miércoles, abril 29, 2015

Un sistema decimonónico para compartir información meteorológica a nivel mundial


 Adolphe Quételet, presidente de la primera Conferencia internacional marítima para el establecimiento de un sistema uniforme de observaciones meteorológicas en el mar 
Pido disculpas por adelantado por lo errático de mi escritura en el tema que voy a tratar hoy, mas Clío es caprichosa, no digamos ya cuando quiere susurrar pequeñas historias. Y, hecha la advertencia, continuemos.

Desde hace poco más de una década, el desarrollo tecnológico de la Red de comunicaciones (Internet) nos ha obligado a ir incorporando a nuestro léxico una serie de variopintos términos más o menos exóticos. Uno de los más destacados, quizá ahora un poco pasado de moda, hace referencia a esta propia página: “blog”, que no es más que un acrónimo de “web log”. 

De aquella, aún nos esforzábamos por "transportar" a nuestra rica lengua esos términos; ahora vamos a lo fácil, como es de esperar, pues vivimos tiempos de exasperante mediocridad: lo dejamos tal cual en inglés. Y cuando uno se daba de alta en aquellos jóvenes servidores de blogs, las páginas que se abrían (simples muros con cuatro plantillas aberrantes por su sosería) eran denominadas “cuadernos de bitácora”, razón por la que durante años tuve la inamovible convicción de que blog era un acrónimo de “binnacle’s log”. Más equivocado no podía estar.

Pero mi intención, la que me lleva a soltar toda esta parrafada, no es hablar de los cuadernos de Internet, sino de aquellos que se guardan en la bitácora y su relación con los apuntes meteorológicos y cómo compartirlos, de esos ship’s log que recogen todas las observaciones e incidencias (en teoría) que suceden a bordo de una nave; y lo haré, como he dejado caer, en retrospectiva meteorológica.

Gracias a todos los palos que toco, he tenido la suerte de poder leer varios cuadernos de bitácora, siempre estadounidenses y con setenta años como mínimo en las tapas. En EEUU no hay pudor pendenciero que les obligue a guardarse los archivos para que el moho se los despache; pero, ciertamente, las anotaciones con las que se encuentra uno no son tan extensas como le gustaría. Muchas veces no se pasan de la indicación de coordenadas o del paso cercano de una isla, entrada y salida de puertos y para de contar. Para encontrar algo “jugoso” hay que echarle horas, incluso cuando lo que tenemos son los cuadernos de un buque de guerra que, al menos en el caso americano y en tiempos de conflicto, se dividen en bitácora y diario de guerra (no confundir con el de navegación).

Redacciones erráticas y caprichosas por las que no arrastran a nadie a sorpresa cuando se tiene conocimiento de que hubo un tiempo en el que no se alcanzaba la más mínima unanimidad a la hora de establecer las pautas de los cuadernos y qué puntos había que reseñar más allá de lo mínimo indispensable y lógico*1; y fue una necesidad científica la que trató de encontrar un punto de entendimiento para el mayor desarrollo de la observación y navegación marítimas.

La publicación “La Marina Española”, de 6 de Noviembre de 1867, encabezó un artículo con el título “Los nuevos cuadernos de bitácora”. En este mismo, se nos hace referencia de una conferencia multilateral celebrada catorce años atrás a instancias del Gobierno estadounidense, concretamente el 23 de Agosto de 1853, en la ciudad de Bruselas. Las reuniones se llevaron a cabo con el fin de armonizar el sistema de observaciones meteorológicas a bordo de los buques, marcándose como meta el estudio de las ciencias de observación y la geografía física de la mar, ya que los propios cuadernos registrados en sus capitanías permitían la redacción de cartas y trabajos que mejoraran la navegación y la observación.

El director del Observatorio de Bruselas, Adolphe Quételet, como presidente de la Conferencia,


Matthew Fontaine Maury


 reunió bajo el mismo techo abovedado a representantes de Inglaterra, Francia, Rusia, Suecia, Noruega, Holanda, Dinamarca, Bélgica, Portugal y Estados Unidos de América*2. Tras varios días de discusiones, el 7 de Septiembre se firma el acta de establecimiento del sistema de observaciones que debía seguir todo buque de bandera de las naciones partícipes, así como los de aquellas que se adhirieran al instrumento en los meses y años posteriores, como es el caso de España.

El amplio número de observadores repartidos por todo el planeta, compartiendo sus cuadernos de bitácora y los datos básicos y comunes*3, tanto desde la cubierta de sus navíos como desde estaciones fijas, nutrían a Londres con apuntes diarios despachados vía telégrafo eléctrico. Desde la urbe inglesa, tras el pertinente registro, se procedía a distribuir cualquier noticia por igual vía en el corto plazo de dos horas, permitiéndose así un sistema de alerta meteorológica compartido e inmediato.

Desgraciadamente, la muerte de Robert Fitzroy, comandante de la Beagle, y la decrepitud de un sexagenario Matthew Fontaine Maury, El Guía de los Mares*4, agostado por las muertes de sus hijos en la guerra de secesión estadounidense y la enfermedad, impidieron un mayor desarrollo y sostenibilidad del sistema, que se fue abandonando por falta de interés del Real Observatorio de Londres, que no veía en el mismo una base científica fiable.

En España, las noticias se dirigían y registraban vía París, pero la prácticamente nula existencia de semáforos en puntos avanzados peninsulares impidió una comunicación fluida, aunque "La Marina española" resalta que los buques de guerra patrios, salvo excepciones, conservaban sus cuadernos de bitácora para el fin científico original de la Conferencia de Bruselas. Gracias a este particular interés por parte de los marinos españoles, se registraron varios intentos de introducir novedades al modelo, de acuerdo con los descubrimientos en navegación y astronomía. Sin embargo, aún estábamos necesitados de un esfuerzo oficial e institucional para la publicación de los extractos y observaciones para Inteligencia científica general.


Lectura de 29 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 756 (Variable). Estratos
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29 de Abril de 2015






martes, abril 28, 2015

Guardia de cine: reseña a “Acorralado”

Título original: “First Blood”. Año 1982. USA. Color. 93 minutos. Dirección a cargo de Ted Kotcheff. Guión a cargo de David Morrell. Intérpretes: Sylvester Stallone, Brian Dennehy, Richard Crenna.

Éste es uno de los títulos míticos de la época que discurrió a comienzos de la década de 1980; al menos, la que aportó la imagen más icónica y potente, imborrable e imperecedera en la cultura general: Sylvester Stallone sucio y greñudo, con una cinta en la frente, camiseta y cargando con una mastodóntica ametralladora M-60. Una imagen impactante de la que el propio Stallone no sería capaz de librarse desde entonces, siéndole difícil aparecer ya en pantalla con algo diferente a unos guantes de boxeo o llenándolo todo de plomo a golpe de ráfaga automática.

“Acorralado” era una de esas películas que de crío esperabas visionar a hurtadillas, esquivando la vigilancia paterna y los dos rombos, para flipar con tantos tiros y explosiones. Por aquel entonces era lo que queríamos ver, razón por la que el producto se desfiguró hasta tal punto que se convirtió en una mera diversión en las siguientes y obligadas entregas de una rentable franquicia, como sucedería con Tiburón, etc.; secuelas en las que se fue diluyendo deliberadamente el mensaje original tan solo para ofrecer al público lo que deseaba: un espectáculo visceral. Este y no otro fue el gran problema del cine de éxito de esa etapa histórica de finales de los '70 y comienzos de los '80. Por suerte, lo poco que decía Rambo por su boquita, eran frases lapidarias. 

Y por ello mismo tenemos que hacer un gran esfuerzo para librarnos de esa pátina de simpleza, de la creencia de que solo es una cinta de acción, pues no lo es para nada. El sencillo argumento casa a la perfección con lo que se quiere denunciar sin ambages o artificios; solo hay que escuchar. La violencia de las escenas no es más que la trasposición de la violencia mental de hombres como John Rambo que vuelven de la brutal guerra en la que han sido derrotados, en la que han perdido todo: juventud, familia, amigos, futuro...; y que son tratados como parias o, incluso, algo peor, por una sociedad insensible que los mira de reojo con asco, vergüenza y resentimiento. Esos hombres fueron los verdaderos perdedores del conflicto de Vietnam. Atormentados durante el resto de sus vidas por la muerte; repudiados y odiados, condenados a vagar por las calles, a llorar en silencio sin que nadie les tendiera una mano.

La furia de John Rambo se dirige contra la sociedad por la que dio todo y que le vuelve la espalda. Él no quiere que le arrojen pétalos de rosa a su paso o que lo traten como a un héroe. Tan solo pide respeto. Por eso no es solo la Policía, sino también el pueblo, quien sufre las consecuencias de su ira, aglutinadora de la de todos los veteranos injustamente tildados de apestados. 

El grito de Rambo es un aullido desesperado y acusador en medio de un bosque húmedo cubierto por jirones de niebla. Un grito que la sociedad tardó demasiado en escuchar.

Se podría acusar a la cinta de simplismo efectista, de ser una historia lineal de la caza del hombre-bestia, en la que las limitadas habilidades interpretativas de Stallone se ocultan tras su extrema habilidad física. Está acorralado en un bosque; sobrevive. Sin embargo, una vez conocida el alma de la película, vemos que nos adentramos en las tinieblas a cada recodo.

En cuanto a guión, éste es sorprendentemente natural, plagado de diálogos fluidos y escenas que se nos pueden antojar en un principio como típicos recursos dramáticos o cómicos de descanso, según sea el momento, pero que permite que los personajes transmitan cierto halo de realismo.

“Acorralado” es un título al que debemos recurrir para hacer una lectura reflexiva más profunda de la que hicimos en nuestros años mozos.

Lectura de 28 de Abril de 2015 a las 1200 horas



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28 de Abril de 2015






lunes, abril 27, 2015

"Brindis marinero"

Bienvenidos compañeros de la mar.
Brindemos, aquí en tierra, marineros,
y olvidemos que salen los luceros
que tiempo habrá para zarpar

Que cuando luego volváis a navegar
y de nuevo coincidan nuestras naves,
levantemos la copa entre cantares
y volvamos, todos juntos, a brindar.

Octava real escrita por el guardiamarina Chereguini de Tapia,
E.N.M. 1953

Lectura de 27 de Abril de 2015 a las 1200 horas



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27 de Abril de 2015



viernes, abril 24, 2015

¿Por qué no íbamos a pensar de nuevo en Jess Davies?


Lectura de 24 de Abril de 2015 a las 1200 horas



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24 de Abril de 2015






jueves, abril 23, 2015

"Was It All Worth It"



Llevo un par de días en los que soy incapaz de quitarme de la cabeza esta magnífica canción, una de las últimas del LP "The Miracle".

Lectura de 23 de Abril de 2015 a las 1200 horas



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23 de Abril de 2015



miércoles, abril 22, 2015

Escasa prosperidad

La leyenda asegura que, en ambos naufragios, estaba al mando el mismo capitán; se dice que fue un oficial coreano, pero su nombre se ha perdido en los archivos y en Internet no hay página web alguna que aporte datos que hagan huir a esta tiniebla. Dos naufragios de dos navíos que pertenecían a una misma naviera liberiana y que compartían idéntico nombre: Ever Prosperity

Quizá lo de que el capitán fuese el mismo hombre sea rizar el rizo, pero lo que es indiscutible es que en los arrecifes de la costa occidental de Noumea (Nueva Caledonia), isla en la que se tuestan al sol unos cuatrocientos de pecios, se encuentran los restos de dos navíos de mismo nombre que terminaron sus días de navegación  a escasa distancia el uno del otro.

El primer Ever Prosperity*1 que terminó encallado era un mercante Liberty Ship*2 EC2-S-C1, construido en New England Shipbuilding Co*3 (Bath, EEUU) y botado en 1945 con el nombre de SS Allen G. Collins, siendo, por motivo del fin de la segunda guerra mundial, adquirido por el Gobierno francés, bajo cuyo pabellón sirvió entre 1945 y 1954*4. Una vez que París se desprendió de él se le pierde la pista, tan solo volviéndosele a ver con el nuevo nombre de Ever Prosperity, con bandera de Liberia y base en Monrovia.

El 26 de febrero de 1965, en ruta desde Miike, el SS Ever Prosperity naufraga en el arrecife de Isie, en las coordenadas: 21°54'38.5"S 165°45'19.0"E.

El segundo Ever Prosperity*5, al contrario de lo que se puede encontrar en no pocos sitios web, no fue un buque gemelo al que ya llevaba unos años corroyéndose en Isie. No es un Liberty Ship, sino un mercante diésel construido en 1952 por la Mitsui Tamano Engineering & Shipbuilding (Tamano, Japón). El 3 de julio de 1970, haciendo rumbo a Noumea desde Sydney, encalla a 46 millas náuticas al Sureste del primer Ever Prosperity, en las coordenadas: 22°27'20.7"S 166°22'00.7"E.

Sin duda alguna, una historia con miga. Lástima que no tengamos más datos para ofreceros.








Lectura de 22 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 754 (Variable). Lluvioso
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22 de Abril de 2015






martes, abril 21, 2015

Reseña a “El manifiesto del Partido comunista” de Carlos Marx y Federico Engels

El espectro de esta obra sobrevuela mi cabeza desde hace más de quince años; y ha llegado ya el momento de prestarle el debido tiempo para su lectura y reseña, importando bien poco que sea un producto atípico a mis gustos, para nada cercanos a la filosofía y a la política, y a la propia sección de este blog, en la que siempre nos hemos decantado por la ficción novelada.

“El manifiesto del Partido comunista”, publicado en 1848, pretendía aglutinar los principios básicos del Comunismo como tal, aunque bien pronto se vio desfasado y eso lo reconoce hasta el propio Engels en varios prólogos escritos a lo largo de cuarenta años y unidos al ejemplar que ha caído en mis manos; quien, además, afirma sin tapujo alguno que nadie se ha atrevido a modificar los asertos de Marx por simple y pura idolatría.

El estilo narrativo al que se recurre en la redacción del “Manifiesto” tiene la misma elegancia que el que se puede encontrar en el manual de instrucciones de un mando a distancia para la televisión. Cuesta creer que se le dotara de un lenguaje tan poco elaborado y reiterativo. Sé perfectamente que se destinó a una masa proletaria sin formación académica, pero no por ello ignorante del todo (para ignorantes, nosotros en la actualidad). Gana intensidad en el último cuarto, apelando más al sentimiento del lector procomunista, hablándole directamente; imbuye entonces a la lectura un cariz más de mitin personal e íntimo, pretendiendo desmentir las acusaciones que la burguesía vertía sobre los comunistas en diversos aspectos económicos, sociales, familiares, nacionales, etc.

Y con este estilo deficitario se comienza a plantear un juego de sombras confusas cuyo eterno perdedor es el propio lector ya que, por un lado, el “Manifiesto” alaba al capitalismo burgués, de creación proletaria, que ha servido para romper las cadenas del servilismo medieval, patriarcal y absolutista, además de configurarse como el motor del desarrollo humano contemporáneo gracias a la industria y la navegación. Sin embargo, y aquí tenemos el revés, el problema al que se enfrenta el proletariado que ha puesto por encima de su cabeza al capitalista burgués, sustituyendo a los nobles medievales en la pirámide social, es que el capitalismo es el enemigo y no busca una economía de subsistencia, sino una fortuna que se incremente exponencialmente a costa de los obreros, a los que encadena a las máquinas. Por si fuera poco, el burgués no oculta su ambición y avaricia inhumanas; y es él quien se condena así mismo al no poder mantener a sus esclavos modernos con unos niveles de calidad de vida satisfactorios.

Cuando se llega a tal aserto es cuando nos encontramos con otro triple salto mortal. Tras defender el próspero cambio social que operó la burguesía, lo tacha de error y aboga por regresar a la época medieval anterior mediante un sistema de comunidad. Y para ello, la lucha proletaria necesita de los medios e instrumentos de poder de la burguesía (por eso la halaga y defiende cuando interesa), para imponer una sola clase social que destruya todos los aseguramientos y seguridades de los demás. Se pretende la abolición de la propiedad y del trabajo para la acumulación del capital y la apropiación, y para ello ha de comenzarse con la prohibición del libre comercio.

Algunos asertos son de pura lógica racional y justa en 1848 y años posteriores, pero no deja, por ello, de ser un compendio de ideales metidos con calzador y de aplicación injustificable en nuestros días.

Así, se nos antoja difícil alcanzar una comunidad si por un lado se defiende la unión y, a un mismo tiempo, se aborrece de dicha unión, acusando de error la eliminación de pequeños territorios medievales y la fundación moderna de estados y la creación de lazos entre naciones. Se pretende, a fin de cuentas, la destrucción del estado capitalista, su atomización, si no se tiene un éxito a nivel nacional, mediante un ataque subversivo y directo a su propia organización. Por ello siempre ha habido un gran interés por parte del Comunismo por el control y seducción de la ideología del funcionariado.

Encontramos dependencia e independencia en los platos de una misma balanza, lo cual constituye, suponemos, el germen de eso que en tiempos recientes se ha venido a denominar como “internacionalismo” y que no terminar de quedar muy claro. Esa "desconexión" la podemos apreciar en la actualidad en los eternos “procesos soberanistas” que cuentan con el apoyo interno y externo de fuerzas neocomunistas. A un nivel superior, pero igualmente ejemplarizante de “independencia nacional”, tenemos la senda tomada por el gobierno de Alexis Tsipras en Grecia, cuya única meta es la de que su país deje de formar parte de la Unión europea, que no es más que una unión de mercaderes y burgueses, la misma contra la que hay que luchar, a la que hay que destruir. ¿Qué clase de comunistas serían en caso contrario? Tsipras no aspira a otra cosa que a cumplir con uno de los postulados más clásicos del “Manifiesto”, eso sí, buscando que expulsen a Grecia para quedar bien de cara a la galería y, tocado con la piel de un león, gritar a los cuatro vientos: “Nos han echado porque no me he arrodillado ante ellos; les he plantado cara a esos capitalistas de mierda”.

No hay nada más comunista que eso. Salir de la unión burguesa y aspirar a formar parte de la unión proletaria (sea cual sea).

Tras todos estos procesos de recuperación de soberanía e independencia que se pretenden, el siguiente paso es, como he adelantado, neutralizar dicha nacionalidad para crear macroestados proletarios o la dependencia entre naciones proletarias al más puro estilo de la URSS, pero claro, este es un pensamiento bastante pueril y decimonónico, muy del momento de Marx y Engels. Dicha idea comparte idéntica raíz que aquella corriente racial por la que se tachaba a todos los pueblos del Asia oriental y de África de ser incivilizados, huecos, inculturizados: una masa, por el mero hecho de que sus ojos fuesen rasgados o su tez negra como el carbón (todos iguales); prueba irrefutable de que el hombre europeo estaba destinado a regir la Tierra. Así es como el “Manifiesto”, a efectos prácticos y siguiendo el mismo pensamiento filosófico, asimila al proletario a un animal ciego, una masa informe, que es incapaz de guiarse, de alzarse en rebelión por sí mismo, si no hay un político comunista cerca de él que le susurre las palabras adecuadas al oído.

El texto del “Manifiesto” cuenta con ciertos apuntes que, como poco, me quebraron las cejas de tanto arquearlas. Algunos están más que desfasados, pero otros parecen estar de rabiosa actualidad. Entre los primeros encontramos una falta de visión a largo plazo, pues Marx y Engels no prevén que los proletarios puedan llegar al punto de trabajar en puestos de trabajo más propios de la burguesía (médicos, abogados, pequeños empresarios, etc.). Probablemente se deba a la fecha de redacción, en la que los puestos del actual tercer sector eran desempeñados por la clase media, razón por la que los partidos de izquierdas actuales, anclados en su pasado glorioso, solo atienden a dos tipos de votantes: el obrero como tal y el funcionario. El primero porque es el arquetípico proletario, la turba, y el segundo porque vertebra el estado a desestabilizar.

Como fanáticos religiosos que son, ningún comunista parece haberse atrevido a modificar ni un ápice de los postulados del “Manifiesto” porque los dictó Marx. Es palabra del Señor, amén. Y si él no pensó nunca que el trabajo de los burgueses lo podrían llevar a cabo los proletarios, no existe tal posibilidad y así les va. Cuestiones de casta.

Me hace especial gracia la mención que se hace a vuela pluma de aquellos individuos de la burguesía económica e intelectual que abrazan la causa proletaria con fervor, no porque crean en ella como tal, sino porque prevén su pronta imposición y, como listos que son, van buscándose un huequecito dentro del nuevo régimen; si es en un puesto alto, tanto mejor. Ejemplos de estos los tenemos a puñados, pero el "Manifiesto" no se pronuncia sobre ellos de forma categórica; no sabemos si los repudia o los recibe con los brazos abiertos.

Por otro lado, y como apunte que ya me partió la ceja irremediablemente, se hace hincapié en las bondades y vilezas del desarrollo tecnológico en el trabajo y la sociedad. Si las primeras permiten una mejor interrelación entre el proletariado, las segundas lo condenan a un sin vivir, con jornadas interminables por el simple hecho de que una máquina haga “más fácil” el trabajo, restándole mérito al humano atrapado en la cadena de montaje o a una computadora en la actualidad, llevando a la eliminación de los horarios (¡CIERTO!), algo de lo que no es culpable la burguesía, sino también los propios usuarios, clientes e, incluso, trabajadores.

He querido dejar para este momento final lo más reprochable de los postulados de Marx y de Engels, que los podemos resumir en los siguientes párrafos (en parte extraídos literalmente del propio texto):

-«El proletariado se valdrá del poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas», que tendrá que conseguirse en primer término mediante medidas despóticas, expropiación y control dictatorial de la propiedad y de los individuos, es decir, la dictadura del Pueblo.

-Critica con ferocidad los Socialismos que «tan solo sirven para que la burguesía mantenga la cabeza por encima del agua», «que denostan al proletariado», no viendo otra acción que la política; así como a aquellas corrientes utópicas que pretenden un cambio de forma pacífica, sin recurrir a la revolución y a la guerra civil; “tan solo dando ejemplo”.

Estos dos puntos no necesitan de una lectura introspectiva o profunda. Son bastante claros: criminalización y represión del pensamiento divergente o "errático"; empleo de la fuerza hacia aquellos elementos peligrosos que puedan atentan contra el régimen comunista, el cual "se eleva a los altares" como el sistema que quiere la mayoría social (proletariado), siendo su imposición la consecución de una democracia "real y perfecta", no teniendo cabida ninguna otra corriente ideológica, pues es reaccionaria y antidemocrática. Sobre la aplicación práctica de estas ideas tenemos cuantiosos ejemplos históricos a lo largo del s. XX.

El lenguaje violento que se emplea a la hora de defender una sociedad más justa tan solo tiene cabida en la máxima de que el fin justifica los medios, ya que el Comunismo no solo se prevé como la mejor forma de sociedad, sino también como la única posible.

Lectura de 21 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 754 (Variable). Estratos
  • Termómetro: 15º
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21 de Abril de 2015







lunes, abril 20, 2015

Sabiduría de viejo lobo de mar (10)

Cuando sopla norte oscuro, quédate al abrigo de cabo seguro.

Lectura de 20 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 754,5 (Variable). Cirros y estratos
  • Termómetro: 14,5º
  • Higrómetro: 45%

20 de Abril de 2015






jueves, abril 16, 2015

"New Kid in Town"



Los Eagles en vivo en Washington D.C. 1977.

Lectura de 16 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 754 (Variable). Encapotado
  • Termómetro: 18,5º
  • Higrómetro: 45%

16 de Abril de 2015







miércoles, abril 15, 2015

El regreso del Nakhimov

Si nos molestamos en leer la sección de noticias internacionales de las revistas especializadas, cuyos números hayan salido a la luz durante la decrepitud del 2014 y los primeros meses de este casi preadolescente 2015, toparemos con una curiosa nueva procedente de Rusia referida a un poderoso navío de la época soviética que ha permanecido amarrado a un muelle durante más de una década. Hace unos días tratamos aquí la figura del SSV-33 Ural y ya mentamos, de pasada, al protagonista de este blog. Entonces hablamos del proyecto 1144 Orlan o clase de cruceros nucleares Kirov*1. De dicha clase ochentera hay dos supervivientes y los periodistas especializados en guerra naval se han hecho eco del deseo cierto del Kremlin de recuperar, al menos, a uno de estos obsoletos pero impresionantes navíos: el Nakhimov, un montón de chatarra oxidada, cierto, que ha estado durante años en la misma posición si consultamos el Google Earth, ambos hermanos amarrados en dos riberas enfrentadas de una base.

La cúpula de la Marina de guerra, en un alarde de prepotencia muy soviética, la cual tan solo puede, quizá, enmascarar capricho infantil más en un país que mezcla dos regímenes extintos como el zarista y el revolucionario, pretende salvar al Nakhimov de un destino indigno y librarlo del soplete. Por ese lado, les honra el esfuerzo, pero resulta, como poco, escandalosamente curioso el destino que le depara a este viejo dinosaurio de la guerra fría.

Pues bien, el crucero de propulsión nuclear Almirante Nakhimov entró en dique seco durante la primera semana del pasado mes de noviembre, en los astilleros de Sevmash en Severodvinsk, en la región de Arcángel. Según las declaraciones del responsable de Sevmash, Vladimir Spiridopoulo, los trabajos de gran carena que ya han comenzado servirán para incrementar las capacidades del navío, así como su vida operativa, la cual se predice que será de entre treinta y cuarenta años más una vez reactivado en 2018, momento en el que será el buque de guerra más poderoso de la armada rusa gracias a la instalación de nuevos sistemas de comunicaciones, de seguimiento y detección, sistemas de armas, como misiles de crucero Kalibr, antibuque Onyx y antiaéreos S-400 y Redut, además de una panoplia de ochenta misiles de crucero, así como a la revisión completa y la recarga de sus dos reactores nucleares KN-3. 

La modernización se aplicará posteriormente al crucero de la misma clase Pyotr Veliky (Pedro El Grande), buque en activo e insignia de la Flota del Norte.

Los Kirov, con sus 28.000 t. a plena carga, son los mayores buques de guerra existentes, con la excepción de portaaviones y buques anfibios, y careciendo de equivalente en las flotas occidentales. El Nakhimov, en concreto, entró en servicio en la Flota del Norte en 1988 y fue decomisado en 1999 por falta de fondos. En 2012, los otros dos cruceros de esta serie, Almirante Ushakov y Almirante Lazarev, fueron considerados como no reparables y fueron desguazados. 

Se estima que el coste de la modernización del Nakhimov rondará los 1.250 millones de euros, que es el importe de los dos buques anfibios clase Mistral que Francia está construyendo para la Marina rusa.

Lectura de 15 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 754 (Variable). Encapotado
  • Termómetro: 19º
  • Higrómetro: 45%

15 de Abril de 2015






martes, abril 14, 2015

Guardia de televisión: reseña a la primera temporada de “El ministerio del Tiempo”

«El cliente (no) siempre (, nunca) tiene la razón».

Entre noches cada vez menos frías, domeñadas por esperpentos recauchutados y mal teñidos y por engendros que resquebrajan la quietud con sus gorgoritos, cuando no alaridos, una sombra ha estado cruzando veloz el bosque de antenas que ya no existe. Algo que ha querido ser diferente pues el gran público no siempre tiene la razón.

Tras terminarse la única temporada de “Víctor Ros”, con la que muchos hemos vuelto a pulsar el botón 1 de nuestro mando a distancia, había mucha expectación con “El ministerio del Tiempo”, una serie española que mezcla ciencia-ficción con historia. Sí, española. Cuesta creerlo. Una producción que ha revolucionado las redes sociales y con la que, siendo sincero, también me he dejado llevar por los tuits, sintiéndome, por desgracia, como en aquellos momentos en los que la trilogía tolkieniana de Peter Jackson se colaba en cualquier conversación. Pero he querido (¿podido?) refrenarme a tiempo, simplemente porque me gusta más “Víctor Ros” que “El ministerio del Tiempo”. 

Llegado a este punto, no soy capaz de recordar  una expresión al uso para lo que quiero exponer, ya que tan solo me sale el de “la confianza da asco” (totalmente desacertada y fuera de lugar) para tratar de vestir cierto aborrecimiento que he sentido hacia la vorágine que se ha estado generando con esta nueva serie; vorágine como la que ya viví hace más de una década. Por entonces, fui uno de tantos frikis que seguían las andanzas de hobbits, elfos, enanos y humanos, malgastando el tiempo en foros y topándome con ciertos elementos que terminaron por obligarme a enterrar los libros de "El Señor de los Anillos" bien hondo y a abandonar al polvo la edición extendida de la trilogía cinematográfica. Simplemente, acabé aborreciendo el género y respecto a la nueva trilogía de El Hobbit… pues la voy viendo también a golpe de dvd; ni se me ha pasado por la cabeza perder el dinero yendo al cine y tampoco es que sea algo me quite el sueño. 

Hace más de diez años me desembaracé, cansado ya, de toda la fantasía y, por simpatía nada simpática, de mi querida ciencia-ficción, a la que he ido regresando en cortas visitas para “tomar el té” y poco más, abrazando la ficción realista con cierto fervor fanático.

Por eso quizá haya visionado esta primera temporada de “El ministerio del Tiempo” con algo más de cabeza fría, ya que Internet está a rebosar de pollos sin cabeza.

La propuesta de los hermanos Olivares (uno de ellos, tristemente fallecido) es un soplo de viento fresco por haberse atrevido a conjugar algo que, hasta hace unas semanas, parecía imposible en la televisión actual: una serie de acción que nos lleva a diversos momentos de nuestra historia y a tratar con personajes clave de la misma. Es digno de elogio que lo hayan conseguido y, encima, con tanta calidad de ambientación y de cásting. Sin embargo, dentro de mi frialdad, soy de los que han ido encontrando piedras con forma de interrogantes sobre el propio guión; un libreto en el que no sé si está plagado de zonas en blanco o si ha sido quemado con la colilla de un cigarrillo por pura desidia. 

Os adjunto una serie de cuestiones, muchas tontas, pero que me han ido asaltando y que merecen su momento de “gloria”:
  • ¿No sería más lógico que el ministerio estuviera ubicado en El Escorial, la famosa “Puerta del Diablo”? 
  • Si las patrullas tienen por misión mantener inalterado el Pasado histórico, ¿por qué no se aprecian cambios como desaparición de recuerdos, objetos, obras, etc.? Me estoy refiriendo a “Regreso al Futuro” primera parte, en la que Marty MacFly la pifia con su madre y su Futuro se va desvaneciendo en una foto. Tal y como están presentados los argumentos de los capítulos de “El ministerio del Tiempo” se ve que siempre van a conseguirlo. 
  • ¿A qué viene el rollo sobre el Futuro (Pasado) de Amelia Folch si lo descubriría todo con tan solo consultar la hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España? Siendo de una familia pudiente y una de las primeras universitarias, seguramente los periódicos recogerían más de una noticia referente a ella. Incluso le bastaría con ir al Registro Civil.
  • ¿No tendría que haber un control de seguridad en cada puerta? Esta pregunta, quizá, sobra, viendo cómo los funcionarios del día a día se saltan a la torera los sistemas de seguridad allá donde trabajan.
  • ¿Por qué no hay controles médicos visibles? 
  • Si el ministerio, por lo que se ve, no cumple la añeja normativa de acceso de discapacitados (de 1985 si no me equivoco) y no hay una sola rampa y sí un montón de escaleras, ¿cómo Alonso de Entrerríos mete una Harley-Davidson de unos 250-300 kilos dentro?
  • ¿Por qué Julián, hombre del s. XXI, nunca se queja del pestazo de las calles de épocas pasadas?
  • ¿Por qué…?

Creo que mi lista ya roza lo grotesco.

En el ministerio, que se desgañita por mantener el statu quo ante histórico, se aprecian un montón de goteras, cuando no filtraciones y moho para aquel que lo visiona como algo más que un puro entretenimiento, para alguien que se ha vuelto demasiado exigente con las producciones de televisión. En ocasiones no hay ningún hilo que enlace distintas escenas, y algunas son tan abruptas que te dejan descolocado, frunciendo el ceño y echándote hacia atrás en el sofá.

Por todo ello, ¿es para tanto como para que se obtenga una respuesta así por el público en las RRSS (ya que en audiencia el esperpento sigue siendo el rey)? Hasta el empuje de la gente en Twitter y demás plataformas ha permitido que la serie renueve, al menos, por una temporada más; lo cual es muestra evidente del poder que tienen estos medios. Sin embargo…

La serie me parece harto entretenida, aunque mi opinión acerca de diferentes capítulos dista mucho de la general que se leen en las RRSS. Para gustos, los colores. Cuenta con notas sobresalientes, tanto como para pasar el rato inocentemente como para que sus espectadores nos convirtamos en los habitantes de una irreductible aldea gala que se niega a la zombificación y a la ignorancia más aguda y generalizada a nivel patrio. Creo que “El ministerio del Tiempo” es lo que es: un divertimento que tiene el gran mérito de haber conseguido que muchos cojan por primera vez en su vida una obra de Lope de Vega, García Lorca o al Lazarillo, sepan que durante sesenta años las coronas de España y Portugal estaban sobre una única testa o quién era el Empecinado; o, como yo, que he visto con nuevos ojos a Picasso.

Quizá "El ministerio del Tiempo" sí sea la punta de lanza, el ariete, en una cruzada por la conservación de nuestro patrimonio histórico.

Lectura de 14 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 756,5 (Variable). Despejado
  • Termómetro: 18º
  • Higrómetro: 45%

14 de Abril de 2015






viernes, abril 10, 2015

Lectura de 10 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 755 (Variable). Encapotado
  • Termómetro: 17º
  • Higrómetro: 45,5%

10 de Abril de 2015




jueves, abril 09, 2015

Entrevista al investigador Julio B. Mutti



Desde el día de ayer, en la web de Historia Rei Militaris, podéis leer la extensa entrevista que le realicé al investigador y ensayista argentino Julio B. Mutti, auténtico especialista en la materia de la vinculación de Argentina con el III Reich.

Esta entrevista la hemos realizado con motivo del próximo lanzamiento de su nueva obra Nazis en las sombras” (Nowtilus, en la serie “Historia incognita”) y tan solo esperamos que con ella se os despierte el apetito por saber más de este oscuro pasaje histórico en el que Julio lleva años inmerso.



Lectura de 9 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 755 (Variable). Encapotado
  • Termómetro: 17º
  • Higrómetro: 45,5%

9 de Abril de 2015




miércoles, abril 08, 2015

Entre el barro



Este artículo, por meritos propios, merece formar parte de los escogidos por el Coleccionista de Pecios (y así lo hemos etiquetado), pero también de que le dediquemos tiempo para que sea incorporado a la sección de “Apuntes”; y es que nos hemos tropezado con un tesoro inesperado, ¡eso es lo bonito!, mientras “paseábamos” por las marismas del río Medway, en Kent (Inglaterra): en marea baja y entre el fango, en Humble Bee Creek, emerge el pecio de un submarino alemán de la Gran Guerra, cuya identidad se duda entre si es el UB-122 o el UB-123, ambos de la clase UBIII (aunque hay cierta mayoría de opiniones en que es el primero de los dos navíos indicados).

Al término de la primera guerra mundial, hasta cien submarinos alemanes se rindieron a las  fuerzas navales británicas. Aquellos que no se incorporaron después a la lista de buques de la Marina francesa, sirvieron para dotar de maquinaria a fábricas como la de cemento de Halstead, en el mismo Kent, antes de ser desguazados.

Las razones que han permitido que este UBIII se mantenga como un pecio en la marisma de Medway desde, al menos, 1921 es un misterio de imposible solución por el momento, así que dedicaremos el resto del artículo a desgranar las características técnicas del UB-122.

  • Constructor: AG Weser de Bremen. Nº 295
  • Coste: 3.654 marcos
  • Ordenado: 28 de Febrero de 1917
  • Quilla: 21 de Mayo de 1917
  • Botado: 2 de Febrero de 1918
  • Entregado a la Marina imperial: 4 de Marzo de 1918
  • Adscrito a la tercera flotilla de submarinos
  • Comandante: Oberleutnant zur see Alexander Magnus
  • Dimensiones: 55,85 de eslora; 5,80 de manga y 3,72 de calado
  • Propulsión: dos motores diésel Körting de seis cilindros de 1.060 hp, que le permitiría navegar en superficie a 13,9 nudos; y dos motores eléctricos Siemens de 788 shp, que le permitirían una navegación en inmersión de 7,6 nudos
  • Profundidad máxima: 50 metros
  • Armamento: Cinco tubos lanzatorpedos y una capacidad de carga de diez torpedos. Un cañón L/30 de 88 mm
  • Dotación: treinta y cuatro hombres (3 oficiales)
  • Entregado al Reino Unido el 24 de Noviembre de 1918





Lo podréis admirar en el Google Earth en las siguientes coordenadas:

  • 51º25'50.40" N 
  • 0º37'55.07" E


Lectura de 8 de Abril de 2015 a las 1200 horas



  • Barómetro: 754 (Variable). Despejado
  • Termómetro: 17º
  • Higrómetro: 45,5%

martes, abril 07, 2015

Publicación del segundo volumen de HISTORIAS DE LA MARINA MERCANTE ESPAÑOLA



El tiempo pasa y eso significa que los proyectos que bien comienzan bien acaban. Ayer mismo, por la tarde, me llegó un correo, como a muchos otros, de parte de nuestro amigo Roberto Hernández, el Ilustrador de Barcos. Con la alegría propia de tales acontecimientos, nos hacía sabedores de la publicación del segundo volumen de HISTORIAS DE LA MARINA MERCANTE ESPAÑOLA, dedicado a la Compañía Trasatlántica Española, publicado por Ediciones Sanahuja y distribuido por la Librería Náutica Robinson de Madrid.

Como bien nos explica Roberto, este ejemplar repasa la historia de Compañía Trasatlántica Española por medio de dieciocho buques escogidos adrede para ofrecer al lector y amante de esta materia una visión panorámica. Así, entre sus páginas surcan los mares vapores, motonaves y turbonaves; con nombres como Alfonso XII y XIII, Reina María Cristina, Santa Isabel, Marqués de Comillas, Begoña y Montserrat

Dichos barcos navegan en este libro gracias a las acuarelas de Roberto, pero también acompañados por fotografías, muchas de ellas obtenidas en fondos que no habían visto la luz hasta ahora, y por relatos acerca de los mismos.

Como ya se ha mencionado, el libro está a disposición en la librería Robinson, en el siguiente enlace


La tirada de este segundo tomo también es limitada en ejemplares, por lo que estáis advertidos.

Para finalizar, y en relación a este libro, el mismo será presentado el próximo 8 de Mayo del corriente en el Museo Marítimo del Cantábrico (Santander), del que ya hemos hablado a vuela pluma en ENMP.

Tan solo dedicar nuestros mejores deseos a esta apasionante y admirable labor.