martes, noviembre 13, 2018

Guardia de cómic: reseña a «Como viaja el agua», de Juan Díaz Canales

ASTIBERRI. Bilbao
2016. Primera edición
ISBN: 978-84-13251-53-7
104 páginas
Con un trazo que recuerda mucho al que era común en los años 1980, Canales crea un cómic descarnado,  con personajes cercanos y reales, pero que entonan un mensaje un tanto nihilista, pesimista y desesperanzador 

Obra negra y costumbrista que firma Juan Díaz Canales, tanto al guión como al dibujo, que nos transporta a un Madrid apático en el que un grupo de viejetes se dedican al menudeo de objetos robados. Aunque se retrata a una serie de hombres, pronto destaca Niceto, un anciano un tanto incontrolable, cuyo hijo y nieto, forense y técnico del SAMUR respectivamente, presencian el cambio que éste sufre a medida que van hallándose los cuerpos sin vida de sus amigos de tute.

La historia resulta cuanto menos intrigante, mientras Canales nos lleva por rincones claramente identificables de la ciudad y nos desvela la vida de los personajes, así como se menta ese secreto que parece condenar a una muerte violenta a todos los compañeros de Niceto; ¿será él el siguiente?

Con un trazo que recuerda mucho al que era común en los años 1980, al menos en apariencia a primera vista, éste sirve a la perfección para el cometido que se impuso el propio Canales a la hora de crear algo descarnado, pero con personajes cercanos y reales, con un mensaje un tanto nihilista, pesimista y desesperanzador que no se entiende del todo, y no me explayo aquí por no llenar este artículo de spoilers, pero que anda por eso del sentido de la vida o la existencia del ser humano, de su futilidad, aunque no queda nada claro la relación de ese secreto con la necesidad de tanto crimen. Esa es la  pega: podría haber ido por otros derroteros, por otros en los que Canales diera un mensaje más meridiano. 

A pesar de contar con más de cien páginas, «Como viaja el agua» se queda corto, abandonándose a la propia percepción y perspicacia del lector que, sí, se asombrará al conocer la identidad del asesino, se estremecerá ante las conversaciones de los ancianos difuntos y su onírica representación. Se lee a una velocidad de crucero, desprendiendo sus tapas un extraño y espeso líquido que impregnará nuestra piel y cerebro.

Como demuestra Canales, es muy capaz de crear una tensión excelente.

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