A pesar de lo que disfruté y aprendí en el Arsenal, Ferrol es una ciudad que no me gustó gran cosa, por lo que me dejé muchos lugares por entrever; algunos de ellos frente al mismo centro naval. Quizá malacostumbrado a las exageradamente templadas rías Bajas durante todo el año, no recuerdo que mi estancia de horas en Ferrol fuese agradable, aún en agosto.
Uno de estos puntos “olvidados” es el Gran cuartel de nuestra Señora de los Dolores (comúnmente Cuarte de los Dolores), sito en la Av. de Mac Mahón, nº 29 y base del Tercio del Norte de Infantería de Marina, encuadrado dentro de la Fuerza de Protección de la Armada, y del que me han animado a tratar en este blog.
¿Qué podemos decir aquí sobre dicho edificio? Si trascribimos (adaptándolo a los tiempos) el epígrafe que José Montero y Aróstegui dedica al Cuartel de los Dolores dentro del capítulo “Edificios de la Marina”, en su Historia y descripción de la Ciudad y Departamento naval del Ferrol (1859), dicho inmueble consta «[…] de tres cuerpos y fue construido para los batallones y artillería de Marina. Se halla situado en la población de Esteiro, a la inmediación de la línea de fortificación de la plaza en la altura que domina el muelle nombrado de Fontelonga.
»Antes de su construcción, que es contemporánea de la de los arsenales a mediados del siglo pasado, se alojaban los batallones de Marina en el antiguo cuartel provisional que había en el campo de San Roque, en la línea con la casa de D. Antonio Benito Yanguas; y las brigadas de artillería tenían otro cuartel, también provisional, que existía en el cambo nombrado del general al frente de las casas de la calle de la Magdalena, conocidas hoy con el nombre de Pola. Después se pensó formar distintos cuarteles, proyectándose el de las brigadas en el campo de las Baterías; pero esta obra se quedó en cimientos, alojándose después ambas fuerzas en el gran cuartel que vamos a describir.
»Elévase este vasto edificio en tres cuerpos sobre una planta cuadrada. Contiene en su centro un espacioso patio, también cuadrado, que tiene dos grandes aljibes y está rodeado de una galería o arcada que da entrada a las cuadras del piso bajo, del principal y del segundo, rematando en éste con una espaciosa azotea. Comprende esta galería, en cada uno de los dos pisos bajo y principal, 44 cepas o pilares, que sostienen otros tantos arcos rebajados elípticos, y 48 bóvedas vaídas. A la parte posterior, y unido a este edificio, está el cuerpo de cocinas y comunes, conteniendo en su centro otro patio. Este cuerpo es de bóveda de cañón, seguido y cubierto de azotea. En el piso bajo y al centro de la fachada principal está la entrada, adornada con el orden dórico de columnas pareadas y asiladas de una sola pieza, con retropilastras; y sobre su cornisa se prolonga un balcón de hierro, encima del cual, y a la altura del tercer cuerpo, está un precioso escudo de armas Reales labrado en piedra y cubierto con la cornisa general que rodea todo el edifico. A uno y otro lado de la entrada, y con luces a la misma fachada, están los cuerpos de guardia y, a la parte posterior de estos y con salida y luces al patio, se halla la doble escalera principal, con calabozos a sus lados. Desde ellos y los cuerpos de guardia, en todo lo que resta de la extensión de la crujía de la fachada principal y con luces a ésta, costados y patio, hay dos cuadras. En cada costado y en el mismo piso bajo contiene otras dos cuadras con luces exteriores y al patio, y en el frente de la parte posterior hay, en su centro, una doble escalera, y a cada lado una grande cuadra con luces a la parte de atrás, del costado y del patio. En el piso principal está situado sobre la entrada el arranque de la escalera para el segundo piso, cuerpos de guardia y calabozos, una pieza donde estuvo el depósito hidrográfico y a cada lado una cuadra. En lo que resta de este piso principal, y en los mismos términos que en el bajo, contiene otras seis cuadras y arranque de la escalera de la parte posterior y la del segundo piso. En el último, en la fachada y sobre la pieza que fue depósito hidrográfico, hay diferentes habitaciones con luces exteriores y al patio, y a cada la de aquellas una cuadra. En lo demás de este piso existen otras seis cuadras iguales en un todo a las del piso principal, y en el centro del frente del pago de la parte posterior y en la azotea está situada la capilla para decir misa, que pueden oír las tropas desde el patio y desde los corredores o ánditos cubiertos.
»Por la desnivelación del terreno, hay a la parte S. y debajo del piso bajo cuadras abovedadas con entrada exterior, que se cree fuesen destinadas para caballería.
»El todo de este vasto edificio presenta una vista magnífica por su regularidad, extensión y perfecta simetría, y puede alojar en sus diferentes cuadras hasta 4.000 hombres. A su frente se halla una espaciosa plaza donde pueden evolucionar con toda libertad algunos batallones».
A pesar del gran esfuerzo del Sr. Montero, no podemos negar que su descripción es farragosa e, incluso, producidora de vértigos por lo comprimido de la exposición.
Parece increíble, pero Montero se olvida de no pocas cosas, como que el proyecto original se encargó a Joseph Petit de la Croix en 1751, bajo el patrocinio de la casa Andrade y Lemos, pero continuado por el arquitecto e ingeniero naval Julián Sánchez Bort (Cuenca, 1725- Cádiz, 1785) entre 1760 y 1771, año este último en el que se entrega a los Batallones de Marina, tras seis de obras.
Decir que Sánchez Bort marcó el croquis urbano de la ciudad, haciéndolo pivotar sobre el Arsenal; aunque no podemos quitarle el mérito en tal función al mencionado Petit de la Croix, como ingeniero militar, y a otros personajes que migraron al Ferrol durante el s. XVIII y sirvieron a la monarquía hispánica, formando una importante comunidad francesa e inglesa.
El costo de la construcción ascendió a un millón de reales y su ubicación, cercana al Arsenal y en el monte Esteiro (a pocos metros del antiguo Hospital de Marina), le permitía una posición táctica primordial en esta ría tan bien guarecida contra los ataques enemigos, pudiendo comprobarse su buena disposición en 1800, ante el desembarco de quince mil efectivos ingleses que fueron repelidos por dos mil españoles.
Al estudiar el recinto para escribir este artículo, me llamaron la atención los aljibes, con una capacidad individual de 500.000 litros de agua de lluvia, así como que la puerta y muralla de Fontelonga, uno de los tres accesos marítimos con que llegó a contar Ferrol y el único que permanece en pie.
Hoy día, el cuartel posee un importante fondo bibliográfico (desde el s. XVIII hasta la actualidad) y una sala noble cuajada de objetos del Pasado que merecen la pena ser custodiados entre sus paredes.
(Gracias a Jesús M. Gª Méndez por animarme a escribir este artículo)
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