martes, enero 19, 2021

Guardia de televisión: reseña a «Deutschland 86»

Título original: «Deutschland 86». 2018. Capítulos de 60 minutos. Alemania. Dirección: Anna Thomson (Creador), Jörg Winger (Creador), Florian Micoud Cossen, Arne Feldhusen. Guión: Anna Thomson, Will Bentley, Joy C. Mitchell, Jörg Winger, Steve Bailie, Ulf Tschauder. Reparto: Maria Schrader, Emilia Pieske, Helena Pieske, Sylvester Groth, Florence Kasumba, Uwe Preuss, Emma Fischer, Knut Berger, Alexander Beyer, Vladimir Burlakov, Chris Veres, Lavinia Wilson, Sonja Gerhardt, Michaela Caspar, Raul Casso, Anke Engelke, Atheer Adel, Amira El Sayed, Fritzi Haberlandt, Jonas Nay, Jonathan Pienaar, Laura Beckner, Hope Thangata, Kirsten Block, Mehdi Nebbou, Gudrun Ritter, Seyneb Saleh, Athena Strates, David Brückner, Michael Bundred, Niels Bormann, Harvey Friedman, Jan Krauter, Jared Lorenzo, Peer Martiny, Benike Palfi, Sabine Palfi, Zak Rowlands, Ludwig Trepte, Carina Wiese

Una telaraña de Guerra fría más amplia que la dibujada para las peripecias del joven Kolibrí en 1983

Han transcurrido tres años desde que Martin Rauch, alias Kolibrí, un agente de la HVA infiltrado en las Fuerzas Armadas de la RFA, detuviera una escalada de confusiones que podría haber conducido a una tercera guerra mundial.

Desde entonces, el niño bonito de la RDA ha sido recluido, exiliado y castigado en Angola (lo más lejos posible de los servicios secretos de Occidente, que se lo rifarían si lo tuvieran a tiro), colaborando en un orfanato financiado por Berlín para asentar en las jóvenes mentes africanas las bondades del socialismo marxista. Martín está lejos de su mundo y apartado de un hijo que duda si algún día conocerá. Sin embargo, los tejemanejes de su tía Lenora en Sudáfrica, donde trata de llevar a buen término un lucrativo negocio de tráfico de armas, y la crisis económica en la que sumerge la Alemania del Este, llevarán a Martin de nuevo al tempestuoso terreno de juego del espionaje internacional, dándose un salto de altura con respecto a la primera temporada. Si en 1983 Kolibrí debía espiar a la OTAN desde el mismo despacho de uno de sus generales, en el Berlín Occidental, ahora volará hasta Ciudad del Cabo y se le verá en la Libia de Gadafi y también en París, en un contexto político y geoestratégico más rico. Es pincelado de forma más profunda y otro tanto sucede con los secundarios, aunque con respecto a Walter Schweppenstette parece que se le dota de una vis cómica demasiado acentuada (sobre todo con la operación Barco de los Sueños), pero que no llega a empachar porque “madura” como espía y como padre (sigue leyendo)

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