(Ir a la primera parte)
(Ir a la segunda parte)
(Ir a la tercera parte)
(Ir a la cuarta parte)
QUINTA
PARTE
Análisis
de un pleito de corso
Trasteando no poco por Internet, di con
un amarillento legajo, publicado en 1601 y licenciosamente escaneado, que trata sobre un
pleito de presa interpuesto por Martín de Heras Pedrueca, armador de la fragata San Miguel (capitán Juan de Cetar),
armada en corso bajo la bandera de Vizcaya, contra el maestre y propietarios
del navío Santa Ana y su mercancía
hallada a bordo.
La fragata San Miguel, a siete leguas de distancia de las islas Berlengas
(Portugal), dio el alto al navío Santa
Ana, mercante en supuesta ruta hacia Cádiz, y lo que encontró el trozo de
presa fue una carencia casi total de documentación, a un piloto portugués
disfrazado de inglés y a una carga harto sospechosa.
Supuesta
historia del Santa Ana
El Santa
Ana fue construido en los astilleros de Zumaya por encargo de Juan Reid[i] y
Thomás Voquin, ingleses residentes en Bilbao desde hacía 16 años. En el propio
Bilbao, se cargó hierro vizcaíno; luego, en Bayona (Francia), picas, brea y
botijas de trementina, todo ello propiedad, según afirmaron los responsables del navíos,
de Juan Fredigue, alcalde mayor de Londres. De allí partió con la intención
“oficial” de alcanzar Cádiz.
De los testimonios consignados, el Santa Ana huyó primero de dos navíos, supuestamente
turcos, que lo quisieron dar caza y de los que logró zafarse a pesar de su insistencia
con los cañones. Ya frente a costas portuguesas, ante la localidad de Possendas[ii],
se hizo un alto y, tras comprar una arroba de pólvora, se contrató por treinta
reales de a 8 al pescador Francisco Martínez para que hiciera de piloto hacia
el puerto de Lisboa o el de Oporto, donde se sospechaba que iba efectivamente a
recalar el navío y a venderse su carga.
Declaraciones y testificales
Ricardo Filter, maestre del Santa Ana, dijo que conocía quiénes eran
los dueños del navío y qué cargaba. El destino del Santa Ana era Cádiz
porque así se lo habían dicho y confirmó que el piloto era un portugués
contratado.
Jorge Reid, natural de Londres, mercader
y factor del navío, manifestó que los propietarios del Santa Ana eran su hermano Juan Reid y Thomás Boquin, también de
Londres, residentes en Bilbao, y que el propietario de las mercancías era el
alcalde mayor de Londres, Juan Fredigue.
Confirmó la identidad del piloto portugués
y la necesidad de su contratación.
Samuel Guaifen, piloto del Santa Ana, manifestó que únicamente
sabía que se dirigían a Cádiz y que por orden del maestre Filter y del mercader
Jorge Reid, debía gobernar por las costas de Portugal hasta que se contrató al pescador
Martínez para que los llevase a Lisboa, Oporto, Viana o cualquier puerto
portugués.
Juan Hens, condestable del Santa Ana, decía desconocer quienes eran
los propietarios del navío y donde se construyó. Que lo contrató Juan Reid en
Bilbao y confirmó la carga y la historia del piloto portugués.
Tomás Guatos, contramaestre del Santa Ana, confirmó la carga de las
botijas de trementina.
Por último, el piloto portugués
Francisco Martínez relacionó que el Santa
Ana estuvo tres días en Possendas, donde se intercambió con el capitán de
la población una arroba de pólvora por un panal de brea. Que dicho capitán
mostró interés en adquirir media docena de picas, pero que no se llegó a
acuerdo.
Que al avistamiento del San Miguel, el maestre Filter y el
mercader Reid aleccionaron a Martínez para que, si los corsarios resultaran ser
holandeses, afirmara que iban rumbo a Andalucía y, para completar el teatro, lo vistieron a la inglesa.
Finalizando su declaración, Martínez manifestó que el mercader Reid le
dio al maestre Filter un papel, el cual arrojó al mar antes de la detención.
Sentencia
Una vez finalizados los trámites
procesales, se dictó sentencia por parte del Arzobispo de Santiago, declarando
buena presa el navío y su carga, por cuanto se entendió demostrado que se
transportaba pertrechos e instrumentos bélicos para los rebeldes.
Los ingleses, como moradores en el reino,
fueron consideramos perturbadores de la paz y toda la carga se consideró prohibida
por cuanto:
- El hierro, aún en pasta, podía transformarse
en armas y otros instrumentos bélicos, ofensivos y defensivos.
- La brea podía servir para carenar navíos
y para fabricar artificios de fuego.
- La trementina podía servir para fabricar
artificios de fuego y, en especial, para quemar navíos.
- Las picas tienen una clara función bélica.
Se expresa en el texto que bien podrían haber afirmado los ingleses que eran simples
palos, pero todos los declarantes y testigos manifestaron que eran picas.
- El que se afirmara que la propiedad de la
carga pertenecía al alcalde mayor de Londres no la excluía de la pena.
Por todo ello, el navío también se consideró
como buena presa por ser el instrumento y medio de transporte de los bienes prohibidos.
(FIN DEL ESTUDIO)
[i]
Trascribimos los nombres tal y como aparecen en el documento original.
Juan Fredigue, identificado como alcalde mayor de Londres (Lord Mayor), debió ser un tal John Garrard o Garret, quien ejerció el cargo durante 1601, aunque no estoy seguro de la coincidencia.
[ii]
No he conseguido saber qué localidad sería en la actualidad.