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Lumen (Penguin Random House). Barcelona Primera edición: febrero de 2014 576 páginas ISBN: 978-84-264-0007-9 |
La historia que firma Victoria Álvarez es grata, afable y bella, con un marcado bouquet juvenil cuyas dimensiones la han derivado a un mercado más adulto; deja un buen sabor de boca si no somos demasiado rectos o exigentes, pues no va a pasar a los anales de la Literatura española moderna, ni mucho menos
Aunque, salvo en excepcionales ocasiones, no he sido habitual en esquinas polvorientas donde ser reúnen los títulos góticos, reconozco que me atrae el ambiente tenebroso que aquellos ilustres autores crearon a su alrededor, dando sentido y peso material de imprenta a los terrores decimonónicos. Destaco de forma especial «Drácula», de Bram Stoker, un libro por el que sentí malsana veneración, cosa que solo he experimentado leyendo ciertas novelas publicadas por Stephen King: todas las horas del día me eran pocas para seguir retenido a ese mundo de eterno papel.
La novela de Victoria Álvarez que hoy nos tiene aquí trata de perfilarse como una declaración de amor hacia esa Literatura oscura y romántica, recogiendo de aquí y allá cuantiosos y típicos elementos para una trama de almas en pena, castillos ruinosos, amores imposibles que llevan a la tragedia, pícaros aventureros, hombres de ciencia y pasados familiares enterrados en piedra. Con todo ello, Álvarez ha logrado escribir una novela quizá no muy novedosa, pero sí que se lee rápido y con gusto durante veladas estivales o cuando cuadre.
Supe de Victoria Álvarez por primera vez una tarde, ya distante, escuchando una grabación del programa que dirige y presenta mi amigo y tocayo Javier Fernández, “Castillos en el Aire”, de Radio 21. Creo recordar que Álvarez estaba en plena promoción de su segunda novela, «Las eternas» y me gustó mucho lo que escuché, anotando el nombre de esta joven autora salmantina aunque sin tomar, por mi parte, ninguna decisión hasta que, pasado el tiempo (bastante, por cierto, pues le dio tiempo para escribir esta tercera novela), me tropecé con ella en la biblioteca pública, asaltándome a traición, como un bandolero, entre las estanterías dedicadas al género de ficción novelada, justo a mano derecha según se entra en la segunda planta. Desplacé de su lugar asignado el volumen titulado «Tu nombre después de la lluvia» y mi primera reacción fue una mueca de desagrado: la bucólica y romanticona portada desmerece la narración gótica ambientada en Irlanda que encierra y advierte falsariamente al lector de una posible historia fogosa de dos amantes, un musculitos y su damisela, en lucha contra el mundo y que no cejarán en el empeño hasta fusionar sus velludos y pelirrojos sexos, todo ello al resguardo de una covacha durante los estertores de un día nublado de tantos por la Isla Esmeralda. Suena mal, vulgar y ordinario, pero esa fue mi primera, desabrida y malpensada impresión ante una trenza rodeada de mariposas. Al menos, el texto de la contraportada arreglaba en parte el desaguisado y despertó mi interés (gracias a la dispar personalidad del trío protagonista), aunque picado en lo más profundo por la ocurrencia de que parece que todas las tramas góticas han de ambientarse por narices en ese par de islas al Norte de nuestras cabezas.
«Tu nombre después de la lluvia» es una novela que sigue diferentes líneas argumentales convergentes a través de los tres amigos que la protagonizan: Alexander, el científico que se adentra en el estudio del Más Allá; Lionel, aventurero, crápula y ladrón de tumbas; y Oliver, erudito y romántico de manual. Como una piña que se preocupa por el bienestar de la publicación a la que se deben, el periódico de noticias paranormales Dreaming Spires, los tres se trasladarán al poblacho costero de Kilcurling, a una mañana de distancia a uña de caballo de Dublín, para investigar un extraño suceso del que tienen conocimiento a través de una carta firmada bajo seudónimo, como podrán averiguar más adelante: la muerte de un hombre por culpa de la banshee de los O´Laoire, el decrépito clan familiar de la zona que reside desde hace mil años en la fortaleza de Maor Cladaich.
Junto a este trío simpar seremos testigos de las historias que se desarrollarán en las estancias, pasillos y terrenos del viejo castillo y también en las calles de Kilcurling. Una de ellas será de amor y dará título a la novela, pero otras nos permitirán conocer los demonios internos que atemorizan a los distintos actores principales, entre los que destaca Lionel, quizá por ser el mejor construido de todos y al que la autora le dedica más líneas al resultarle un tipo demasiado simpático. Sin embargo, el amplio y variado elenco de personajes que se va colgando de las líneas narrativas no llega a cuajar, siendo la mayoría un tanto estereotipados; a lo que hay que sumar una serie de flecos que he ido advirtiendo en mi rápida lectura, a saber: llegaremos a la última página y del deceso de Fearchar McConnal nada se nos aclara y eso que semejante hecho luctuoso es el que da arranque a la novela, ¿por qué le persigue el espíritu y le provoca un ataque al corazón?, el ente llora la pronta muerte que va a acontecer, pero no es un asesino; no resulta muy creíble la supuesta investigación paranormal, pues Alexander, Lionel y Oliver apenas hacen nada durante las largas semanas que pasan en Irlanda, aún cuando lo que les impulsó a viajar hasta esas tierras fue la de darle un impulso a la publicación Dreaming Spires, en horas muy bajas; el personaje de Veronica Quills es, con diferencia, el más desaprovechado de la novela a pesar del juego que podría haber dado; pasé mucho “miedo” cuando se nos introdujo a la encantadora y sensual señorita Stirling, al servicio de un príncipe húngaro y que “parecía” traer consigo la tormenta que se desataría sobre la fortaleza de los O`Laoire, con identidad escénica con cierto vampiro que no necesita presentación, aunque, eso sí, le doy mi enhorabuena a Álvarez por lo que encierra de verdad la señorita Stirling, dando un cierre final magnífico a la novela; tampoco se nos refiere la naturaleza y origen de la psicoscopia que Ailish Ni O´Laoire posee y que, en un momento, parece vincularla con Fionnuala, la vidente que le dio un heredero a Ciarán O´Laghoire, pero nada más; sabiendo la identidad del verdadero autor de la carta que lleva a los tres amigos hasta Irlanda, que no es otra que la hija de Fearchal y Brianna McConnal, dicho personaje no tiente peso alguno en la trama; el juicio contra Ailish por el asesinato de Reginald Archer es una pantomima un tanto vergonzosa como narración, costando creer que, aún en la católica Irlanda de 1903; asimismo, ¿a alguien le sorprende que Jemima Lawless declarara contra su ama aún viéndose venir como un tren de mercancías sin frenos…?
Son unos cuantos peros.
La impresión que me ha causado «Tu nombre después de la lluvia» es la de una lectura agradable y carente de obstáculos, escrita con sencillez. Se van pasando las páginas de forma inconsciente y causa sorpresa al ver cuántos capítulos hemos dejado atrás cuando clavamos sin piedad el punto de lectura. La historia es grata, afable y bella, con un marcado bouquet juvenil cuyas dimensiones la han derivado a un mercado más adulto; deja un buen sabor de boca si no somos demasiado rectos o exigentes, pues no va a pasar a los anales de la Literatura española moderna, ni mucho menos.
Como ya apunté, es una buena lectura veraniega (o invernal), para deambular libremente por entre cementerios sembrados de cruces enmohecidas y estancias oscuras hasta donde el grito de la banshee llega con nitidez.