miércoles, mayo 24, 2017

Reseña biográfica a Stanley Hiller Jr., padre de los «drone-cars»

Desde hace unas pocas semanas, más o menos (tampoco hay que ser tan puntilloso, aunque diría que fue hacia comienzos de Febrero de este 2017), comenzaron a sangrar nuestros tímpanos gracias a una ensordecedora algarabía, tan desagradable como la que produce un pobre perro callejero al que unos crueles chicuelos le han atado al rabo unas latas de conserva vacías y corre tanto como le permiten sus flacas patas y su miedo; una sombra gris, rápida y llorosa.

Un delirante ruido de batir de palmas ante la presentación de la última realidad nacida del ingenio humano: los primeros pasos del uso y desarrollo civil de los drones*1 quadrópteros para el transporte autónomo de personas y mercancías. Entonces se presentó el proyecto de una flota de aerotaxis para cierta ciudad de la península arábiga afectada de atascos de tráfico crónicos; aparatos que se pilotan solos y que llevan al cliente de un lado para el otro entre rascacielos, obscenos monumentos al lujo desmedido y construidos con mano de obra casi en régimen de esclavitud.

Aero-Taxi de la compañía Ehang y Pop-up de Airbus
A dicha oferta en ciernes se le ha unido, no sé si antes o después, la de cierta aerolínea con su propio vehículo autónomo, que lo mismo recorre autopistas y callejones mediante coordenadas GPS, que se le adosa un quadróptero y se echa a volar como feliz abejorro y aterriza en un vagón de tren especialmente diseñado; todo sea para que el usuario no tenga que soportar una pizca de incómodo contacto humano con un chofer o cualquier otro cliente de la compañía.

Incluso veremos estos vehículos a la venta junto al turismo de última generación. Para qué usar neumáticos y rodar por las carreteras si se puede volar…

Todo ha sido un «¡oh!, ¡ah! y ¡bah!» orgásmico y la cosa amenaza con ir in crescendo, como el tamaño de los smartphones, pero esta “nueva” tecnología de drones civiles de transporte dista mucho de considerarse “joven”. Si el concepto de submarino y helicóptero se lo debemos a Leonardo da Vinci y Steve Jobs recibió un judicial “zas en toda la boca” al desestimarse que él fuera el inventor de las “tablets” (pues ya aparecían en «2001, una odisea espacial», de Stanley Kubrick (como el caso de las pantallas planas con «Fahrenheit 451», de François Truffaut)), los drone-cars se deben al magín de Stanley Hiller Jr. (1924-2006), quien ya los presentó durante la década de 1950.

Stanley Hiller Jr.
El joven Stanley creció en una casa en la que se sentía verdadera pasión por la aeronáutica. No en vano, su padre construyó en 1910, a la edad de veinte años, su primer avión, uno de tantos en la larga lista de cuarenta patentes registradas. Normal que al niño se le pegara cierta afición y vocación por la ingeniería, llegando a usar un motor de lavadora para construir, a los ocho años, su propio coche de carreras, por culpa del cual fue varias veces detenido por la Policía; probable embrión del Comet, un modelo de coche de carreras de juguete y motor de gasolina muy popular que llegaba a generar 60 millas por hora de velocidad y cuya construcción en cadena en una fábrica en Palo Alto, California, le permitió a un adolescente de diecisiete años amasar una fortuna de 100.000 dólares anuales, siendo que la universidad de Berkeley ya se había fijado en él.

El joven Stanley conocía los secretos del vuelo desde los diez años y sus innovadores proyectos y trabajos en aluminio, como en el caso de su fundición, le llevaron a trabajar en 1942, en plena segunda guerra mundial, para el Gobierno de los EEUU en la construcción de piezas para cazabombarderos.

El contacto con el mundo militar le permitió seguir de cerca la evolución de los trabajos más punteros en ingeniería y sentía verdadera pasión por Igor Sikorsky. Stanley fue capaz de averiguar un fallo crítico de diseño de Sikorsky y propuso la colocación de dos rotores que giraran en direcciones opuestas (rotores coaxiales, claramente inspirados en los trabajos de da Vinci) que diera más estabilidad, presentando a los 19 años un modelo de unas cien libras de peso al Ejército: el XH-44.

Existía cierta carrera hacia el dominio del despegue vertical entre los ingenieros de los bandos enfrentados.

Sedan civil de Hiller (Popular Mechanics, Junio de 1957)
En 1944, Stanley es reseñado en la publicación Mechanix Illustrated en un momento en el que había muchos ingenieros enconados en sacar adelante sus propios autogiros perfeccionados. Pero Stanley tenía al Gobierno de su parte y montones de dinero público, alcanzando un alto grado de conocimientos técnicos que lo llevarían a su próximo proyecto: un helicóptero que se podría aprender a pilotar en cuestión de minutos y que lo podría llevar cualquier persona; un medio de transporte autónomo que serviría al hombre de a pie y que, en su día, ya se vendía como la mejor forma de evitarse atascos y llegar antes a los sitios (¿de qué nos suena esto?). Aunque pudiera sonar a sueños de ciencia-ficción, sobre todo para los que aún no nos hemos subido a un helicóptero que haya despegado del suelo, Hiller no preconizaba nada que no estuviera en el ideario popular. Se daba por sentado que todo el mundo adquiriría, en un futuro cercano (como aquel en el que habría colonias fuera de la Tierra), un helicóptero de bajo coste que podría aparcar en su garaje o con el que aterrizar en los helipuertos que se instalarían en los edificios de nueva construcción. De hecho la misma Mechanix Illustrated, en 1946, publicó en portada una ilustración con un vehículo con forma de automóvil coupé y quadróptero, que era idea de Stanley Hiller.

En marzo de 1950, Mechanix Illustrated presenta el VJ-100 de un Stanley Hiller que acababa de cumplir los veinticinco años: un aparato de despegue y aterrizaje vertical que era, teóricamente, capaz de volar a 650 millas por hora; un jet civil para vuelos estratosféricos. Aunque la mente de Hiller debió ponerse de nuevo al servicio del Ejército con la guerra de Corea recién iniciada, seguía preconizando un futuro a la vuelta de la esquina con platillos voladores familiares civiles. La gente quería de verdad un sedan volador, una alfombra mágica, como diría Thomas E. Stimson Jr., de la revista Popular Mechanics, y volvió a maravillarse con el coche de Hiller presentado en 1957 para el futuro 1967, cuyo aspecto y concepto nos resulta bastante familiar, ¿no creéis?

Transporte quadróptero para el Ejército de los EEUU (Popular Mechanics, Junio de 1957)
Y, por supuesto, el Ejército de los EEUU quería un jeep volador. Posiblemente las presiones gubernamentales y el escaso desarrollo tecnológico que hoy nos ha permitido ver los drones como algo familiar, condenaron a los proyectos Flying Jeep y su versión Recon de cuatro rotores al olvido, pues los accidentes graves se sucedían, sin visos de éxito alguno.

Distintas interpretaciones del Jeep para el Ejército (Popular Mechanics, Junio de 1957)
Desahuciado oficialmente (que no por ello extraoficialmente), Hiller se dedicó al diseño y construcción de helicópteros con notable éxito, siendo su labor reconocida en el 2000 por el Museo Smithsonian, falleciendo seis años después por complicaciones derivadas del Alzheimer y una neumonía, a los 81 años.

De los diseños y prototipos de estos años '50 podemos apreciar que son los padres de vehículos como el avión Osprey y los drones con los que hasta Amazon pretende hacer llegar pedidos. A día de hoy, creo firmemente que un alto número de avistamientos lejanos de los llamados OVNI eran estos drones, de Hiller o de cualquier otro ingeniero. La forma de moverse, brusca y anárquica, de dirección y velocidades cambiantes, con sus luces y cercanía al ser humano, unido a mi escepticismo y al endogámico secretismo militar, me hacen tragar casi sin dificultad mi teoría y no la de seres de otros mundos haciendo turismo en el nuestro (aunque no niego esos encuentros en tercera y cuarta fase reportados).

Hiller, en 1957, presentó su sueño de un futuro transporte personal y familiar por el aire, de drone-cars quadrópteros que, hoy día, se nos presentan erróneamente con el último grito de la ingeniería. Por desgracia, Hiller no está entre nosotros para poder ver cómo se materializa su sueño, aunque no sabemos qué opinión le merecería la forma a distancia de pilotarlos.



1* Los drones, con tal denominación, se empleaban durante la segunda guerra mundial como objetivos móviles pilotados a distancia para prácticas de artillería antiaérea.

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