miércoles, octubre 21, 2009

Una reina de España

A continuación trascribo el artículo remitido por el CN José Bergantiños Miragaya a la RGM y publicado en el número de Abril de 2009 (Tomo 256) en la sección "Vivido y contado". Es una ventana abierta a sentimientos del Pasado. Me parece más que de Justicia que podáis deleitaros con él:


Años sesenta, tiempos de la dictadura. En un barco de guerra español atracado en un puerto extranjero del Mediterráneo. Estaba yo a punto de salir de franco de paseo cuando recibo una llamada del comandante, quien me orden enseñar el barco a una anciana y distinguida señora que ya espera en cubierta. Me presento muy cumplido, y con prisa la acompaño por cubiertas, camarotes y cámaras, puente de gobierno, cañones, CIC, etc. Cuando la despido, ya en el portalón, me da las gracias y me dice, en perfecto castellano, las siguientes palabras: “En otros tiempos más felices un barco de la Armada española llevaba mi nombre en la popa”. La miro asombrado, le beso la mano y la veo marchar despacio por el muelle adelante con la dignidad de una reina. Efectivamente, aquella misteriosa y distinguida señora era ni más ni menos que Su Majestad Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, nieta de la reina Victoria y abuela paterna del príncipe de España. Nacida en 1887 en el Castillo de Balmoral (Escocia), fue testigo de muy trágicos acontecimientos acaecidos en la primera mitad del sigo XX: Atentado anarquista con bomba el día de su boda en Madrid (1906), Desastre de Annual (1921), Directorio Militar de Primo de Rivera (1923), y para rematar el exilio en el mes de abril de 1931, fecha de proclamación de la Segunda República. En 1939, al empezar la Segunda Guerra Mundial, es obligada a abandonar el Reino Unido y deja de pertenecer a la Familia Real británica, fijando su residencia en Lausanne (Suiza). En 1940 amadrina, junto con el cardenal Pacelli, futuro Pío XII, a nuestro actual Rey. En 1968 regresa por única vez a España, autorizada por Franco, para amadrinar a su bisnieto don Felipe de Borbón. Muere en Lausanne en 1969, pocos años después de haber protagonizado la historia que aquí se cuenta. En 1985, por voluntad expresa del Rey, sus restos son depositados en el Monasterio de El Escorial, cerca de los de su esposo y sus hijos. Aunque la anécdota está contada en primera persona, no soy yo el protagonista; se la oí a un viejo marino jubilado. La cuento tal como él me la contó. No tengo otra intención que relatar un hecho real que considero interesante, lleno de connotaciones y de nostalgias. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

2 comentarios:

The Darkness Joe dijo...

Una auténtica señora de la cabeza a los pies con momentos tristes que vivir llena de dignidad.

Javier dijo...

Sin duda alguna una vida llena de incertidumbres y tristezas.