lunes, enero 22, 2024

Aquellos viejos corsarios. Análisis legal del corso entre los s. XVII y XIX (5 de 5)

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QUINTA PARTE

Análisis de un pleito de corso

Trasteando no poco por Internet, di con un amarillento legajo, publicado en 1601 y licenciosamente escaneado, que trata sobre un pleito de presa interpuesto por Martín de Heras Pedrueca, armador de la fragata San Miguel (capitán Juan de Cetar), armada en corso bajo la bandera de Vizcaya, contra el maestre y propietarios del navío Santa Ana y su mercancía hallada a bordo.

La fragata San Miguel, a siete leguas de distancia de las islas Berlengas (Portugal), dio el alto al navío Santa Ana, mercante en supuesta ruta hacia Cádiz, y lo que encontró el trozo de presa fue una carencia casi total de documentación, a un piloto portugués disfrazado de inglés y a una carga harto sospechosa.

Supuesta historia del Santa Ana

El Santa Ana fue construido en los astilleros de Zumaya por encargo de Juan Reid[i] y Thomás Voquin, ingleses residentes en Bilbao desde hacía 16 años. En el propio Bilbao, se cargó hierro vizcaíno; luego, en Bayona (Francia), picas, brea y botijas de trementina, todo ello propiedad, según afirmaron los responsables del navíos, de Juan Fredigue, alcalde mayor de Londres. De allí partió con la intención “oficial” de alcanzar Cádiz.

De los testimonios consignados, el Santa Ana huyó primero de dos navíos, supuestamente turcos, que lo quisieron dar caza y de los que logró zafarse a pesar de su insistencia con los cañones. Ya frente a costas portuguesas, ante la localidad de Possendas[ii], se hizo un alto y, tras comprar una arroba de pólvora, se contrató por treinta reales de a 8 al pescador Francisco Martínez para que hiciera de piloto hacia el puerto de Lisboa o el de Oporto, donde se sospechaba que iba efectivamente a recalar el navío y a venderse su carga.

Declaraciones y testificales

Ricardo Filter, maestre del Santa Ana, dijo que conocía quiénes eran los dueños del navío y qué cargaba. El destino del Santa Ana era Cádiz porque así se lo habían dicho y confirmó que el piloto era un portugués contratado.

Jorge Reid, natural de Londres, mercader y factor del navío, manifestó que los propietarios del Santa Ana eran su hermano Juan Reid y Thomás Boquin, también de Londres, residentes en Bilbao, y que el propietario de las mercancías era el alcalde mayor de Londres, Juan Fredigue.

Confirmó la identidad del piloto portugués y la necesidad de su contratación.

Samuel Guaifen, piloto del Santa Ana, manifestó que únicamente sabía que se dirigían a Cádiz y que por orden del maestre Filter y del mercader Jorge Reid, debía gobernar por las costas de Portugal hasta que se contrató al pescador Martínez para que los llevase a Lisboa, Oporto, Viana o cualquier puerto portugués.

Juan Hens, condestable del Santa Ana, decía desconocer quienes eran los propietarios del navío y donde se construyó. Que lo contrató Juan Reid en Bilbao y confirmó la carga y la historia del piloto portugués.

Tomás Guatos, contramaestre del Santa Ana, confirmó la carga de las botijas de trementina.

Por último, el piloto portugués Francisco Martínez relacionó que el Santa Ana estuvo tres días en Possendas, donde se intercambió con el capitán de la población una arroba de pólvora por un panal de brea. Que dicho capitán mostró interés en adquirir media docena de picas, pero que no se llegó a acuerdo.

Que al avistamiento del San Miguel, el maestre Filter y el mercader Reid aleccionaron a Martínez para que, si los corsarios resultaran ser holandeses, afirmara que iban rumbo a Andalucía y, para completar el teatro, lo vistieron a la inglesa.

Finalizando su declaración, Martínez manifestó que el mercader Reid le dio al maestre Filter un papel, el cual arrojó al mar antes de la detención.

Sentencia

Una vez finalizados los trámites procesales, se dictó sentencia por parte del Arzobispo de Santiago, declarando buena presa el navío y su carga, por cuanto se entendió demostrado que se transportaba pertrechos e instrumentos bélicos para los rebeldes.

Los ingleses, como moradores en el reino, fueron consideramos perturbadores de la paz y toda la carga se consideró prohibida por cuanto:

  • El hierro, aún en pasta, podía transformarse en armas y otros instrumentos bélicos, ofensivos y defensivos.
  • La brea podía servir para carenar navíos y para fabricar artificios de fuego.
  • La trementina podía servir para fabricar artificios de fuego y, en especial, para quemar navíos.
  • Las picas tienen una clara función bélica. Se expresa en el texto que bien podrían haber afirmado los ingleses que eran simples palos, pero todos los declarantes y testigos manifestaron que eran picas.
  • El que se afirmara que la propiedad de la carga pertenecía al alcalde mayor de Londres no la excluía de la pena.

Por todo ello, el navío también se consideró como buena presa por ser el instrumento y medio de transporte de los bienes prohibidos.

 (FIN DEL ESTUDIO)



[i] Trascribimos los nombres tal y como aparecen en el documento original.

Juan Fredigue, identificado como alcalde mayor de Londres (Lord Mayor), debió ser un tal John Garrard o Garret, quien ejerció el cargo durante 1601, aunque no estoy seguro de la coincidencia.

[ii] No he conseguido saber qué localidad sería en la actualidad.


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