Hay días, como el de hoy ,en los que te puedes percatar de hasta qué ciertos límites pueden superar los efectos de los defectos (qué raro suena esto) con los que te ha tocado la suerte de caer sobre la faz de la Tierra.
No hablo de defectos visibles o físicos, sino de comportamiento o actitud. Uno de los defectos con los que siempre he tenido que reñir y que aún sigue vivito y coleando en mis quehaceres diarios es el “no fijarse bien en las cosas”. Sí, es ese y seguro que es más común de lo que me creo. Me importuna desde que era bien pequeño. He llegado a la, que considero acertada, conclusión de que gracias a esta “peculiaridad” siempre he sido un negado para diversas disciplinas como las matemáticas, con suspensos y suspensos (un carro entero) hasta que, por cuestiones extraordinarias como es un examen de mi ya lejana Selectividad, me dediqué a repasar y repasar mis pasos sobre el folio, las ecuaciones, los productos… Todo. ¿Cuál fue el resultado? Pues un 9, señores. La segunda mayor de toda la clase.
Sin embargo, sigo haciendo las cosas sin repasar, sin fijarme en todo lo que hay que fijarse y hoy me he dado de bruces (no demasiado, sea dicho de paso) con una de las ramificaciones de tales distracciones.
A pesar de poder echar en parte las culpas a las prisas y a la presión con las que tuve que jugar a la hora de realizar el escrito, y (encima) tras haber repasado algo lo redactado, me encuentro con que estaba dirigido a una Institución equivocada y que en muchos párrafos me repetía más que quince kilos de ajos.
De esto de deriva una ocultación sobre dicho acto al personal afectado. Es un desaguisado totalmente subsanable al día siguiente por que no es más que un simple error de esos “duendes”. Ocultación que hará que alguien se quede otro días más en vela, pero, ¿en realidad me importa? Puede que sea una expresión bastante egoísta (más de lo normal), sin embargo, la situación creada o generada por mi “defecto subsanable” no va a suponer un cambio radical de lo esperado ya que “las cosas de Palacio, van despacio”. Último corolario que parece que la gente no termina de comprender.
Curiosamente, esto sucede justo en unos días en los que, casi literalmente y no en palabras vertidas por mi boca, he tenido que llevar el peso de todo el “Arsenal”, sin ningún superior que controle mis acciones y con total libertad de actuación. Ha sido una sensación interesante el poder decidir directamente como en un pequeño experimento de futuro para un mando más alto. Es más, sobre todo cuando puedes decir que puedes salir a que te de el aire durante unos minutos y disfrutar del aire contra tu rostro y no la lenta pestilencia de los papeles polvorientos acumulados. Toda una liberación.
Aunque, claro, he echado de menos la mínima supervisión y el derivar el peso de la responsabilidad sobre hombros superiores, lo cual supone una relajación de tensión.
Sin embargo, esto se acabó. La ineficacia concluyó su despótico dominio sobre mi persona.H e de estar al 100% y no ser uno más de la manada (tampoco es cuestión de ser el líder de ésta), pero quizás lleve demasiado tiempo (quizás por humildad malamente dirigida hacia la vergüenza o hacia el miedo a fracasar) oculto entre las sombras, sin querer destacar más allá de la media, a pesar de haber obtenido condecoraciones de distintivo blanco.
Quizás ya vaya siendo hora de ponerse en serio tras la promoción.
5 comentarios:
Sinceramente, me quedo en ascuas. Espero que si es un defecto subsanable, no te dé dolores de cabeza. Abrazos
Macho te castigas sin piedad.
Un saludo y animo,ser bueno y hacer bien las cosas no significa ser el mejor
Despues de leer tan largo documento lo que no me ha queedado claro es si al final eres de ciencias o de letras, porque un 9 en mates no lo quita culquiera!
Conclusion, tiene que darte m'as el aire, que a lo mejor te refresca las ideas.
Zaml, se pronuncia tal cual, pero vibrando un poco m'as la l
No sabes bien cuánto te entiendo. Yo llevo una buena temporada llevando el 70% del peso del destacamento, y sube en demasiadas ocasiones al 100% por vacancia del mando. Da un poco de vértigo, la verdad. Pero así se va uno curtiendo en las distintas maniobras, y se cultiva una cualidad del mando imprescindible en ocasiones como es la iniciativa.
En cuanto a errores subsanables, podría enumerarte unos cuantos. De eso también se aprende. Y los que me quedan, porque soy un despistado crónico...
ánimo estimado "colega", y sobre todo no te fustigues en exceso. Otros lo harán por tí si fuere menester, lo merezcas o no, desgraciadamente.
Ná, Ligia, no me ha dado ningún dolor de cabeza. Es más, aunque se hubiera hecho bien, no era más que un grano de arena para derribar un muro. Aún así, tengo que estar más centrado.
No me castigo sin piedad, José Manuel. Pero tampoco estoy aquí para ser mediocre.
Jobar, tocayo, soy la primera promoción de bachillerato LOGSE (Lagarto omnivoro germano sediento de estudiantes (denominación original creada por mí en aquellos años, jejejeje)) de Ciencias Sociales y Humanidades. Con eso te digo todo sobre el 9 de mates.
Ay, Thom, tú como yo sabes y conoces los sinsabores de estas arduas tareas e ingratos cometidos. Aunque veo que tu sigues llevándolo igual que siempre. Animo tu también!
Perdón por haber tardado tanto en contestar, pero mis excusas las he presentado hoy.
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