martes, marzo 20, 2018

Guardia de televisión: reseña a «The Bridge. Temporada primera»

Título original: «The Bridge». 2013. EEUU. Drama policíaco. Dirección: varios. Creadores: Elwoos Reid, Björn Stein, Meredith Stiehm. Elenco: Diane Kruger, Demián Bichir, Thomas M. Wright, Ted Levine, Mathew Lillard, Emily Ríos, Annabeth Gish, Johnny Dowers, Ramón Franco

Lo arriesgado de esta serie es que no hay final feliz y los últimos capítulos sirven para introducir al espectador en la trama de la segunda temporada, con el sufrimiento de Marco y un giro definitivo, ya anunciado, hacia la violencia y corrupción de Ciudad Juárez

Nada más turbador para las fuerzas del Orden que un asesinato sin explicación, plagado de interrogantes y que escape de todo raciocinio, pero más cuando da pie a disputas sobre la jurisdicción; por ello, cuando aparece un cuerpo en la misma línea que marca la frontera entre Méjico y los Estados Unidos de América, el conflicto está servido, pero es que, en realidad, resulta que están antes dos mitades de dos personas distintas.

Así es como da comienzo a la versión americana de «Broen». 

De la original no he tenido el más mínimo contacto, gusto o disgusto, por lo que me ahorraré las odiosas comparaciones, aún teniendo la certeza de que la que nos arrastra a la árida frontera es mucho más interesante que la escandinava por el contraste cultural y social, pues entre Dinamarca y Suecia, ¿qué hay?, a ver, ¿algunos vocablos pronunciados de otro modo y variaciones cromáticas de cabello? Sin duda, la border aportará una mayor riqueza idiomática, política, social y criminal.

El punto de partida permitirá que dos policías, uno de Ciudad Juárez y otro de El Paso, tengan que compartir investigación y detener a un brutal y sádico asesino que guarda una íntima relación con uno de los protagonistas principales, llevando a cabo y sin freno una estudiada venganza que demostrará que los hombres no pueden ser dioses, pero sí demonios en un punto del planeta donde las mujeres se esfuman sin dejar rastro y los cañones de las pistolas de los narcos no dejan de humear.

De entre los personajes, que no son pocos al ser un drama coral necesario para abarcar la caída en el lado oscuro, los secretos más inconfesables y la impotencia ante el dolor propio y ajeno, destaca no solo Marco Ruiz, completísimo y detallado, sino el periodista Daniel Frye, quien lleva su carga de maldad omisiva pegada a los poros.

Resulta interesante Sonya Cross en su presentación, más por las preguntas que por las respuestas que pueda dar. Pero este personaje, interpretado por Diane Kruger, no es más que otro apunte en la larga lista de afectados televisivos por el síndrome de Asperger, que provocará cuantiosos malentendidos que poco o nada aportan; aunque sí termina siendo un individuo con el que se aprenderá a convivir. Quizá su enfermedad, un reflejo del paradigma de la persona recta y ordenada, prácticamente imposible de encontrar en el mundo normal, sea la excusa comprensible y agradecida para evitar llevar a la pantalla a otra fémina “superguay” con placa. Su obsesión personal también es su principal rasgo de vulnerabilidad, encontrando sostén en Hank Wade y, luego, en Marco, resorte de todo el drama en el que todos los personajes convergerán, interactuarán y formarán una microvisión general de la violencia de frontera y sin sentido.

Lo arriesgado de esta serie es que no hay final feliz y los últimos capítulos sirven para introducir al espectador en la trama de la segunda temporada, con el sufrimiento de Marco y un giro definitivo, ya anunciado, hacia la violenta y corrupta Ciudad Juárez.

No es la mejor serie policíaca de televisión que haya visionado en mi vida, pero pocas hay que tengan su fuerza visual, sin que el guión pretenda dar lecciones de moral; sin blancos ni negros.

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