Un argumento muy introspectivo, muy al estilo de Nolan, de complicada resolución
Lo que caracteriza a la filmografía de Christopher Nolan es una presentación espectacular, una obra de arte en movimiento, vertiginosa y asombrosa, que tira de un argumento muchas veces demasiado oscuro y complicado de entender. Y si una de sus películas debe coronarse como la reina paradigmática, yo voto por «Origen», un título cuyos ecos fílmicos aún llegan con fuerza hasta las orillas de todos los espectadores.
«Origen» parte de un sueño y continúa de sueño en sueño. Nos ubica en un mundo en el que existe un aparato capaz de permitir a extraños penetrar en el subconsciente y robar todos los secretos de la víctima. Un aparato de cuya invención nada se revela ni parece que hiciera falta (como su funcionamiento e ingeniería). Pero lo que se plantea en el argumento, el objetivo, es la posibilidad de implantar una idea “propia” en la mente de un individuo, aunque no por ello la persona elegida sea el hijo del magnate cuyo imperio desea destruir un misterioso empresario japonés, pues Cobb, el protagonista, primará su propia trama entre la de todos los personajes, que será lo que, hoja a hoja, capa a capa, se vaya desvelando, mientras se realiza una inmersión abierta a las profundidades de los sueños y los recuerdos (sigue leyendo)
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