Título original: “Kidô keisatsu patorebâ: Gekijô-ban”. Animación. Japón, 1989. Min: 100. Dirección: Mamoru Oshii. Productora: Headgear. Mayores de 13 años.
“Una serie de extraños incidentes están sembrando el desconcierto en el Tokio de finales de la década de 1980. Las máquinas parecen rebelarse o, al menos, perder el control. A pesar de la profusión de casos, las autoridades no parecen tomar cartas en el asunto hasta que un tanque huye de su base y es perseguido por una fuerza combinada de Tierra y Aire para detener al peligroso desertor. Cuando abren la escotilla, descubren que el blindado no lleva piloto humano alguno en su interior. ¿Qué ocurre? ¿Qué tiene que ver en todo esto el nuevo sistema operativo implantado en más del 80% de los labors del mundo y el suicidio del creador del programa, Eichi Hoba? Para responder a todas estas preguntas, la Segunda Sección de vehículos especiales de la Policía de la capital nipona, con el capitán Gotoh a la cabeza, tendrá que resolver un problema que amenaza con convertirse en un desastre de proporciones bíblicas”.
Esta podría ser una completa sinopsis de contraportada. No he querido copiar la del dvd por la simple razón de que cada cual ha de ser capaz de resumir lo que ha visto (en mi ocasión, en varias ocasiones, tantas que ni me acuerdo) y reseñar.
PATLABOR es una franquicia de Headgear que nació como un manga. De allí saltó a la televisión y al vídeo debido a su gran éxito en las revistas de cómic japonés y, obviamente, no se iba a quedar sin pisar el terreno del cine de animación en 1989 y, por desgracia, del de imagen real (en la actualidad). Pero antes debemos poner al lector en antecedentes. Este producto es una mezcolanza entre thriller policíaco, comedia y ciencia-ficción de mechas (es decir, robots antropomórficos), y se desarrolla en un mundo exactamente igual al nuestro, pero con la diferencia de que en ese se han creado los labors, unos robots de construcción que están permitiendo realizar faraónicas obras arquitectónicas y de ingeniería en un tiempo récord. En todo el mundo se emplean para el desarrollo de la actividad, siendo muy populares por su versatilidad y potencia. Pero como toda herramienta gigantesca y peligrosa, de libre adquisición y que se asemeja más a un tanque que a otra cosa, las bandas de crimen organizado la emplean para robos, sabotaje e, incluso, terrorismo. Por ello, las policías del mundo han tenido que ir creando, poco a poco, distintas divisiones provistas de labors especialmente diseñados para mantener el orden y la seguridad, siendo la Segunda Sección de la división de vehículos especiales de la Policía de Tokio la protagonista de estas particulares aventuras.
En su momento se anunció como el thriller policíaco de la década. Quizá no pecaron de soberbia, aunque claro, para entender la película en sí, hace falta que aquel que ponga el dvd en su reproductor haya leído el manga o visto las OVAs anteriores y coetáneas a la producción de la misma. Si no, no se va a enterar absolutamente de nada. Primero porque no entenderá, por ejemplo, la relación de Asuma con “El Arco”, ese gigantesco edificio levantado en mitad de la bahía de Tokio, donde se construyen los labors, o, siendo aún más puntillosos, qué es el discutido proyecto Babilonia o quién es Kanuka Clancy; como tampoco la extraña vida y forma de proceder de Gotoh y sus subordinados, con su invernadero y su muelle donde matan el tiempo. Vamos, que va a estar más perdido que un pulpo en un garaje y tan solo verá otro filme de robots a la japonesa, aunque eso no le restará interés a la hora de disfrutar de su acción.
Ya que lo hemos mencionado, debemos explicar qué el proyecto Babilonia por su importancia en toda la trama, tanto en soporte papel como videográfico. Éste es una vasta obra de ingeniería y arquitectura que está modificando el Tokio que conocen sus ciudadanos, arrasándolo todo para dar paso a los rascacielos que llegan hasta la propia bahía. Ya no hay lugar para los barrios humildes. Es constante la referencia a tan controvertido proyecto a lo largo de la franquicia, siendo curiosamente la razón principal del éxito y proliferación de los labors.
Si pasamos por alto estos detalles y entramos como neófitos en el mundo de Patlabor, será difícil que nos guste el producto en sí. Estaremos bastante perdidos aunque la acción y el humor puedan permitir que nos quedemos sentados delante del televisor para asistir a un gran despliegue de animación japonesa de finales de la década de 1980 (obviamente, muy lejos de la calidad y calado de Akira). Si, por el contrario, hemos tenido un contacto previo con la franquicia, asistiremos gozosos a la celebración de la mayoría de edad de la misma, alcanzando cotas hasta entonces insospechadas, gracias en parte a la dirección del ya mítico Mamoru Oshii, quien comienza a imprimir su sello con esos momentos en los que la música lo ocupa todo mientras la investigación sigue su curso, con paisajes capaces de provocar vértigo y la eterna presencia de aves en los planos aéreos.
Siendo la primera película, Oshii no “peca” de querer confundir al espectador, como suele hacer en sus segundas partes. No trata de profundizar en filosofía, conspiraciones y sentimientos más allá del serio entretenimiento. Tampoco lo plaga de silencios en los que la conjunción casi imposible de luces parece hablar más que los propios personajes. Esto ya lo veremos en su siguiente película, Patlabor 2, la cual, por supuesto, pasará por este blog.
Un ejercicio digno de animación que no puede faltar en la filmoteca del aficionado.