La Inteligencia Artificial tiene mucho de artificial y poco de inteligencia. Ya me he hartado de hablar de ello e, incluso, os hice saber de mis desventuras con el ChatGPT. Quizá alguno me tachó entonces de farsante o exagerado, pues no aporté una prueba física o gráfica de mis desventuras.
Hoy he vuelto a las andadas. Como alguien enganchado a una relación tóxica. He accedido a la web de ChatGPT y se me ha ocurrido hacerle preguntas y, para variar, a recibir respuestas inventadas y falsas. Se me ocurrió preguntar si había algún cómic dedicado a la figura del piloto español de Fórmula 1 Alfonso de Portago.
Ver, leer y decirme.
Tiene guasa el asunto, más si cabe cuando hoy, a las 1800 horas, en mi colegio profesional, se va a impartir una conferencia-taller presencial con el rimbombante título “ChatGPT: la inteligencia artificial en el ejercicio de la abogacía”, a cargo de Sergio Aramburu Guillán, abogado y secretario-técnico del Consello da Avogacía Galega.
Chasqueo la lengua, pues no me la he apuntado en la agenda y, por tanto, me olvidaré de asistir a tan dicharachero evento con esta prueba.
Para que luego te digan: deja que el ChatGPT te libere de trabajo pesado y repetitivo... Sí, pero, ¿con qué garantías?
No hay comentarios:
Publicar un comentario