jueves, mayo 16, 2019

Guardia de cine: reseña a «Bohemian Rhapsody»

2018. 2 h y 14 min. Biopic. RU, EEUU. Dirección: Bry an Singer. Guión: Anthony McCarten. Elenco. Rami Malek, Lucy Boynton, Gwilym Lee, Ben Hardy, Joseph Mazzelo

Más bien biografía de Freddie Mercury que del grupo Queen, es una excelente película, aún a pesar de que se tuerce la historia real en ciertos puntos hasta lo absurdo

«Lo único más grande que su música es su historia».

Así rezaba la frase promocional de Bohemian Rhapsody, cuando aún seguía en la cartelera de las salas de cine (ahora en los videoclubs). Quizá fuera una afirmación un tanto exagerada y melodramática, pero pocos somos los que nos adentramos en los vericuetos personales, entre mesas de mezclas y giras musicales, para entender tal o cual Lp, así como la génesis de muchas canciones o la caída de tantos grupos y solistas, para saber si ese aserto es verdad. 

La cinta se centra en la biografía del líder de Queen entre los años 1970 y 1985; pues de Queen como cuarteto poco se aporta. Es comprensible (en parte), pues el tímido Farook Bulsara dio salida al apabullante y cautivador ciclón que era Freddie Mercury, con sus poses ensayadas y su androginismo inicial, tan en boga en aquellos primeros años.

Es una película atractiva, bien estructurada que no cae en baches, aunque haya sido a base de tergiversar y torcer la realidad y los hitos de Queen durante su prolongada trayectoria.

Si nos centramos en la primera parte, la setentera, ésta me parece espléndida. Hasta aplaudo la inclusión de las discusiones con Roger Taylon y su «I’m In Love With My Car», durante la preparación y grabación de A Night At The Opera; bravo, sí. Muy bien llevado desde el punto de vista de Freddie Mercury, aunque para nada desde el del resto de integrantes del cuarteto

Una vez publicado el Lp con el que Queen alcanzaría fama mundial (1974), se da un salto olímpico mortal hasta el año 1980, como si durante esos seis años no hubiera sucedido nada más que la creciente inclinación de Freddie hacia los hombres en su punto puramente lúdico y sexual, desde la sordidez más absoluta en el baño de una parada para camiones en una autopista norteamericanas hasta las fiestas más salvajes en Alemania.

Freddie está bien retratado, aunque podría haberse dado más cancha, haber ido más allá de las simples pinceladas personales y familiares que a muchos les será suficiente, pero que luego se van abandonando con el transcurso de los minutos. 

A este punto negativo le sigue lo que me parece una barbaridad (y que ya he apuntado), que solo tiene sentido para el guión en sí: las manipulaciones de la biografía real del grupo. Se da a entender que Queen rompería con EMI para siempre tras 1974, lo que no es cierto, y la relación de Mercury con Mary Austin no fue tan simple o relajada por parte de ambos, sino más intensa y leal… Pero lo que no entiendo es que se hayan inventado incluso el contenido de varios Lps, introduciendo canciones donde no les corresponde; un par de botones de muestra: «We Will Rock You» no es de los ’80, sino que pertenece al News Of The World (1977), y «Another One Bites The Dust» no forma parte de Hot Space (1982), como se da a entender en la cinta, sino de The Game (1980), a lo que he de añadir que, aún siendo bailable, no es Disco, sino Funk. También se menciona, mientras el grupo se prepara para actuar en el LIVE AID, que sus componentes llevaban tres años sin tocar juntos… esto es mentira, pues en febrero de 1984 se lanzó el disco The Works y en 1985, durante los meses previos al concierto benéfico organizado por Bob Geldoff, Queen giraba mundialmente.

¿Podría seguir con la lista? Sí: Los componentes seguirían firmando personalmente sus canciones y no como grupo en 1986 (véase A Kind Of Magic); la aventura en solitario Mercury solo duró un año y no tres, y no solo fue cosa suya, pues el resto también participó de sus propios proyectos musicales, solo obteniendo éxito el proyecto músico-espacial de Brian May (1983). Y lo que es imperdonable: ¿dónde están las túnicas de May y el escándalo privado que supuso para los integrantes del grupo la propuesta de Mercury de que se llamaran Queen, lo cual les parecía demasiado homosexual?

No entiendo porqué se ha sacrificado tanto la Historia con semejantes tergiversaciones, incluso adelantando el diagnóstico de SIDA de Freddie en dos años o introduciendo, para su ambientación, una pieza que se publicaría varios meses después de los hechos que cierran la película («Who Wants To Live Forever?», del Lp A Kind Of Magic (1986)), aunque quede genial, ojo. Eso sí, es cierto que la afección de garganta que sufría ya el cantante se achaca a la terrible enfermedad que acabó llevándoselo de este mundo.

Bohemian Rhapsody es más Freddie Mercury que Queen, a cuyos integrantes los deja en nada, sobre todo a John Deacon, a quien se le da un par de líneas de diálogo y eso que fue importantísimo, tanto para la banda como para el propio Mercury; y ahora que se escuchan gilipolleces sobre una posible segunda película, a modo de secuela, me llevo las manos a la cabeza. Quizá hubiera sido mejor haber hecho ya dos, una dedicada a los Queen de los ’70 y otra que terminase en 1991. Pero, claro, es que el LIVE AID es el LIVE AID, y la recreación que se hace del mismo es excepcional, pues te sientes dentro, entre el público, sobre el escenario, como no se es capaz visionando la grabación original de 1985 (sobrando, eso sí, esas caritas en plan “¡Oh, Freddie! ¡Qué bien lo haces!”).

Bohemian Rhapsody es una buena película, un buen entretenimiento, una buena excusa para volver a escuchar a Queen y un arma nada desdeñable contra el infame Reggaeton. 

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