¿Es ahora cuando uno comienza a ver todo cuesta abajo? ¿Cuesta abajo con una edad demasiado adulta que hace nada veíamos muy lejos? Gran locura de postadolescencia la de creernos etérnamente jóvenes, como si fuéramos Dorian Grays de medio pelo.
Quizás los 30 sea la edad perfecta.
Yo, por supuesto, no tengo ni la más remota idea, amig@s mí@s.
Solo sé que desde hace unos meses veo de reojo el calendario, en especial el día 30 de Diciembre de 2010. Es el día de mi trigésimo aniversario como ya habéis adivinado.
1980 se me antoja más a novela de ciencia ficción que a una fecha concreta.
Cuántas cosas han pasado delante de mis ojos desde entonces. Delante de los ojos de todos los que lo hemos podido ver.
Soy miembro de una generación entre la X y la Digital (en la que tenemos a esos Ni-Nis que yo llamaría directamente inútiles). Una que nos servimos de los estertores de los años ´70 viviendo los últimos años de la Guerra Fría entre juegos infantiles con el Equipo A y el coche fantástico o Diana, con cosas que no comprendíamos como Chernobil, la caída del Muro; y el comienzo de un nuevo orden mundial en nuestra época universitaria. Un nuevo orden gobernado por los bits que tanto “amaba” Freddy Mercury en “Back To Humans”. Yo no llego a tanto. Es más, ya no puedo vivir sin un poco de esta tecnología. Me he criado con ordenadores de pantalla oscura y letras verdes. Con disquetes hasta que me compré un pendrive de 128 mb hace 5 años (ahora los hay de 64 mgb).
Dejo atrás la veintena. Fueron 10 años en los que ha pasado de todo. Bueno y malo. Excelente y catastrófico. Puede que sean estos últimos meses en los que haya encauzado mi fuerza. En los que me haya centrado en un objetivo.
Sigo sin hacer muchas cosas que han alcanzado la mayoría hasta la saciedad, pero he subido cumbres para mirar cielos solo reservados a unos pocos que son capaces de soñar.
No puedo dejarme llevar por el desánimo que se calificaría en cualquier sitio como pueril.
Poner un 3 delante (luego le seguirán otros) en las casillas de “Edad” no puede ser algo tan malo.
Este año 2010 puede dar cauce a un 2011 que puede ser magnífico. Ojala.
Me veo en la obligación de pensar en positivo. Hay muchas cosas que hacer. Solo tengo que estirar un poco más el brazo para alcanzar el cabello de esa diosa que corre delante de mí. Agarrarlo con fuerza.
Puede que el mejor regalo sea seguir escribiéndoos y que me sigáis. Quizá pueda disfrutar de lo mejor que me queda aún por ver.
Quizá el buen camino esté ya delante de mí.
Quizás los 30 sea la edad perfecta.
Yo, por supuesto, no tengo ni la más remota idea, amig@s mí@s.
Solo sé que desde hace unos meses veo de reojo el calendario, en especial el día 30 de Diciembre de 2010. Es el día de mi trigésimo aniversario como ya habéis adivinado.
1980 se me antoja más a novela de ciencia ficción que a una fecha concreta.
Cuántas cosas han pasado delante de mis ojos desde entonces. Delante de los ojos de todos los que lo hemos podido ver.
Soy miembro de una generación entre la X y la Digital (en la que tenemos a esos Ni-Nis que yo llamaría directamente inútiles). Una que nos servimos de los estertores de los años ´70 viviendo los últimos años de la Guerra Fría entre juegos infantiles con el Equipo A y el coche fantástico o Diana, con cosas que no comprendíamos como Chernobil, la caída del Muro; y el comienzo de un nuevo orden mundial en nuestra época universitaria. Un nuevo orden gobernado por los bits que tanto “amaba” Freddy Mercury en “Back To Humans”. Yo no llego a tanto. Es más, ya no puedo vivir sin un poco de esta tecnología. Me he criado con ordenadores de pantalla oscura y letras verdes. Con disquetes hasta que me compré un pendrive de 128 mb hace 5 años (ahora los hay de 64 mgb).
Dejo atrás la veintena. Fueron 10 años en los que ha pasado de todo. Bueno y malo. Excelente y catastrófico. Puede que sean estos últimos meses en los que haya encauzado mi fuerza. En los que me haya centrado en un objetivo.
Sigo sin hacer muchas cosas que han alcanzado la mayoría hasta la saciedad, pero he subido cumbres para mirar cielos solo reservados a unos pocos que son capaces de soñar.
No puedo dejarme llevar por el desánimo que se calificaría en cualquier sitio como pueril.
Poner un 3 delante (luego le seguirán otros) en las casillas de “Edad” no puede ser algo tan malo.
Este año 2010 puede dar cauce a un 2011 que puede ser magnífico. Ojala.
Me veo en la obligación de pensar en positivo. Hay muchas cosas que hacer. Solo tengo que estirar un poco más el brazo para alcanzar el cabello de esa diosa que corre delante de mí. Agarrarlo con fuerza.
Puede que el mejor regalo sea seguir escribiéndoos y que me sigáis. Quizá pueda disfrutar de lo mejor que me queda aún por ver.
Quizá el buen camino esté ya delante de mí.
Aprovecho la ocasión para desearos, en esta última entrada del año, feliz y próspero año nuevo 2011!!!!