(Extracto de “Nuevo Mundo” de 20 de Julio de 1898)
“Herido, en el fondo de una lancha, fue hallado el heroico
comandante del Vizcaya, Sr. Eulate, y
por orden del capitán Robley Evans fue trasladado en una silla a bordo del Iowa.
La escena que allí tuvo lugar fue sublime y conmovedora.
Con grave y digno continente levantóse el Sr. Eulate,
desciñóse la espada, besó con lágrimas en los ojos la cruz de la empuñadura e
hizo además de entregarla.
Mr. Robley Evans se negó a recibirla, y entonces la
tripulación, sin poder contenerse, prorrumpió en exclamaciones y vítores
frenéticos.
Oyóse en esto la espantosa explosión del buque español, y
exclamó Eulate: ¡Adiós, mi Vizcaya!”
Ilustración de
Estevan.
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