura-resena-cuentos.html


Lectura de 30 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

                



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miércoles, diciembre 29, 2021

La relatividad del Tiempo en mi cuerpo

A ver qué os parece esto.

Cada noche, hacia una hora aproximada, apago el reproductor de DVD-USB y el televisor. Compruebo puertas y luces, y me encamino hacia mi dormitorio. Dejo una botellita de cristal, con agua hasta la mitad, sobre un posavasos estratégicamente situado en la mesilla y me meto en el cuarto de baño. Siempre me fijo en los dígitos fríos y verdosos del reloj-radio-despertador que hace guardia fiel y eterna en la habitación, con la salvedad de que dejó de servir de despertador cuando se estropeó la función de programación de la hora de alarma. Ayer hice lo propio. Marcaban las 0017 horas. Sabía que, para cuando volviera a consultar el reloj, éste mostraría las 0022 horas. Cinco minutos exactos. Los mismos que se suceden cada noche.

Entre el acto de apagar el televisor y el de introducirme bajo las sábanas, comienzo a desvanecerme. Soy presa de un dulce sopor. Por ello, mi visita nocturna al aseo tras dejar la botella con agua, en concreto al inodoro para orinar, la realizo siempre con la intención de no hacer mis necesidades de pie. No es plato de gusto desvelarse limpiando el bordillo de porcelana o el alicatado del suelo en busca de rebeldes regueros de orina mal dirigidos. Meo, le doy a la cisterna y me lavo las manos. Regreso a mi dormitorio y ya son las 0022 horas. Cinco minutos. Un periodo de tiempo excesivo para el conjunto de acciones casi inconscientes que realizo, aunque incluya el desembarazarme de la ropa que me cubre, que no es más que un chaleco de trabajo descolorido, un polo viejo y un pantalón de chándal de moda hace más de veinte años, que caen en la silla de cualquier manera, así como un par de calcetines, que salen volando.

Penetro después en el salvaje frescor de la cama, al que combato tiritando como un azogado, hasta que el calor corporal, retenido por la gruesa manta, gana la batalla en otra noche de no excesivo frío.

A pesar de mi adormecimiento previo, nunca pierdo el control entre las dos comprobaciones al reloj. Y ahí están esos malditos cinco minutos entre los que sucede algo que no debería suponer más de dos. Algo que se extiende a mi alrededor, como si hubiera tres formas de contar el Tiempo: las normas del Universo, mi cerebro y mi cuerpo. Incluso para trascribir estos pensamientos en el procesador de textos. No hace tanto que superaba las 250 pulsaciones por minuto, pero esta semana he sufrido una desagradable revelación: hice varias pruebas con un programa de mecanografía y resulta que a duras penas mantengo un ritmo de 72 pulsaciones por minuto con una efectividad inferior al 80%.

Me voy ralentizando. Por eso tardo tanto en escribir, en hacer todo. Es una respuesta a lo que me ocurre; una respuesta indeseada.


Lectura de 29 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

               



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martes, diciembre 28, 2021

Guardia de literatura: reseña a «Cuentos del reino secreto», de José María Merino

Ediciones Alfaguara SA,
Madrid
ISBN; 84-204-8007-X
Segunda edición: febrero de
1986
203 páginas

Lo extraordinario actúa como una tabla de salvación, un patio de juegos o una pesadilla

El nombre del académico de la RAE José María Merino (La Coruña, 5 de marzo de 1941), ha sido como un guijarro contra el que ha golpeado mi pie durante un deambular meditabundo y por las nubes. Bajo esa piedra se escondía un tesoro. Tanto es así que he adoptado al Sr. Merino como mi nuevo profesor en esto de la narrativa, aunque de él solo haya tenido la oportunidad, por el momento, de leer este añejo recopilatorio de relatos que me ha hecho disfrutar como hacía mucho que no lo hacía, con esa mezcla de tradición del noroeste español con costumbrismo y realismo mágico, donde abundan las ánimas en pena y los encuentros insólitos; donde se traspasa la delgada línea entre realidades y se accede a ese reino secreto. Como expresa Ana Sofía Pérez-Bustamante: «El «reino secreto» es una metáfora que alude a una realidad oculta y misteriosa, de carácter íntimo y privado, que se identifica con un espacio concreto: el reino de León, en donde transcurrió la infancia y mocedad de Merino. Todos los cuentos se ubican en el espacio leonés y todos desarrollan historias extraordinarias que se inscriben en el género fantástico-maravilloso. […] Merino siempre se ha manifestado partidario de una literatura abierta a lo fantástico […]».

¿Y por qué lo he adoptado como maestro?  (sigue leyendo)


Lectura de 28 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

              



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jueves, diciembre 23, 2021

Guardia de cine: reseña a «Palabras que burbujean como un refresco» (2021)

Título original: «Cider no Yō ni Kotoba ga Wakiagaru». 2021. Japón. Dirección: Kyōhei Ishiguro. Guion: Dai Satō

Corta y simple, pero cargada de simbolismo en las palabras e imágenes, como los haiku

En mi empeño por cubrir buena parte de mis noches en vela con la ayuda del anime japonés, la parrilla de Netfilx se presenta como una imponderable aliada, aunque no siempre logre convencerme. Y escogí esta película en concreto por el título tan extravagante que tiene, pues sé que, en ocasiones, otras del mismo estilo suelen encerrar auténticas joyas, como sucede con «Quiero comerme tu páncreas».

«Palabras que burbujean como un refresco» podría confundirse con el típico filme light de amor adolescente nipón, siempre superficial y que explosiona gracias a un encuentro fortuito. Y así es como comienza. Los protagonistas, un chico y una chica, se conocen por accidente pues, de otro modo, sus vidas jamás se hubieran cruzado. Cherry es un chaval tímido y apocado que siempre viste cascos, pero no para escuchar música, sino para aislarse del ruido circundante, y prefiere expresarse mediante poemas haiku que sube a Internet y nadie lee. Smile es una chica extrovertida y adorable que es muy conocida en las redes sociales, siendo que una de sus características principales de su fisonomía la totalizan sus prominentes paletas o dientes de conejo que no le importaban de niña, pero que ahora, de adolescente, prefiere corregir con un aparato, aunque no soporte que nadie lo sepa y vea, razón por la que oculta parte del rostro tras una mascarilla (sigue leyendo)


martes, diciembre 21, 2021

Guardia de cine: reseña a «Soy leyenda» (2007)

Titulo original: «I Am Legend». 2007. EEUU. Dirección: Francis Lawrence. Guion: Akiva Goldsman, Mark Protosevich. Novela: Richard Matheson. Reparto: Will Smith, Alice Braga, Salli Richardson-Whitfield, Paradox Pollack, Charlie Tahan, Darrell Foster, Emma Thompson, Courtney Munch, Willow Smith

A pesar de contar con unos pocos puntos positivos y superiores a las películas anteriores, la inexistencia de una sociedad amenazada por Neville, como verdadero monstruo de un mundo extinto, hace perder mucho del mensaje original de Matheson y que se sintetiza en el título «Soy leyenda» que, en este filme de 2007 quedó reducido, como variación tributaria de la producción de 1973, al descubrimiento de la cura y a una cierta aura mística

Superado el trago amargo de tener que soportar a Will Smith durante casi dos horas en pantalla, por fin estoy escribiendo esta reseña con la que cierro el ciclo dedicado a las adaptaciones cinematográficas de la novela «Soy leyenda», de Richard Matheson, aunque me deje a propósito una producción menor que no me ha inspirado el aliento necesario para perder el tiempo con su visionado (sigue leyendo)


Lectura de 21 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

           



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lunes, diciembre 20, 2021

El coleccionista de pecios: el «Cherry Venture»

La turística costa australiana de Queensland contó con un atractivo extra entre los años 1973 y 2007: el pecio del carguero Cherry Venture.

Construido en los míticos astilleros de Lindholmens, Gotemburgo (Suecia), y entregado en 1944 con el nombre de Scania, el Cherry Venture (bandera de Singapur), tuvo un mal día el 6 de julio de 1973 en su ruta entre Auckland y Brisbane. Mejor dicho, peor lo tuvo su capitán, el Sr. Seluenu, y su tripulación (24 hombres en total, más dos monos). Estaba siendo un año pésimo para la navegación en la zona, registrándose cuantiosas tormentas a lo largo del litoral y el Cherry Venture iba a ser una víctima propiciatoria para calmar a las iracundas deidades oceánicas.

Navegando sin carga y en unas aguas que llegaron a registrar olas de hasta diez metros, a las 0650 horas se lanzó al éter el primer radio de socorro, pues el Cherry Venture se veía incapaz de capear el temporal. El 9º escuadrón de la RAAF, con base en Amberley, recibió la llamada, pero las condiciones meteorológicas impidieron despegar a sus helicópteros Iroquois hasta mediada la mañana, teniendo, entonces, que refugiarse los aparatos cerca de Maroochydore. Volar con vientos de 70 millas/horas era suicida incluso para pilotos veteranos de la guerra de Vietnam con los que contaba el escuadrón.

Como la ayuda no llegaba, no quedó otra que evacuar un buque que se veía arrojado a la costa, hasta la playa de Teewah. La tarea fue dramática y a las 1300 horas, con la subida de la marea, el Cherry Venture encalló sin consecuencias graves para la tripulación, que fue auxiliada por gentes del  lugar y la RAAF.

Se intentó sacar a flote al Cherry Venture (1977), pero sin éxito, razón por lo que acabó siendo durante tres décadas un atractivo turístico más de la costa de Sunshine, al estar de camino entre Noosa y la isla de Fraser (donde está el pecio del SS Maheno). Con el paso de los años, entre 1985 y 2007, el pecio fue desguazándose por partes, quedando poco más que la quilla que debió ser enterrada por motivos de seguridad pública. Aún así, las tormentas y mareas suelen sacar del fondo arenoso, aún a día de hoy, pequeñas piezas olvidadas del carguero (incluido amianto), las cuales son un peligro para aquellos que deambulan por la playa.

Lo único que queda ahora visible (y seguro) del Cherry Venture es su hélice (que fue lo primero que se le quitó en 1985), colocada en un parque de la playa de Rainbow.

Sus coordenadas son: 25°57'41.9"S 153°10'26.7"E



Lectura de 20 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

          



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viernes, diciembre 17, 2021

Hoy, sesión de firmas


Solo recordaros que hoy viernes 17, a las 1800 horas y en la librería Baroja de Pontevedra, estaré firmando y dedicando ejemplares de mis dos cómics «1921: el Rif» y «1898: Cuba» (Cascaborra) junto al también guionista David Braña.


Lectura de 17 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

         



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jueves, diciembre 16, 2021

Guardia de cine: reseña a «Reservoir Dogs» (1992)

Título original: «Reservoir Dogs». 1992. 99 min. EEUU. Dirección: Quentin Tarantino. Guión: Quentin Tarantino. Reparto: Tim Roth, Harvey Keitel, Chris Penn, Steve Buscemi, Michael Madsen, Lawrence Tierney, Randy Brooks, Kirk Baltz, Edward Bunker, Quentin Tarantino, Burr Steers

Impactante ópera prima de Quentin Tarantino que termina siendo una parábola sobre la lealtad y la amistad

De «Reservoir Dogs» he oído de todo. Desde que es una maldita maravilla dramática hasta que es una morcillada inaguantable, razón ésta por la que muchos huyen como alma que lleva el Diablo con solo oír hablar del amigo Quentin.

Para mí, ni lo uno ni lo otro, pues, para empezar, se nota mucho que es el estreno de Tarantino tras la cámara en un proyecto de gran envergadura. Ahí están bien visibles todos los ingredientes con los que irá condimentando y especiando sus siguientes películas (casi podríamos asegurar que Tarantino se autoplagia, mas, ¿cómo puede uno autoplagiarse su propio estilo?), pero se nota que le faltaban tablas (obviamente) (sigue  leyendo


Lectura de 16 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

         



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miércoles, diciembre 15, 2021

Extraños hallazgos

Soy bastante malo con las fechas. No recuerdo el año. Mucho menos el día, por supuesto. Pero debía ser “conejo” en el instituto. Por aquella, con el poco dinero que caía en mis manos me dio en su momento por comprar alguna que otra revista de videojuegos, que apenas sumarían en total los dedos de una mano. Allí se describían títulos a los que nunca jugaría, pues bastante hicieron mis padres regalándome una NES de 8 bits de la que llegué a tener cuatro cartuchos, y Dios gracias. Eran tiempos que se decían revolucionarios y mi consola llegó obsoleta a casa ante la SuperNES y otras como la SEGA DRIVE, a las que se unieron ingenios de marcas del gremio que acabaron desapareciendo, como cierta francesa cuyo nombre no logro recordar, pero cuyos juegos venían en CD y aún a comienzos de siglo se podían encontrar por cuatro duros en los Cash & Converters. Me gustaba recrearme con aquellos artículos escritos y pruebas realizadas por individuos con más tacos encima que un hermano mayor con corbata al cuello. También con los regalos y el merchandising de los que se acompañaban: un pequeño pack de iniciación a una colección de cromos, vales para bolsas de Cheetos, pegatinas… En su mayoría todo muy apegado a algo que nos sonaba muy lejano, y es que venía de la otra punta del mundo: el manga y el anime.

En una ocasión se  lucieron “obsequiando” (porque pagado estaría), una hoja algo más pequeña que un DIN-A4 con varias pegatinas que rezumaban a descarada filtración nipona en nuestras imberbes y occidentales cabecitas. Eran pegatinas del manga «Akira», publicado entonces por Glenat y que anunciaba el pronto final de la serie. Las imágenes eran tan alucinantes que casi me obsesioné con su visionado sin saber nada del producto, no digamos ya que pertenecieran a lo que se podría llamar la segunda parte del manga que no quedó reflejada en la película que, con pelusilla o con punzante barba, todos llegamos a ver. ¿Qué se escondería entre aquellas viñetas? ¡Bueno, bueno, bueno…!

El pliego, como iba diciendo, quedó como uno de esos tesoros estúpidos de niñez-adolescencia que tuve el cuidado de no meter a presión en caja alguna, junto a cromos, tazos, figuritas… Pero, como sucede con todo tesoro, valioso o simple celulosa barata destinada a un impresionable público juvenil, se acabó perdiendo de vista de forma definitiva, diríase que, hacia el año 2005 (mudanza mediante). Hasta entonces la hoja jugaba a emular al Guadiana.

Os reiréis. Os estoy presintiendo. Más de una vez he pensado en dónde narices habría metido las dichosas pegatinas (otro tanto buscándolas en casa y en el trabajo, no fuera que se dijese que no había puesto empeño). Es una estupidez; más aún cuando estoy escribiendo esto en la barrera invisible que separan los cuarenta años de los cuarenta y uno. ¿Dónde dejaría el pliego? ¿Lo habría tirado en un arrebato destructor en pos de un poco de orden a mi alrededor? Esto último parecía cobrar tanto peso que lo convertía en una certeza material.

Eran pensamientos, preguntas y acciones asaltacaravanas. 

Y, a todo esto, pues para algo escribo este ensimismamiento, os diré que en mi despacho existe una esquina que sirve, con escasa diferencia, de vertedero. Es un punto casi ciego, un pseudo agujero negro, donde se acumulan una impresora sin cartuchos de tinta, una papelera, dos cubos de destructoras de papel (desdentadas y sacrificadas en el punto limpio), y una pila de “cuerpos”. Ahí justo van a parar las carpetas de los expedientes cerrados y archivados que merecen la inmortalidad concebida como paso postrero al rito de la escaneadora, desapareciendo de la vida en formato papel. Expedientes anteriores a que nos despidiéramos del odioso fax descorchando botellas y recibiéramos con placer casi sexual el calorcito y el mugido goloso, a varias páginas por minuto, de un equipo profesional de escaneo. Mucho más anteriores a la imposición de lo telemático en toda comunicación por obra y gracia de la Ley 39/2015 (¡salud!). Pero no es fácil deshacerse de esos rijosos fósiles, pues hay que tener tiempo, ganas y aburrimiento suficientes como para ponerse a meter la carne en la picadora y convertirla en archivos de varios megabytes por unidad. Luego, actualizar la ficha, clasificar, guardar todo como es debido, etc. Un rollo, vamos. Por eso la pila de expedientes que fui arrancando de la estantería no crecía mucho, pero decrecía aún menos el vertedero, hasta este inaudito mes de diciembre en el que, más que harto, puse remedio al asunto. Y resulta que entre todos los componentes de este naufragio tenía cuadernos a medio terminar, publicidad sin interés, revistas (de hace un tiempo) de novedades  en cómic de la editorial Norma, un tabla de estiramientos, sobres de mensajería, dos novelas y un libro de técnicas de oratoria de CCOO (debidamente ignorado). Por fin volví a ver el color del suelo alicatado en ese punto… del mismo feo marrón cincuentero que se aprecia en el resto de la habitación.

Pero, ¿a que no sabéis qué había justo debajo de toda esa masa informe y sin nombre? Sí que lo sabéis: el pliego de papel con las dichosas pegatinitas publicitarias de Glenat con su serie de «Akira», perdido hace más de quince años. Quince… Por supuesto, no lo estaba buscando, por si alguien se lo pregunta.

Ante el temor de que le saliese de nuevo patitas a la cosa, me he adelantado y la he pasado por el escáner. Ahora forma parte del éter cibernético y de mis barruntos tardíos.


Lectura de 15 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

        



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martes, diciembre 14, 2021

Guardia de cine: reseña a «Jin-roh. La brigada del lobo» (1998)

Título original: «Jin-Rô». 1998. 102 min. Japón. Dirección: Hiroyuki Okiura. Guion: Mamoru Oshii

No es una película de estas que bastan con un solo visionado. Como todo lo que dirige Oshii, exige de mucha atención y de volver sobre los pasos dados, hasta que se logra una panorámica de conjunto

Cierto es que no veía a Mamoru Oshii como director de películas de acción real, por eso me sorprendió tanto saber que este anime cierra una trilogía en la que las dos primeras cintas, de las cuales no he sido capaz de encontrar copia, contaron con actores de carne y hueso, aunque este detalle último no me haya disuadido de admirar y disfrutar de esta turbadora revisión del cuento de «La caperucita roja».

Oshii nos propone un mundo alternativo que transcurre diez años después del final de la segunda guerra mundial. El Japón que se nos describe no es muy diferente del que pasó a los libros de texto en nuestro plano, pero se dan circunstancias que lo cambian todo, como es la aparición de un grupo terrorista de nombre SETTO, que se opone al Gobierno, y la unidad especial de la policía que le hace frente, fuertemente armada y móvil, llamada Tokkitai. Se añade al guiso la confusión que crea ver tantos vehículos, impedimenta y armamento de la Alemania del III Reich (supongo que como guiño acusador de que el sistema defendido por los Tokkitai es autoritario o, simplemente, porque gustaba al director y a los responsables del proyecto) (sigue leyendo)


Lectura de 14 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

       



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lunes, diciembre 13, 2021

Sesión de firmas de mis dos cómics «1921: el Rif» y «1898: Cuba» (Cascaborra)


Pues sí, amigos. COVID volente, este viernes 17, a las 1800 horas y en la librería Baroja de Pontevedra, estaré gustosamente firmando y dedicando ejemplares de mis dos cómics «1921: el Rif» y «1898: Cuba» (Cascaborra) a quien quiera y bajo el mismo techo que el más que reconocido y reconocible David Braña, el cual hará otro tanto.

Estáis bajo aviso.


Lectura de 13 de diciembre de 2021 a las 1200 horas

      



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