jueves, mayo 31, 2007

31 de Mayo de 2007

LA VOZ - FERROL

La «Blas de Lezo» participará en un simulacro de rescate en Gijón

(Lugar: la voz | ferrol)

En el marco de las celebraciones del Día de las Fuerzas Armadas, que se conmemora este fin de semana, la fragata F-103 Blas de Lezo participará en un simulacro de rescate de rehenes en el que también estarán representadas unidades terrestres y aéreas. La recreación incluirá además un desembarco anfibio en la playa de San Lorenzo.

También con motivo del Día de las Fuerzas Armadas, una representación del Tercio Norte de infantería de marina se trasladará a León, donde tomará parte en los actos conmemorativos.

Mientras tanto, las instalaciones militares ferrolanas ya han comenzado a celebrar la festividad de las Fuerzas Armadas. El Arsenal ya recibió las primeras visitas de escolares. También está previsto que la Antonio de Escaño, la base de A Graña y el cuartel de Dolores celebren visitas guiadas los próximos días 2 y 3 en horario de 10 a 14 y de 16 a 20 horas.?Además, el cuartel del Tercio Norte será escenario el día 2 a mediodía de una exhibición de la unidad cinológica (canina).

En el Museo Naval habrá visitas guiadas de 10.30 a 13.30 el día 1. Además, una fragata de la clase F-100 estará abierta a visitas durante los próximos días 2 y 3 en horario de 10.30 a 13.30 y de 16.30 a 20.30 horas.

El día 3 también se celebrará un concierto de la banda de música del Tercio Norte a las 12.00 en el Cantón. También es posible ir a bautizos de mar hasta el día 1 en horario de 10.30, 11.30, 12 y 13 horas.


EL PAÍS.COM

Odyssey encontró su tesoro en el Atlántico

La compañía halló las 500.000 monedas en abril en una zona alejada de Gibraltar

ÁLVARO DE CÓZAR - Madrid - 31/05/2007

Ni en febrero ni en marzo, Odyssey Marine Exploration encontró las 500.000 monedas del mayor tesoro hallado hasta ahora en el mes de abril. Y lo hizo en una zona lejos del Estrecho de Gibraltar y de los controles de las costas españolas; en algún punto del océano lejos del arco que forman el cabo de San Vicente en Portugal y la ciudad de Jadida, al sudoeste de Marruecos.

Tras dos meses rondando por las aguas del Estrecho y el Mar de Alborán, el buque insigina de la compañía estadounidense, el Odyssey Explorer, comunicó a la torre de control de Tarifa Tráfico que dejaba la zona rumbo al oeste. "Pero sólo indicaron que viajaban hacia el oeste", asegura una fuente de la estación que observa todos los días el movimiento de los buques en la zona del Estrecho.

A partir de ahí la historia sigue siendo una incógnita. El único dato que aporta algo de luz es un documento del 9 de abril en el que Odyssey pide permiso a la corte de Florida para identificar un pecio de la época colonial encontrado al oeste de Gibraltar. Treinta días estuvieron los hombres del Explorer navegando en esas aguas, una zona repleta de pecios españoles, la mayoría de ellos con nombres de Vírgenes o de santos, pero donde también abundan los barcos extranjeros.

La Guardia Civil investiga ahora esos movimientos. Desde hace una semana, los hombres de la Brigada de Patrimonio tratan de visualizarlos en los archivos de Tarifa Tráfico por si pudieran hallar algún punto fijo en el que determinar si el tesoro se hallaba en aguas españolas o internacionales. Si lo que encuentran está a menos de 24 millas, España podría acusar a Odyssey de haberse llevado un patrimonio histórico de sus aguas. Pero si no es así, como la empresa ha insistido desde que anunció el hallazgo, el Ministerio de Cultura tendrá que limitarse a probar que el tesoro procede de un barco español e iniciar un litigio que podría durar años, como en el caso de El Juno y La Galga, dos fragatas españolas rescatadas del fondo del mar por una empresa de rescates submarinos cuyos tesoros fueron devueltos a España en el año 2000. James Goold, el abogado que representó a España en aquella ocasión, será el mismo hombre que se encargará del caso si España tiene finalmente derechos sobre el pecio encontrado por Odyssey. Por lo pronto, el pasado 29 de mayo, el letrado ya ha presentado una demanda en la corte de Florida, en el distrito de Tampa.

Mientras tanto, los agentes de Patrimonio siguen investigando. Uno de los problemas con el que se encuentran es que la torre de control de Tarifa Tráfico conserva movimientos del Explorer cada 20 segundos y que cuanto más lejos se haya movido el buque, más difícil es determinar su posición. Las primeras hipótesis apuntan a que se podría haber desconectado durante un tiempo el transpondedor AIS, una antena que llevan casi todos los barcos y que permite ser localizado por los controles de la costa y por los demás barcos. El capitán de un barco sólo, la puede desconectar cuando su barco está en peligro. Pero Odyssey desmiente esas sospechas. "Jamás desconectamos el aparato. Es ilegal. Pero si nos alejamos mucho de la zona que cubre el sistema AIS no podremos ser detectados por la costa. Eso prueba que estábamos en aguas internacionales", asegura un portavoz desde Florida.

ELCORREODIGITAL

Un grupo de exiliados transportó hace 60 años a 16.000 judíos desde Bulgaria a Palestina, en los dos mayores barcos de la emigración ilegal que ayudó a crear el Estado de Israel
ISABEL IBÁÑEZ i.ibanez@diario-elcorreo.com/BILBAO

Un hombre de 88 años llamó hace dos semanas a EL CORREO. Alejandro Coto -aunque tuvo por nombre de guerra Marcel Levy- quería reivindicar un olvidado episodio de la Historia protagonizado por un puñado de exiliados de nuestra Guerra Civil, la mayoría vascos, en las navidades de 1947. Sesenta años después, Alejandro recuerda las aventuras y, sobre todo, desventuras a bordo del 'Pan York' y el 'Pan Crescent', dos enormes barcos gemelos bananeros que llevaron en sus bodegas a 16.000 judíos, la mayoría rumanos -muchos supervivientes del Holocausto-, desde Bulgaria a Palestina para ayudar a formar el inminente estado de Israel. En realidad, es una historia similar a la vivida poco antes por el 'Exodus 1947', la travesía que reflejó Leon Uris en su libro 'Exodo', después llevada al cine con Paul Newman. Estos otros buques, los dos 'Panes', los más grandes de la emigración ilegal semita, acabaron finalmente en Chipre, después de un montón de peripecias.

Eran tiempos en que un adolescente dejaba pronto de serlo para empezar a hacer muescas en su alma de hombre. El joven Alejandro Coto terminó en Marsella como muchos otros huidos del régimen franquista. En su caso, se salvó por los pelos de ser fusilado el 21 de agosto de 1938, con 17 años, en un prado de la localidad cántabra de Luena. Un comandante requeté de Bermeo decidió sacarle 'in extremis' de la fila simplemente porque sabía que era de Algorta. Pero ésa es una historia para otra ocasión.

En Marsella, Coto y otros vascos fueron contactados por un agente naviero griego que les propuso un viaje no exento de peligros: transportar judíos ilegalmente a territorio palestino -por aquel entonces bajo mandato británico por encargo de la Sociedad de Naciones-. José Antonio Lisbona, periodista y escritor experto en las relaciones entre Euskadi e Israel, explica que la Agencia Judía no quería esperar a la inminente creación del Estado de Israel -se iba a constituir el 15 de mayo de 1948- y buscaba llenar antes la zona de inmigrantes ilegales, «ya que un mayor número de semitas agrupados en aquel territorio llevaría a un dibujo de fronteras más beneficioso para ellos».

Alejandro Coto aceptó la propuesta. Lo recuerda él: «En aquel tiempo, éramos solidarios con la causa judía, así que aceptamos de buena gana. Incluso nos inventamos nombres hebreos, en mi caso Marcel Levy». Lisbona afirma en su libro 'España-Israel: Historia de unas relaciones secretas' que «el nacionalismo vasco siempre ha tenido una gran admiración por el pueblo judío y los logros alcanzados por el Estado de Israel, ya que se considera que tienen muchas simiilitudes: lengua propia (hebreo), un carácer étnico, unos símbolos, una historia y, ante todo, una profunda identidad nacional».

Coto y medio centenar de marinos vascos y asturianos se enrolaron sin dudar en el 'Pan York' y el 'Pan Crescent', dos buques bananeros comprados en Nueva York a la United Fruit Company. Pero estaba claro que, aunque el viaje no era largo, se hacía necesario acondicionar las 'tripas' de ambos para poder alojar a 8.000 personas en cada uno. Para ello, de Marsella zarparon rumbo al puerto rumano de Constanza: «Allí estuvimos unos meses -explica Coto- poniendo catres y lavabos para aquella pobre gente». Así llegaron las navidades.

Escenas dramáticas

Cuando fueron a recoger su 'carga' al puerto de Burgas, en Bulgaria, les esperaba «una multitud. Todos ellos llevaban a cuestas lo poco que les quedaba. Recuerdo perfectamente que la mayoría tenía sus cosas dentro de sábanas atadas por las puntas». No sospechaban que todo se iba a quedar allí. «Los de la Agencia Judía, con eso fueron muy duros, les obligaron a abandonar todo en el muelle porque sólo podíamos llevar personas. No te puedes imaginar las escenas dramáticas que vivimos allí, cómo lloraban; debían dejar sus pertenencias, toda su vida, atrás. Y luego, había algunos que estaban en condiciones precarias, muy débiles, no podían ni subir solos por la pasarela, así que teníamos que ayudarles... Aquello fue muy duro, muy muy duro...» (se le humedecen los ojos).

El 27 de diciembre se hicieron a la mar. Los 'pasajeros' salían a cubierta para tomar el sol de invierno y respirar, huyendo del hacinamiento. «Algunos nos pedían que les dejáramos las duchas, pero estaba prohibido porque eran miles de personas, todo un problema. Les decíamos: 'Mira, ahí está la puerta, yo no he visto nada'».

Las calamidades, sin embargo, llegaron a su punto álgido cuando ya se encaminaban hacia Haifa. A la salida del estrecho de Dardanelos les cerraron el paso tres fragatas británicas para hacerles desistir de su empeño, para impedir la llegada a Palestina de tal cantidad de inmigrantes ilegales, como ya había pasado meses antes con el 'Exodus 1947'. Alejandro Coto, recluido en la sala de máquinas, no entendía por qué el buque se escoraba de modo peligroso: «No había mala mar, así que no sabíamos qué pasaba. Cuando subimos a cubierta, quedamos asombrados: los judíos estaban todos del lado por dónde aparecieron los británicos y les insultaba y amenazaban con los puños para que nos dejasen pasar».

Pese a la intensa oposición, finalmente, los 'Panes' se vieron obligados a dirigirse al puerto de Famagusta, en Chipre, donde recalaron en Nochevieja. Los judíos quedaron confinados en un campo de refugiados, donde estuvieron hasta que meses más tarde pudieron ser trasladados al ya creado Estado de Israel. En cuando a la tripulación, los responsables de los barcos fueron retenidos hasta que pudieron escapar utilizando nombres falsos. Entre ellos estaban Víctor Gangoitia, protagonista de un reportaje publicado hace 20 años en este periódico, y el capitán Esteban Errandonea, que se quedó a vivir en Israel convertido al judaísmo. Ambos continuaron con la labor de trasladar judíos. El 'Pan York' y el ''Pan Crescent' hicieron posteriormente más viajes como el aquí descrito. José Antonio Lisbona informa de que desde el final de la II Guerra Mundial zarparon 142 barcos 'ilegales' que trasladaron a 70.000 judíos. Los 'Panes' fueron los más grandes.

Alejandro Coto, ayudante de máquinas, pasó un mes en Chipre a la espera de que arreglaran sus papeles y volvió a Marsella, desde donde ya partió a vivir nuevas aventuras -incluso un naufragio frente a las costas de Barcelona en 1948 que quedó recogido en las crónicas de la época- hacia Australia, y más tarde a Singapur. No fue hasta hace unos años que regresó a Bilbao: «Los judíos iban buscando su nación, pero se equivocaron de lugar. Deberían haberse quedado en Europa o en EE UU; allí jamás tendrán paz».

No hay comentarios: