jueves, diciembre 02, 2021

Guardia de ensayo: reseña a «Mi OVNI de la Perestroika. Un viaje al corazón de Rusia tras la noticia más extraterrestre de la Historia», de Daniel Utrilla

Editorial Libros del K.O.
Primera edición: enero de 2021
ISBN: 978-84-17678-58-8
644 páginas
Utrilla es periodista español en Rusia y un gran curioso del alma rusa, que es lo mejor que se puede extraer de este libro que de ufológico termina teniendo poco

Escuchar la entrevista a un autor en un programa seleccionado al azar en Youtube del canal Milenio Live, que te resulte interesantísimo su trabajo y encontrar su libro disponible y sin compromiso en la biblioteca pública es una suerte de señal cósmica que no se puede ignorar. Fui a la carrera por las calles de mi ciudad hasta la pequeña y oculta catedral local del Conocimiento y me perdí en la segunda planta por un lineal de estanterías del que no tenía noticia. Tardé unos instantes de pavor en dar con el volumen en cuestión, gigantesco, rojo, editado hacía unos pocos meses (enero de 2021), pero terriblemente maltratado por un desconocido usuario anterior. Superé el trámite de poner mi carné y el libro bajo la luz del lector de códigos y el control de radiofrecuencia, y me embarqué en lo que creía yo que sería una investigación pionera y en castellano del caso del aterrizaje OVNI en la industriosa ciudad rusa de Vorónezh, sucedido en octubre de 1989. Lo creía.

Soy aficionado al fenómeno y, como el autor, también fui un niño abducido, fascinado por ese país enorme que emergía tras el muro que se descomponía desde Berlín oriental. Tanto fue así que hasta convencí a mis padres de que me adelantaran unas pesetas para poder comprar el primer número de uno de aquellos cursos de idiomas por fascículos, con diccionario y un casete, tan en boga durante las décadas de 1980 y 1990, que, por primera vez, incorporaban el exótico y hermético ruso, ganando puntos de interés pues siempre estuvieron dando la badila con el inglés, el francés, el alemán y el italiano. Sin embargo, no pasé de la segunda entrega y a duras penas entró en mi mollera el alfabeto cirílico en toda su extensión (sigue leyendo)


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