miércoles, octubre 02, 2013

2 de Octubre de 2013

LA VOZ DE FERROL


El ahora buque insignia de la Armada española pasó a la Marina en un acto presidido por el Rey

ferrol / la voz 01 de octubre de 2013 11:16

Fue el 30 de septiembre del 2010, hace tres años, cuando los astilleros de Navantia en la ría marcaban un nuevo hito en la construcción naval con la entrega a Defensa del megabuque Juan Carlos I. La historia del mayor barco de la Armada española quedó, de ese modo, ligada para siempre a la urbe naval, a donde ya ha regresado en alguna ocasión desde entonces.

La importancia del que hoy es el buque insignia de la Marina española quedó patente en la ceremonia que acompañó esa entrega. El Rey presidió el acto junto con la entonces responsable del Ministerio de Defensa, Carme Chacón, que no dudó en señalar que «es una embarcación única, el mayor buque de la Armada española en toda su historia, aunque lo verdaderamente grande de esta nave no es su tamaño, sino su capacidad».

Y no era para menos. Tras reportar cinco años de carga de trabajo a los hoy casi vacíos astilleros de la ría, Navantia sacaba adelante un navío multipropósito diseñado para la acción bélica y también para la humanitaria, con capacidad para transportar y desplegar a 1.400 militares, entre otras funciones. Además, su entrada en servicio precipitó la baja del Príncipe de Asturias por sus elevados costes de mantenimiento, por lo que el Juan Carlos I es, a día de hoy, el portaviones del que dispone la Armada española.

Con 230 metros de eslora (largo) y 32 de manga (ancho) puede desplazar un total de 26.000 toneladas a plena carga y tiene una autonomía de 6.000 millas. En otras palabras, puede dar la vuelta al mundo con un solo repostaje.

El aniversario de esa entrega a Defensa del megabuque se produce en un momento, como ya se ha mencionado, muy delicado para los astilleros públicos de la ría y para la industria auxiliar. Un gremio que con la fabricación del Juan Carlos I, entre otros muchos modelos, dejó clara su capacidad y su grado de desarrollo.

DIARIO VASCO


El secuestro del atunero bermeano, con 36 marineros a bordo, generó una oleada de apoyo popular y obligó al Gobierno central a pagar un rescate para garantizar un desenlace feliz

02.10.13 - 09:35 - 
SOLANGE VÁZQUEZ | BILBAO |

Para los profanos en la materia, los peligros a los que se enfrentan los marineros en su trabajo siempre se refieren a temporales y tormentas. Pero el secuestro del atunero vasco 'Alakrana', hace hoy cuatro años, recordó a la mayor parte de la opinión pública que, en alta mar, los trabajadores de los pesqueros también se juegan la vida cada día por causas ajenas a la meteorología. Hoy se cumplen cuatro años del secuestro del barco a manos de un grupo de piratas somalíes cuando se encontraba faenando en aguas del Índico, al sur de Somalia.

Empezaba una pesadilla para las familias de los secuestrados, que, a muchos kilómetros de sus seres queridos, no dejaron ni un momento de luchar y realizar gestiones con el Gobierno central y el Ejecutivo vasco para que recuperasen, sanos y salvos, a los 36 miembros de la tripulación, 16 de ellos españoles. Las noticias que iban recibiendo de ellos eran preocupantes. Tal y como confirmaron posteriormente los testimonios de los propios protagonistas, el tiempo que estuvieron a merced de los piratas -armados con fusiles y lanzagranadas-, no dejaron de temer por su vida ni un segundo. Pasaban largas horas atados, recibían patadas y les despertaban cuando se quedaban dormidos para desquiciarles. Además, los captores se emborrachaban a bordo, se peleaban y parecían estar a punto de perder el control en cualquier momento.

Este infierno duró 47 días. Tras un largo proceso de negociaciones -más o menos secretas- y de amagos de liberación, el 'Alakrana' quedaba libre tras el pago de un rescate de entre dos a tres millones de euros que el Gobierno negó haber abonado. La sospecha de que los piratas iban a liberar el pesquero ya estaba en el aire desde horas antes, pues el patrón del atunero, Ricardo Blach, adelantó a los medios que le llamaron al móvil -estos contactos se sucedieron durante el cautiverio- que estaban "esperando la llamada". Según su testimonio, más de 60 miembros de diferentes clanes pirata llegaron a estar en el barco hasta momentos antes del fin del secuestro.

Con vigilancia a bordo

Pasadas las dos de la tarde del 17 de noviembre se produjo la ansiada liberación, según anunció la entonces vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Poco después, el presidente del Gobierno comparecía ante los medios para confirmar el final del secuestro: "Nuestros marineros están libres y volverán a casa", proclamó José Luis Rodríguez Zapatero.

Mientras en Bermeo se sucedían las muestras de alegría -el pueblo se volcó durante esos 47 días tan duros, manifestándose una y otra vez y mostrando su apoyo a las familias de los arrantzales- dos fragatas del Ejército español escoltaban ya al 'Alakrana' hasta las Islas Seychelles y la Armada detenía a dos de los piratas -'Abdu Willy' y Raageggesey Adji-, que fueron juzgados por la Audiencia Nacional y condenados a 439 años de prisión.

El secuestro dejó tras de sí, además de un amargo recuerdo, algunos cambios. La ley española fue modificada para permitir a los vigilantes de seguridad emplear armamento de hasta 12,70 mm en los buques con bandera española. Tanto los pescadores como el Gobierno son desde entonces más conscientes que nunca del peligro de la piratería, un concepto que para quienes no conocen los entresijos de la vida en el mar sonaba -al menos, antes de apresamiento del 'Alakrana'- más a novela de aventuras que a delincuencia pura y dura.

EL CULTURAL


Casa de América conmemora el descubrimiento del Pacífico con una muestra que repasa los 5 siglos de exploración española en el nuevo océano, un hallazgo que brindó al hombre la apropiación del universo

Hace 500 años un puñado de españoles, capitaneados por Vasco Núñez de Balboa, que había escuchado de los indígenas la existencia de otro mar, miraron hacia el medio día desde lo alto de la cordillera de Chucunaque y lo vieron, inmenso, frente a ellos. Lo cuenta López de Gomara en una de sus crónicas: "Llamó a los compañeros, mostróles la mar y dixóles- Veis, allí amigos míos, lo mucho que deseávamos. Lo bautizó como Mar del Sur". Lo que sucedió aquel 25 de septiembre, lo que vieron sólo unos pocos marinos, cambió para siempre la concepción del mundo y supuso el comienzo de cinco siglos de exploración española en el Pacífico. La Casa de América conmemora desde este miércoles el aniversario con una exposición de 170 piezas dedicada al descubrimiento, colonización e investigación de una extensión de 165 millones de kilómetros cuadrados que durante años estuvo dominada por la navegación española y cuyo hallazgo puso por fin rostro esférico al mundo.

La Corona, volcada desde los Reyes Católicos en las navegaciones, no dejó durante siglos de fijar su interés en los nuevos territorios, originalmente motivada por el hallazgo de rutas seguras, de modo que invirtió en barcos, formación de los navegantes y útiles que, en su día, estuvieron a la cabeza mundial de las innovaciones tecnológicas, como fue el caso del avanzadísimoastrolabio, de los que se exhiben dos en esta exposición que reúne tanto los descubrimientos y sus protagonistas, como las herramientas y barcos que fueron empleándose a lo largo de los siglos.

Cuanto más lejos llegaban, más leyendas fulminaban, cuenta Carmen López Calderón, una de las comisarias de esta muestra que se nutre, fundamentalmente, de fondos del Museo Naval, institución, por cierto, reivindicable por la vastedad de tesoros que alberga. "Se derrumba el mito de que en el Oeste se acababa la tierra y los barcos caían al vacío, así como que el agua hervía en los mares del sur, o leyendas que hablaban de hombres que caminaban con la cabeza en la mano", ejemplifica. El relato de la muestra, compuesta de cuatro salas, es apasionante, de una épica cinematográfica, la historia de hombres que se echaban a la mar sin saber si habría una vuelta, que pasaban años fuera de su tierra para descubrir qué había más allá. 

La exposición parte de Hernán Cortés y pasa por el viaje de Magallanes-Elcano (1519-1522), una peripecia de 27 meses en la que murieron muchos expedicionarios -su protagonista entre ellos- y de la que sólo regresó la Nao Victoria, pero que supuso el descubrimiento del Estrecho de Magallanes y, con él, la apertura de una nueva ruta España-Molucas por el Pacífico. Continúa con el logro de Elcano, que dio la primera vuelta al mundo descubriendo archipiélagos como Gubert, Marshall, Marianas... y prosigue con el descubrimiento por parte de Urdaneta del tornaviaje, la ruta de regreso de Filipinas a América más segura y que, además, permitió abrir una línea marítima entre Filipinas y México prolongada desde Acapulco hasta Sevilla y que mantuvo durante más de dos siglos un rico intercambio comercial

Asimismo, la muestra se adentra en las expediciones de Cofre de Loaisa, Hernando Grijalva, Álvaro de Mendaña, Pedro Samiento de Gamboa y Bernardo Quirós, entre otros muchos marinos, cuyas conquistas logran que al Pacífico se le denomine el 'Lago español'. A la vez, va recogiendo los avances técnicos, como el sextante y el cronómetro, y concluye con el fin de las exploraciones y el paso a las expediciones militares y, más adelante, las de carácter científico y antropológico, como la de Malaspina. El viaje finaliza en 2010, con el buque Hespérides de la Armada, que emprende una expedición ocenográfica que recoge 6.000 gigas de datos y 120.000 muestras para la investigación.

Para explicar todos los hitos, la propuesta exhibe retratos de sus protagonistas, armas como el servidor de bombarda (siglos XV y XVI), planos de navegación, de las Filipinas, la Conquista de las Islas Malucas al Rey Felipe III, considerada una de las mejores obras historiográficas del Siglo de Oro español, el Memorial número 8, que anuncia el descubrimiento de Australia de Quirós, cajas de instrumentos de dibujo, armas y adornos corporales de las culturas de Melanesia, Micronesia y Polinesia... Entre todas las piezas, destaca el precioso Compendio Astronómico que realizó Thobias Walker para Felipe II, un conjunto instrumental náutico y topográfico que alberga todo el saber astronómico de la época. 

"España es históricamente, por nuestra propia geografía, un país volcado al mar. De hecho, cuando le hemos dado la espalda ha sido cuando peor nos ha ido", explica López Calderón, que reconoce también que ese afán por los descubrimientos está, de alguna manera, presente en el carácter español. Hasta el 2 de febrero, los visitantes podrán conocer a fondo nuestra inmensa historia naval, a menudo reducida en el imaginario popular a la hazaña de Colón, y asistir a un extenso programa de actividades en el que que numerosos expertos e historiadores abordarán el papel de los cronistas de la época, los viajes científicos y la contribución hispánica al conocimiento del Pacífico. Además, se proyectarán largometrajes como Descubridores por la ruta de Balboa y El secreto de Urdaneta y se celebrarán talleres infantiles y cuentacuentos organizados por el museo naval. 

2 comentarios:

Fundación Museo Naval dijo...

Para más información sobre la exposición del Museo Naval en Casa América

http://pacificoexposicion.com/

Gracias por ayudar a difundir y un cordial saludo

Javier dijo...

Un placer :)